Diario de Frederick - Año VIII (Parte I)

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Fue el año que mas llovió y el que mas ansiaba salir de mi casa. Tenía ocho años y aun no conocía lo que rodeaba mi casa, teniendo solamente las versiones de mis papás: la huida inesperada del rey, el exilio de muchos vecinos hacia una tierra mejor, el castillo inhabitable, soldados protegiendo una seguridad que cada vez era difícil sostener.

Sin embargo, una vez, mi papá volvió a proponerme escapar con él en una de sus aventuras nocturnas.

-Pero está lloviendo...

-Mejor, así los soldados no nos ven.

Buscamos lo primero que encontramos que nos sirviera de protección y salimos, a escondidas de mamá. El gran momento había llegado: iba a conocer la ciudad. Sin embargo, no fue tan agradable como me lo habían contado. En mi imaginación era mas alegre aunque, misteriosamente, en mis sueños se asemejaba a la realidad. Papá me fue indicando cuidadosamente lo que tenía que hacer. Si bien podíamos estar en las calles, teníamos que estar a escondidas de los soldados, mediante las sombras. Por eso, la mayor parte del tiempo estábamos caminando en silencio por los túneles de la ciudad. Para mí, lucía como las cloacas aunque mi papá me explicó la diferencia. De esta manera, juntos escuchamos una conversación privada que cambiaría el destino de nuestras vidas.

-Esto se está tornando pesado. Buscar a dos personas que ni siquiera conocemos ¿Cómo cree que lo encontraremos?

-Algo se nos tiene que ocurrir.

-Espera... se me ocurren dos lugares a donde podríamos tener la información que necesitamos.

-¿Y cuales son?

-El hospital y la biblioteca.

-Perfecto, tu irás a la biblioteca mientras yo me dirijo al hospital. Nos encontraremos acá en 15 minutos.

Los soldados se fueron y nos pudieron dar un pequeño espacio entre padre e hijo.

-Fred, hijo mío, se que esto te sonará una locura pero ¿recuerdas que nuestra majestad estaba esperando una niña y luego no tuvimos novedades al respecto?

-Si, papá.

-Tengo una corazonada que si en el hospital no encuentran nada, tengas información en la biblioteca.

Una vez finalizada la conversación, me indicó hacia donde tenía que dirigirme mientras él iba para el hospital. Pactamos un punto de encuentro (no especificaré en el caso de que caiga este diario en manos equivocadas) y caminé solo, por primera vez, hacia la biblioteca.

Atentamente, a quien corresponda

KITE: Atrévete a VolarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora