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  No terminaron haciendo una peda, para la satisfacción de PJ, pero sí se juntaron a jugar Mario Kart el fin de semana.

—¿Saben?—Dijo Phil, quien no estaba jugando porque solo habían dos controles—. Extrañaba mucho el ver cómo Dan le pateaba el trasero a Chris jugando Mario Kart.

  Chris rodó los ojos, desesperadamente intentando rebasar a la princesa Rosalina y al Destello que la acompañaban. Estaba en clara desventaja, Dan tenía la Estrella Fugaz y Chris, siempre tan soberbio, había decidido probar que podía vencerlo usando a Baby Peach y su cuna.

  No le estaba yendo demasiado bien.

  PJ salió de la cocina con dos vasos de Ribena en mano y un bowl de palomitas medio acomodado entre el pecho y uno de los brazos.

—Yo extraño tu amor—el castaño rió, provocando que Dan gruñera y por poco se cayera de la Senda Arcoíris.

—¡Aleja tus sucias manos de él, PJ! ¡Phil es mío!—les dedicó una mirada de reojo a ambos.

  Phil sonrió, permitiendo que un ligero sonrojo se posara en sus mejillas. Amaba cuando Dan se ponía celoso.

—Compartir es de niños bien—susurró el castaño con lentes, alimentando a Phil un par de palomitas. 

  Dan acabó la carrera antes de voltearse, un mar turbulento en su mirada.

—Qué bueno que somos adultos todos, ¿no?—sus ojos estaban clavados fijamente en la mano de PJ que estaba a escasos centímetros de los labios de su novio, palomitas aún sin comer.

  Phil tragó saliva.

—Dan, ¿qué habíamos dicho de amenazar a nuestros amigos?—rodó los ojos, acabándose las palomitas que aún quedaban en la mano de su amigo de un bocado.

  Los ojos avellana del chico perdieron intensidad.


Ahógame.  » Dan Howell / Phil Lester «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora