Capítulo 19.

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Haymitch

El impulso de saltar sobre ella se me volvía cada vez más difícil de controlar. Por un minuto me imagine haciéndole el amor en esa playa, pero las cosas no siempre salen como uno quiere y opté por irme.

Espere que Effie se marchara para regresar al mismo lugar donde estaba antes de que ella apareciera. Me senté sobre la arena cerca de la orilla, bebiendo tragos largo de mi petaca. Había decidido no interferir pero estando tan cerca de ella no se si logre  mantener mi palabra.

Comenzó hacer mas frío cuando sentí la presencia de alguien más parado justo detrás mio. Observé sobre mi hombro solo para encontrarme con Peeta.

—¿Qué quieres chico?—suspiré—, si es Katniss negándose a tener hijos ya te explique porque.

Se sentó en silencio a mi lado, entregándome una botella. Era extraño viniendo de él, pero no podía negarme a ese acto tan generoso.

—Entiendo si es difícil.

—No se de que estas hablando.

—Tanto Effie como tú tienen un pasado que no pueden dejar atrás, sin embargo, no puedes comportarte así cada vez que la veas.

—No vine aquí a ver a Trinket, sino por el niño—agregué, fastidiado—. Aunque, no me sorprendería si todos en la casa lo están pensando.

—Solo digo esto para que no hagas una locura si es que te cruzas con Jared en algún momento.

—Eso jamás pasará—sonreí burlón—, planeo regresar al distrito 12 mañana temprano.

—Te equivocas. Lo único que harás mañana temprano es venir aquí, pero con todos nosotros como compañía.

—Oh eso no pasara muchacho.

—Volveremos juntos dentro de tres días—suspiró—, lo suficiente como para que Finn este contento con su tío Haymitch.

—Que linda noticia, no tienes idea como me emociona.

Suspiré frustrado apenas note que hablaba en serio.

Al regresar las luces estaban apagadas. Con un movimiento de cabeza me despedí de Peeta antes de entrar a la habitación de invitados que Annie me mostró esta mañana.

Seria un lujo decir que pude dormir, pero fue todo lo contrario.  

Espere que amaneciera mientras hacía girar el cuchillo entre mis manos, gire en la cama todas las veces que fueron posibles intentando cerrar los ojos, era inútil. Sacarla de mi mente era una batalla que no podía ganar, su cuerpo junto al mio, sus labios...sus ojos. Todo de esa princesa es imposible que de la noche a la mañana lo olvides. 

Desde nuestra primera noche juntos en el Capitolio supe que no podría dejarla ir tan fácilmente, y tuvo que casarse para darme cuenta que la amaba. Lo que ella había visto esa noche fue un error, que quizá me siga odiando por ello, pero buscaría la manera de demostrarle que esa mujer jamás significo nada. 

La espere, joder, por supuesto que la espere. El alcohol me cegó y no me permitió explicar.

Me pare de la cama, caminando hacia la ventana para observar el mar a lo lejos. La botella que me había dado Peeta aun estaba media llena, por lo que aproveche para terminar su contenido en un dos por tres.

Mi Peor ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora