Capítulo 10.

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Haymitch

Luego de ver a Effie subir las escaleras no me quedo mas que salir por la puerta.

Solté un un largo suspiro al estar fuera. Estaba a punto de irme a casa cuando sentí un fuerte agarre en mi hombro. Una pequeña parte de mi tenía esperanza creyendo que era ella, sin embargo resoplé con molestia al ver que se trataba de los muchachos.

Disgustado me senté en los escalones sin importar que estuvieran húmedos por la lluvia. Ellos no tardaron en unirse, Katniss de mala gana intentó curarme las heridas que tenía en el rostro mientras el chico solo observaba, ninguno se atrevía hablarme. 

Supuse que era mejor así hasta que me harté de la incómodo que se estaba tornando el ambiente, por lo que me atreví a romper el silencio.

—Vamos, digan algo—suspiré—, se que estuve mal pero..

—No tienes porque explicarnos Haymitch—interrumpió Peeta—. Pero no debiste entrometerte más de la cuenta, tan solo mira como terminaron las cosas.

—Ese tipo no es bueno para ella, y por más que lo intente seguir negando entre nosotros aun existe algo.

—La cara con la que te miraba no era exactamente de amor—recalco Katniss—, no tiene caso que lo intentes.

—Aún hay oportunidad cielito.

—Tal vez si lo hacías de la manera correcta, Effie estaría aquí, riendo con nosotros. Sin embargo volverá al Capitolio.

—Ella jamás dijo algo de volver al Capitolio muchacho. Solo esta enojada, se le pasara en la mañana.

—Se marchan en la mañana—afirman juntos.

Me mantuve callado tratando de digerir la noticia. Teniéndola lejos no podría hacer nada, y en el fondo tampoco deseaba verla marcharse. 

—Espero no hagas una escena ese día, solo te ganarías una bofetada.

—Me asegure de dejarlo bien en claro antes de que ustedes llegaran de su famoso paseo por el distrito. No cometeré tal locura preciosa.

—Eso esperamos. De otra manera, lo mejor será que te quedes en el distrito.

—No quiero se vaya odiándome.

—Dudo que quiera hablar contigo, esta furiosa.

—Siempre nos dijiste que hablarle a una Effie enojada, es dar un mal paso—comentó el chico del pan, riendo a medias—. Espera a mañana, antes de que se vayan tal vez puedas hablarle. Y también considerar pedir perdón por aquellos golpes...ayude un poco más.

—No tengo porque pedirle disculpas al idiota ese. 

—Sigue con esa actitud y despídete hasta de su amistad.

El ruido de la puerta al abrirse nos tomo por sorpresa a los tres. 

Se trataba de ella, quien al verme cambio su mirada. Podía ver sus ojos rojos y la lágrima a medio caer por su mejilla. No toleraba verla llorar, y aquello era en parte mi culpa solo me daba mas ansias de beber. 

Mi Peor ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora