Capítulo 3

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Pronto llegó el fin de semana y Cathlen se encontraba nerviosa. Todos sus trabajos estaban terminados por lo que para distraerse decidió leer uno de los tantos libros que tenía. Conforme pasaban las horas el nerviosismo aumentaba, ¿Cómo actuaría?, ¿Qué le diría?, no sabía siquiera que tendría Andrew en ese lugar, pero de lo que sí estaba segura era de que necesitaba hablar con él, desde una semana para acá se dio cuenta que él ya no era solo un estudiante más, ahora había acaparado la gran mayoría de sus pensamientos, no podía dejar de soñar con él, sus labios sobre los suyos, esa voz fría y arrastrada que se convertía en algo dulce cuando le hablaba, empezaba a desearlo de nuevo, iba a recuperarlo aunque antes no lo había tenido, pero Andrew era para ella. 

El reloj marcó las seis de la tarde y ella salió del internado, era bueno el  hecho de estar en cuarto año de secundaria, te permitían salir sin ningún problema, siempre y cuando cumplieras con el toque de queda aunque a veces ni lo aplicaban a algunos alumnos, generalmente los más aplicados. Empezó a caminar por las calles buscando la dirección que Andrew le había dado hacía ya casi un mes, no sabía la razón que la había llevado a guardarlo, pero ahora se sentía feliz de haberlo hecho. 

Andrew estuvo inquieto durante el día, esta vez se preguntaba si Cathlen llegaría, no quería volver a sentirse tonto por albergar esperanzas vacías. Llegada la tarde se preparó y salió del colegio, quería preparar todo para que fuera lo más perfecto posible, él era un chico romántico aunque no lo demostrara a diestra y siniestra en el colegio. 

Al principio pensó que era mala idea haber alquilado aquella habitación en el hotel, pero la verdad no quería ser visto en algún restaurante de la ciudad, en especial si se quedaba solo. A las seis ya tenía arreglado todo, la cena en bandejas sobre la mesita, unas velas en medio. Daba gracias de que ya tenía dieciocho para haber comprado una botella de vino, tan difícil se hacía intentar comprarlo siendo menor. En aproximadamente una hora llegaría Cathlen, solo le faltaba arreglarse él, tomaría una ducha y la esperaría. 

Cathlen llegó a la dirección y quedó impresionada de saber que era un hotel, el número de habitación estaba escrito, aunque había pensado que era un número escrito al azar. Subió a la habitación que estaba indicada y se sorprendió al ver que la puerta estaba entreabierta, entró y quedó paralizada al ver ésta, estaba llena de decoraciones rojas y doradas, un suave olor a almizcle llenaba el aire. Sobre la mesa una botella de vino, dos velas encendidas en medio y dos platillos que se podía decir olían delicioso. Recorrió con la mirada toda la habitación, pero no había señal de Andrew, para esperarlo decidió tomar asiento. Justo cuando había terminado de sentarse entró Andrew, su cabello húmedo por el baño. 

—Hola… —dijo él observándola fijamente, llevaba un vestido que le resaltaba la figura, lo opuesto a lo que hacía el uniforme del colegio—. Llegaste… 

—Sí, te dije que quería hablar contigo —respondió ella de igual forma, estaba embobada mirándole, era tan guapo y con esa ropa que llevaba se veía aun mayor al niño tonto que siempre era. Empezó a sonrojarse, acababa de darse cuenta de que él no podía moverse y tampoco quitarle la mirada de encima. Sonrío—. Siéntate. 

—Claro… —“Esa sonrisa suya me atrae. Concéntrate. Ella solo quería venir a hablar” ahí estaba la clave, para dar fluidez decidió ir directo al punto—. ¿Qué querías hablar? 

—Pues la verdad… —respondió ella un poco embobada—. Solo quería decirte que lamento todo lo que te hice pasar. 

—De eso puedes estar tranquila… —le dijo mientras se sentaba—. Yo también tuve la culpa en ello. Nunca debí haber dejado que mis impulsos me llevasen a lo que hice. 

—Eso no importa… —“¿Cómo puedo decirle que aun quiero algo con él?” —. Estuve equivocada… Jamás debí tratarte como lo hice. 

—Tranquila, cariño… —dijo él, ella se estremeció ante esa palabra que encerraba tanto de lo que sentía ahora por él—. Me enseñaste muchas cosas con eso. 

Un Amor Sin LimitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora