Capítulo 17

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Derek abrazó fuertemente a Natally, no podía, no debía dejarla ir, ella era la única chica que le había hecho olvidar los golpes en su vida, era la única que podía dibujar una sonrisa aún cuando su corazón se hacía pedazos.

Las luces del atardecer entraban por la pequeña ventana del dormitorio y bañaba todo de un naranja, dándole un toque más romántico a este momento, Natally no sabía qué había hecho, nunca debió de haber dejado que esto ocurriera, cómo era posible que un chico se metiera tan dentro de sí en tan poco tiempo, conocía tan poco de él, pero era como si lo conociese desde antes.

El cansancio se apoderaba de ambos, el día había sido demasiado largo y los pequeños disgustos se llevaban parte de las energías que tenían, además de haber estado despiertos hasta muy avanzada la noche y tener que levantarse con el alba como la costumbre del internado hacía.

Los ojos de Natally empezaron a cerrarse ya era hora de volver a su dormitorio y descansar, las clases iniciaban al día siguiente y a primera hora debía estar despierta y alerta para no atrasarse más de lo que ya estaba. Ella reprimió un bostezo, no quería apartarse de los brazos de Derek, todavía no entendía pero se sentía tan natural estar rodeada por él, por su olor, por sus caricias, él era todo lo que necesitaba y aún así le dolía simplemente pensar en que lo había dejado irse antes.

—Debes ir a descansar —dijo Derek al mirar sus párpados tan pesados, la besó en la coronilla—. Ha sido un día realmente agotador y mañana empezarás el verdadero dolor con las clases.

—Creo que es lo mejor —respondió ella mientras lo miraba con sus ojos oscuros. Se separó lentamente de él, en contra de su propia voluntad—, además pienso que pronto se acercará el guardia para verificar que nadie esté lejos de su dormitorio.

Andrew y Cathlen regresaron en silencio hasta el dormitorio de Andrew, sólo la cercanía entre ellos era lo necesario para sentirse tranquilos y felices. Llegaron a la habitación y Andrew la abrió despacio, conociendo a Natally había dos opciones, una era la que deseaba y la otra le daría pesadillas, pero no estaba nadie en el dormitorio, todo estaba en su lugar, pero no había ni señal de Natally o Derek.

—¿Dónde estarán? —preguntó Cathlen al ver también el dormitorio vacío.

—No lo sé, pero es tarde, pediré que esté en su dormitorio y no en el de él —Cathlen inmediatamente sintió como se tensó Andrew ante las últimas palabras.

—Deberá estar en la habitación, ya es tarde, seguro habrá venido Williamson y les avisó del toque de queda, también tengo que irme. —Ella le besó apasionadamente antes de alejarse.

—Sólo prométeme una cosa —dijo él haciéndola detenerse—, no te alejes de nuevo de mi lado. —La atrajo nuevamente y la besó ferozmente, deseando probarla po todo el tiempo que había estado sin ella.

Cathlen quedó mareada ante su reacción, definitivamente este chico sería su perdición, pero una perdición perfecta. Ella le acarició su pecho, recordando esa piel bronceada sobre ella aquella noche y como la deseaba ahora otra vez, alejó sus pensamientos, no quería volver a apresurar las cosas entre ellos, ambos tenían una herida que sanar antes de volver a compartir tanta intimidad.

Andrew la miró, ella asintió ante su promesa.

—Lo juro, nunca debí apartarme de tu lado y ahora nunca lo haré.

Con esto Cathlen salió de los dormitorios de chicos y se dirigió hacia el de chicas, tenía que descansar, el viaje en tren era agotador.

Entró a su habitación y miró a Natally ya acostada y durmiendo, le envió un mensaje a Andrew avisándole para que no se preocupara. Cathlen se puso su pijama, se metió en su cama, agarró su libro y empezó a leer, ahora ese mundo de magia se veía tan cercano aunque no tuviese que ver nada con la realidad de sus sueños ni de sus sentimientos, no era nada romántico y aún así la hacía sentirse feliz. Al cabo de unos minutos, después de la caída de la noche se durmió profundamente, la oscuridad ya estaba reinando en el dormitorio cuando giró en su cama y el libro cayó abierto a los pies de la litera.

Al día siguiente la luz del sol traspasó las cortinas que tapaban la ventana en el dormitorio de las chicas, los débiles rayos se posaron sobre los párpados de Cathlen, recordando la noche anterior, se volteó, esperando poder descansar unos minutos más.

Natally miró a su alrededor, el cansancio se había ido unas pocas horas antes, se había levantado y ya estaba duchada y vestida para el día que se avecinaba. Observó el suelo del dormitorio, divisando el libro de Cathlen, lo recogió y de éste cayó la nota que Andrew había escrito para ella, la leyó, cuidando que su compañera no la viese fisgoneando entre sus cosas.

—Andrew de verdad estás enamorado —murmuró para sí misma, mientras guardaba la nota de nuevo en el libro—, nunca te vi hacer algo como esto.

Suavemente despertó a Cathlen, pues se estaba haciendo tarde para el desayuno y para las clases. Cuando la chica se despertó, Natally salió de la habitación y bajó sola las escaleras hasta la entrada del Gran Comedor.

Cathlen se levantó adormilada, odiaba haber viajado y tener que ir a clases ahora, sin embargo era hora de volver a ser como antes, no podía permitirse bajar más los promedios, sino sería despedida del internado, perdiendo su beca y la de su hermano, quien había ganado una gracias a que ella mantenía cuadro de honor.

Suspirando se adentró en su guardarropa buscando el uniforme del colegio, odiaba esas cosas, una blusa blanca y falda de cuadros azules y negros, medias azules y una boina con el mismo estampado que su falda.

Se sentó en su cama, mirando hacia la mesilla sobre la cual había un espejo, se arregló el cabello en un moño bajo para guardar sus rizos desordenados y sin control. Terminó de vestirse y salió, con rumbo al Gran Comedor para desayunar, esta mañana tenía otra cosa importante qué hacer antes de sentarse a comer algo.

Un Amor Sin LimitesWhere stories live. Discover now