—Lily...

—No, por favor. Déjame hablar a mí primero ¿sí? —Me interrumpió— Sofi, estoy aquí porque no quiero que te vayas a París pensando que soy una persona tan detestable. Sé que mis acciones así lo dicen, pero de todo corazón te pido que me perdones. Y sabes que no le pido perdón a cualquiera. A nadie, de hecho.

Eso lo sabía muy bien, ella siempre había sido demasiado orgullosa como para pedir disculpas así hubiera cometido la peor de las faltas.

—Para perdonarte debo entender bien qué fue lo que pasó —afirmé—. Nunca supe por qué te involucraste con Carlos después de que terminamos, de hecho no me has confirmado si lo que él me dijo es verdad, que tú fuiste la que propició todo y que empezaron lo suyo antes de que él y yo termináramos. No sé lo que pasó con Matías, la verdad no sé si puedo confiar en ti.

—Amiga...no sé por donde empezar...yo —Era como si las palabras no llegaran a su cerebro. Suspiró para empezar a hablar—. Bueno, comenzaré por el principio. La verdad es que todo lo que Carlos te dijo es cierto, y lo hice a propósito.

La ira empezó a subir a mi cabeza, pero traté de permanecer calmada.

—¿Por qué lo hiciste?

—La verdad es una tontería. Hasta me da vergüenza contarte... —Ocultó su rostro con sus manos por un momento— ¿Te acuerdas de Jaime Loaiza?

—¿No es el niño que estudiaba con nosotras? —pregunté insegura, la verdad el nombre me sonaba pero no recordaba muy bien quien era.

—Sí, el de los ojitos claros.

—¿Qué pasó con él?

—¿Recuerdas el campamento que hicimos a Girardot cuando teníamos unos doce años? Ese en el que Martina se rompió un brazo —Asentí con la cabeza, ella continuó—. Yo estaba muy enamorada de Jaime pero no se lo dije a nadie. Cuando ya todos se habían dormido en el campamento, me di cuenta de que él seguía despierto y salí de mi carpa para ir a hablar con él. Bueno, lo admito, la verdad es que pensaba darle mi primer beso. En fin, el caso es que lo seguí y descubrí que se encontró contigo detrás del árbol grande donde estaba el campamento y los vi besarse.

—¿Qué?... —Yo ni recordaba ese beso, aunque fue el primero. Supongo que nunca le di tanta importancia a las primeras veces— Ah sí...

—Pues sí, y pues yo no podía tolerar que tú hubieras tenido tu primer beso antes que yo, y sobre todo con él —Rió fuerte—, en ese entonces me sentía mucho más linda que tú, así que supongo que eso me caló fuerte. Era muy caprichosa y mimada en aquel entonces ¿recuerdas?

Claro que recordaba. En realidad, de adulta seguía siendo caprichosa y mimada, aunque no a ese nivel. 

—No fue una decisión que tomara y ya —continuó—, sino que a partir de ese momento cuando te veía con alguien, me atacaban las ganas de quitarte cualquier pretendiente, y supongo que el tiempo no curó ese impulso tan infantil. Así fue con Carlos, igual con Antonio ese día en la discoteca, y con Matías...

—¿Estuviste con Matías? —La dona que me acababa de comer amenazaba con devolverse.

—¡No! ¡¿Cómo se te ocurre?! ¡Por supuesto que no!

La miré como diciendo ¿pues tú cómo crees que se me ocurre?

—Ok, sí, admito que hice de todo para llamar su atención, pero él nunca cedió. Te amaba de verdad. Aún te ama.

«Ya para qué», pensé.

—Así que eso fue todo... —afirmé.

—Sí, amiga, lo siento. No quise vengarme de ti.

No Quise Vengarme De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora