Jungkook llega a casa de Jimin con una cajita en manos, alegando que Taehyung le va a pedir matrimonio a su novia y que debían hacer algo antes de que sea demasiado tarde, ya que a ninguno de los dos le agrada la idea. Mucho menos a Jimin, que lleva...
"Cada vez que tengo dudas, miro tus ojos y automáticamente entiendo por qué sigo aquí, por qué no quiero soltarte, ni dejar que me sueltes"
Pero Jimin sentía que no era recíproco. O bueno, por más duro que sonara, lo sabía.
Llevaba más de ocho años detrás de Kim Taehyung. No fue algo que precisamente esperaba, como si ya fuera lo suficiente difícil tener que abandonar su ciudad natal y embarcarse a una totalmente desconocida, para hacer como si nada, siguiendo cabizbajo los mandatos de su familia. Pero no fue tan malo después de todo. No lo fue cuando un chico de bonita sonrisa geométrica le prestó su lápiz e invitó a sentarse junto a él en su primer día de clases. Jimin nunca amó tanto las matemáticas y las figuras justo en ese momento; la verdad, en lo que restó de su vida. Le siguieron los 18, los 19, la universidad, la independencia...
Ahora con 25 años, le siguieron lágrimas y un corazón roto cada vez que observaba a la perfecta novia de Taehyung. Porque no siempre el amor está de tu mano, menos ser Jiminsexual (por el lado de Tae). Digamos que el rubio se siente medianamente acostumbrado. Un noventa y nueve por ciento seguro de que puede vivir así, presionando sus labios en una perfecta línea para callar sus sentimientos y esas voces que lo empujaban a querer luchar por la atención y el amor, de Kim Taehyung.
Pestañea confundido, bajando de sus depresivas nubes a las que solía subir cada vez que miraba a la nada o se concentraba mucho en un objeto, así como hacía ahora mismo con la tv prendida enfrente suyo, anunciando el final de la película que estaba viendo. Si no fueran por las lágrimas que se deslizaban por sus regordetas mejillas, se mostraría indiferente a su estado de ánimo.
Pero, ¿que más podía hacer?
Esa misma pregunta rondaba por su cabeza desde hace años.
Deja caer su frente sobre el cojín y se dispone a deprimirse más, pero la voz de Jungkook interrumpe sus pensamientos emos, junto a unos incesables golpes fuertes en la puerta que incrementan los pulsantes dolores en su sien.
—Ya voy, ya voy... —gruñe, levantando sus brazos hacia arriba, para desperezarse. Los golpes no se detuvieron—. QUE YA VOY, IDIOTA.
—Qui yi viy idiiti —escuchó a cinco pasos de la puerta. Ganas no le alcanzaron para dejarlo afuera, pero prefería no seguir tentando a que fuera capaz de hasta tumbar la puerta o clavar su nariz en sus ventanas—. Hace frío, abre ya. Tengo algo interesante~
