Prefacio

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Phil echó la playera a un lado, dejando que Dan lo ayudara a quitarse el pantalón desde la alberca.

—¿Hoy si vas a mantener los boxers, Phily?— se burló el castaño, colmillos blancos mostrándose—. Vamos, no seas así, no hay nada que no haya visto.

  El pelinegro sabía que se había sonrojado aún sin el guiño del otro chico.

—Oh, shush, Dan. Estamos en un área pública.

—De noche, nadie va a vernos.

—Y queremos esconder tu cola, no la mía.

  Dan rió entre dientes.

—Aburrido.

  Phil rodó los ojos, sonriendo de esa manera que traía loco al tritón.

—Te encanta.

  Dan decidió no responder, mejor tomando ambas piernas de su novio y jalándolo consigo al agua.

  Era increíble, lo mucho que habían logrado avanzar, hace seis años jamás hubiera creído que el escapar de su casa a medianoche lo llevaría a este momento, sin embargo aquí estaba.

  Phil, quien parecía conocerlo mejor que él mismo, se acercó a depositar un mojado beso en su mejilla.

—¿Sigues pensando en ello?—preguntó, el azul de sus ojos sobresaltaba aún más con lo cristalino del agua tan cerca a ellos, Dan tuvo que morderse el labio para no morderlo a él.

—Siempre—suspiró, pasándose una mano por el cabello.

—Algún día va a estar mejor. 

  Dan asintió, aún sin estar convencido. Justo ahora, sintiéndose tan vulnerable, no podía evitar que la imagen de Adrián apareciera detrás de sus párpados cada vez que cerraba los ojos. Un castaño con ojos ámbar y escamas doradas completamente solo en la habitación de un hermano que hace años no veía, desamparado y sin nadie con quien compartir el dolor. 

  No quería llorar ahora, no tan cerca de Phil, de todas maneras. Jamás soportaría el hacerle daño.

  Su tren de pensamiento se vio interrumpido por un chapuzón, una risa mal escondida y un pelinegro mojado hasta los huesos, piel traviesa haciéndose camino entre toda el agua hasta detenerse justo a su lado.

  Pudo sentir a los pies de Phil rozando su cola, cazando las escamas brevemente antes de alejarse tan rápido como habían llegado.

—Sirenoman—susurró, empujando la lengua contra los dientes y arrugando los ojos.

  Dan rodó los ojos.

—Odio Bob Esponja.

  En ese momento, bajo las luces titilantes de la alberca escolar y la risa de Phil en los oídos, Dan se permitió echar la cabeza hacia atrás y cerrar los ojos.

  La imagen de su hermano no tardó en hacerse presente.

Ahógame.  » Dan Howell / Phil Lester «Where stories live. Discover now