Dejé que las palabras fluyeran a través del aire, y me fui. Definitivamente, no iba a dejar que me mangoneara. ¿De qué demonios iba? La tristeza había pasado a ser enfado, y quería respuestas. Llegué a mi habitación y me dio la sensación de que iba a desmoronarme. No había hablado con él desde aquella pelea, aunque no sabía si considerarla como tal. Yo no había hecho nada malo, había sido él el que de repente había decidido cambiar de actitud. Fui hacia su habitación, y oí una risa femenina al otro lado de la puerta. Puse la mano en el pomo y lo giré. Vera estaba coqueteando con Nicco. Para empezar, ¿qué hacía Vera en su habitación? Él sonreía, y ella se limitaba a darle toquecitos y a corresponderle con otra de sus sonrisillas pícaras. Cuando me vio entrar, le abrazó, y le pasó un brazo por la espalda, mirándome triunfadora. Crucé miradas con Nicco, que parecía haber entristecido ínfimamente. Tienes que estar de broma, pensé, y él lo oyó, pero no cambió su expresión. Él habría sido buen actor. Eres un imbécil, le espeté, aunque Vera no podía oírlo. Me giré sobre mis talones y me fui de aquella sala que estaba empezando a darme claustrofobia. Levanté los muros, y pensé que me seguiría para explicarme que todo había sido un malentendido y que sentía haberme mirado así la vez anterior que nos vimos, pero no lo hizo. Ni en aquel momento, ni durante lo que quedaba de tarde. Me metí en mi habitación de nuevo, y me quedé dormida entre mis propias lágrimas.

A la mañana siguiente no fui a desayunar, aunque aquello no era una novedad dado que casi nunca lo hacía. Cogí uno de los libro e intenté concentrarme en la lectura, aunque me fue un poco difícil. Fui al baño y me miré al espejo. Estaba pálida, pero no ojerosa ni con aspecto cansado. Me metí en la ducha lavé mi pelo con cuidado. Cuando salí, me dediqué a fondo en dejar que mi cabello quedase lo mejor posible. Lo cepillé dulcemente y, una vez hube terminado, me vestí con mi uniforme. Eran las once y media, y no era un buen plan quedarse esperando y deprimiéndome en mi habitación hasta las cinco de la tarde.

Salí de mi apartamento, con el corazón a cien. No había prácticamente nadie, salvo el Jefe, y no quería parecer tristona, por lo que me dediqué a actuar con toda la normalidad posible.

-¿Dónde están todos? – le pregunté.

-Se han repartido para entrenar. Les he contado en el desayuno todo y han reaccionado de muy buena manera. Hasta tus amigos, los humanos, se han ofrecido para ayudarnos todo lo posible.

Asentí.

-A las cinco hay otra reunión, y estoy preparándome. Conoceré a nuestros aliados.

-¡Perfecto! – Exclamó sonriente – Nosotros tendremos que empezar a viajar para informar a los demás campamentos. Convocaré una reunión en algún lugar desconocido y oculto. – Puse los ojos en blanco, amistosamente. – Lamento que estés cansada de reuniones, pero es lo que hay, Thunderbolt.

Reímos los dos, y él volvió a su oficina. Supuse que era la única que no estaba más o menos obligada a ir al entrenamiento. El Jefe se había vuelto más comprensivo, al menos conmigo. Cuando me quedé sola, me restregué la mano por la cara.

-¿Qué hago yo ahora con mi vida? – murmuré para mis adentros.

-Od... Yo... - oí la voz de Nicco a mis espaldas.

Tensé la espalda, aunque mis alas no estuviesen a la vista, y tragué saliva.

-Ni te atrevas – le amenacé.

Eché a andar, hacia ningún sitio en especial. Él dio un par de pasos acelerados y me cogió del brazo para girarme y así poder mirarme a los ojos. Pegué un tirón fuerte y me libré de él. Paré el tiempo y me fui a mi habitación. Después, hice que el tiempo volviese a correr de nuevo. No quería que nadie me siguiese, y no necesitaba que me molestasen con habladurías, o al menos de es convencí, aunque la verdad es que no me apetecía mirarle a los ojos y recordarle flirteando con Vera. Definitivamente, necesitaba apartarme de mundo, e hice lo que menos me esperaba hacer. Fui a la chocita con la que tanto me había encariñado y me senté en mi silla. Todo había vuelto a la normalidad, y solo quedaban su silla y la mía. La puerta de entrada permanecía cerrada, como siempre. Cerré los ojos y me di cuenta de que ya no estaba sola.

La Reina Perdida [SC #1]Where stories live. Discover now