Capítulo 3

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Ya estábamos en septiembre y... Dios... Primer día de colegio. De vuelta al mundo en el que la ropa y las redes sociales importaban. Que ilusión, pensé. Lo único que me emocionaba mínimamente era que iba a ver a mi mejor amiga, Kim y a Gabriel, a los cuales no había visto en todo el verano. Kim y yo éramos las típicas Barbies de instituto. Populares y, según la gente, guapas. Kim tenía la misma estatura que yo (ambas éramos altas) y tenía el cabello rubio y los ojos azules muy oscuros. Las dos teníamos una media de sobresaliente y a la mayoría de nuestros profesores de rodillas. Aquel día me puse unos pantalones negros y rotos por las rodillas con un suéter a rayas blancas y grises, acompañados de unas zapatillas negras. Cogí la mochila llena de material nuevo y salí caminando hacia la parada de autobús, el cual me llevaría hasta el colegio. Allí me encontré con Kim, que llevaba unos pantalones blancos ajustados y una sudadera granate a juego con sus zapatillas.

-¡Kim!

-¡Od! – Exclamó mientras soltaba la mochila y venía a darme un abrazo - ¿Qué tal tu verano?

-Bien – dije –. Un poco desastroso, pero bien. ¿Y el tuyo?

-Increíble. Me fui a esquiar al norte y fue genial.

-Qué envidia – dije pensando en los fascinantes poderes que ya había aprendido a controlar (bueno, más o menos).

-Ya.

Reí.

-Si tú supieras la cantidad de cosas de las que me enterado... – como por ejemplo que tengo poderes mágicos.

-¡Infórmame ahora mismo de todo!

-Mmm... No puedo decir nada

-¿Qué? ¿Cómo que no puedes decir nada?

-Son secretas – intervino Cam, que, aunque iba dos cursos por delante de nosotras, iba al mismo instituto y tenía el mismo horario, por lo que también tenía que coger el autobús.

Kim le miró con desprecio.

-De acuerdo.

Kim no era muy amiga de Cam, ni él de ella. Se conocían de vista y de haber hablado un par de veces por mí, pero nada más. Mis mejores amigos no se llevaban muy bien entre sí... Irónico, ¿no?

Cuando llegamos al instituto cada uno fue a la clase que le correspondía. Kim y yo teníamos literatura a primera, por lo que nos fuimos al aula éste de uno de los edificios. Allí nos encontramos en el señor Greenbay. El señor Greenbay era un vejestorio deseando pedir la dimisión. Parecía odiar a todo alumno, excepto (obviamente) a Kim y a mí.

-Señoritas – nos saludó cuando entramos.

-Buenos días, profesor – dijimos Kim y yo al unísono.

Nos sentamos en dos sitios al final de la clase. Eran algo parecido a nuestros asientos por excelencia porque siempre nos sentábamos ahí. Además, al estar sentados por parejas, era más fácil dejar claro de quienes eran esos sitios.

-Hola Odette – me saludó una chica a la que no conocía.

-Hola – dije alegremente. Era mejor caerle a todos bien, por si acaso. Todavía tenía grabada la advertencia de aquella mujer en la cabeza.

-¿Qué tal tu verano? - ¿Por qué no paras de hablarme?

-Bien...

-Me alegro – Y yo, no te fastidia.

-¿Y el tuyo? – dije sonriente.

-Ha estado muy bien, he ido a...

Por suerte para mí, no tuve que prestarle más atención. La dije por señas que me hablase luego porque sabía que no lo haría y simulé que prestaba atención a lo que decía nuestro profesor, que mandó callar a todos los que estábamos en la sala.

La Reina Perdida [SC #1]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt