Capítulo 20

31 2 0
                                    

La noche antes de la reunión no dormí muy bien. Había practicado lo de ir a otros universos unas cinco veces porque temía que se me hubiese olvidado, pero, no sabía por qué, no me había atrevido a ir al universo que me habían dicho. ¿A qué se refería con que sabría a dónde ir? Me lavé la cara varias veces y me puse mi uniforme hecho a medida. No confiaba en aquellas personas y, además, debía estar preparada en caso de que las cosas de desmadrasen, aunque no creía que aquello sucediese. Aquella gente no inspiraba confianza, pero tampoco temor. Bajé temprano a desayunar. El Jefe me esperaba allí.

-Me informarás de todos los detalles de la supuesta reunión, ¿de acuerdo?

Asentí y engullí toda la ensalada de frutas que había cogido con rapidez. La reunión era a las doce, al mediodía, pero mi intención era estar allí diez minutos antes. Una vez hube terminado en el comedor, fui hacia los apartamentos y, por primera vez en mucho tiempo, subí por el ascensor. Aquel día me sentía capaz, aunque no sabía de qué. Me senté en mi nuevo sofá. Me habían proporcionado otro, pero seguía teniendo el viejo chamuscado en mi habitación, que gracias a Dios era lo suficientemente grande para tener en su interior una cama doble, una ventana y ese montón de cenizas. Miré el reloj que había en la habitación. Las nueve y veinte. ¿Y ahora qué hago?, pensé. Suspiré, cerré los ojos y me restregué las manos por la cara de forma descuidada. No podía irme a entrenar porque no quería presentarme en la reunión sudada, y sabía que no me daría tiempo a ducharme. Oí unos toquecitos suaves provenientes de la puerta, y como esta se abría segundos después.

-¿No deberías estar protegiendo a Vera, o enseñándola a hacer lo del bloqueo mental? – le pregunté fríamente a Nicco.

Él suspiró.

-Ya te he dicho que es solo por la tarde – dijo mientras venía y se sentaba  junto a mí en el sofá -. Vengo a decirte que tengas cuidado con esos tipos. Y, de paso, te digo que pares de estar celosa.

Le miré y puse una mueca.

-No estoy celosa. – Estoy más que celosa, pensé con el bloqueo mental activado.

Pasó su brazo por mis hombros y me dio un beso en la mejilla.

-Además, me gustaría pasar un rato con mi novia, ¿sabes?

Bufé.

-Pues vete con Vera.

Él rio y me dio un corto beso en los labios. Me acurruqué contra él. Aquello era un paso. Me había llamado novia. La verdad es que me sonó extrañísimo. Como si me estuviesen hablando en otra lengua. La palabra novia era demasiado... humana. A mi parecido, estaba humanizada, y yo había dejado mi humanidad muy lejos del lugar en el que me encontraba. Se había ido junto con mis padres y mis hermanos. Me sonaba extraña. Era como si volviese a estar en mi instituto, con mis amigos humanos y mis profesores humanos. O en El Callejón, fingiendo que Cam era mi novio, aunque ambos sabíamos que aquello no sucedería jamás. Pero... en aquella época lo único que nos preocupaba era la popularidad. ¿A ti, querido lector, te suena de algo? ¿Nunca te ha sucedido? Los flashbacks me producían nostalgia. Cerré los ojos y me imaginé a Kim y a mí caminando el primer día de clase por el pasillo. Recordé la carrera que me pegué al ir corriendo a casa de Cam para decirle que tenía poderes. Y su cara cuando le enseñé un mechón de pelo castaño que se suponía que debía estar rojo como el fuego. Pero no todo era malo. Habría vivido una mentira. Los que no saben, generalmente, viven más felices, pero como el dicho dice: la curiosidad mató al gato. Siempre había pensado que el gato fue listo porque murió sabiendo, y que era mejor morir sabiendo que vivir siendo un ignorante, pero en aquel momento me lo replanteé.

-¿En qué piensas? – me preguntó Nicco.

-En nada en especial... ¿nunca se te había ocurrido pensar... cómo sería tu vida sin poderes?

La Reina Perdida [SC #1]Where stories live. Discover now