Capítulo 2

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-Cambiatonos – dijo mi madre.

Aquel era el término que había utilizado para definir lo que yo era.

-Son... Sois – se corrigió mi padre – una raza oculta sobrenatural con habilidades. Lo que a ti te ha pasado hoy es denominado cambio. Cuando uno de los vuestros cambia, por así decirlo, muestra sus habilidades. Cada parte del cuerpo de un cambiatono que se altere en el cambio representa una habilidad diferente.

Yo asentí, interiorizando la cantidad de datos que se me estaba proporcionando. La historia comenzaba a agradarme.

-Entonces, si sabíais que tarde o temprano cambiaría, ¿por qué os asombrasteis tanto cuando me visteis en mi forma...?

-Cambiatónica – me ayudó mi madre.

Mis padres se miraron. Eso no era buena señal.

-Normalmente, los cambiatonos solo tienen una o, como muchísimo, dos habilidades – dijo mi padre.

-Ah, ya lo pillo. Yo tengo cuatro, no una ni dos.

-Exacto.

Mis hermanos escuchaban atentamente cada palabra que salía de las bocas de mis padres. Ellos lo sabían, pensé. Cam, que continuaba en mi casa, miraba a todos lados, como si estuviese viviendo un sueño.

-Entonces... Soy el ser más poderoso que hay sobre la faz de este planeta... ¿no?

Comencé a sonreír ampliamente. Aquella idea me encantaba. Nadie podría vencerme, aunque antes debía aprender a controlar todo lo que me estaba pasando porque tampoco quería ir por ahí matando a gente inocente. Mis padres me miraron como si estuviese loca y luego continuaron aportando datos.

-No lo sabemos. Pero no es eso lo que deberías pensar, sino que, probablemente, habrá mucha gente que quiera matarte porque...

-Todo lo desconocido ha de ser exterminado – finalicé.

Entonces, una pregunta comenzó a rondar por mi cabeza.

-Esperad un segundo – dije –, ¿cómo sabéis todo esto? ¿Hay alguien más en la familia que sea como yo?

Mis padres meditaron la respuesta, al igual que mis hermanos, que por algún extraño motivo no habían aportado absolutamente nada en toda la conversación.

-Ahora es cuando me decís que soy adoptada.

Mi madre rió.

-No... No eres adoptada, pero tampoco eres nuestra hija biológica.

-Tus padres biológicos son parientes lejanos de tu madre – añadió mi padre –. Un día, apareciste en la ventana de la cocina, dónde, en aquel momento, se encontraba toda la familia. Había un pequeño sobre que contenía una carta. Esta relataba todo lo que te estamos contando a ti en estos momentos.

-Entonces... ¿dónde están tus padres biológicos?

Cam acababa de hablar por primera vez, y me miraba entre curioso y fascinado.

-Eso, eso. ¿Dónde están ellos?

Mi madre agachó la cabeza.

-En la carta no lo especificaba del todo – murmuró.

-¿Del todo? Eso significa que algo decía.

Ella asintió lentamente.

-Mencionaba algo de que tú tendrías una habilidad heredada, cosa que no suele pasar muy a menudo. También decía algo de una amenaza, aunque no especificaba cual era. Simplemente, insistía en que te mantuviésemos al margen todo el tiempo posible y que, en algún momento dado, alguien de tu raza vendría a por ti.

En aquel momento me sentía confusa. Cam me pasó un brazo por los hombros y me sonrió, de tal manera que se asegurase de que sabía que él me apoyaría en todo momento, aunque el precioso momento no duró mucho, ya que mi hermano Nick comenzó a mirarle con odio. Entonces, me percaté de que ni siquiera sabía con exactitud cuáles eran mis habilidades. Supuse que las alas me permitirían volar, que el pelo color escarlata mostraba mi habilidad sobre el fuego y los ojos prácticamente incoloros mi habilidad sobre el agua, o el hielo o ambos, pero... ¿qué significaban los labios color granate? ¿Sería esa la habilidad heredada de la que mis padres hablaban?

Todo se paró en seco. Cuando digo que todo se paró, es literal. Todo quedó inmóvil durante... No sabía siquiera cuanto tiempo. Era como si este no corriese. Comencé a pasear por mi casa y a observar a mis hermanos y padres completamente quietos. Salí a la calle, y lo comprendí todo. El cielo no era azul, era del mismo color que mis labios en mis forma cambiatónica. No daba crédito, ¿había parado el tiempo? ¿Sería esa la habilidad heredada de la que mis padres hablaban? La salida de aquel mundillo fue sencilla. No sabía como había conseguido parar el tiempo, pero hacer que este se descongelase fue muy fácil: lo único que tuve que hacer fue concentrarme en mi corazón, que ni siquiera palpitaba. Cuando el tiempo estaba parado, me convertía en una especie de ser inmortal, ya que, si mi corazón no latía, no habría manera de matarme. ¿Funcionaría igual con las demás personas? Tampoco me paré a pensarlo mucho. Una vez hube descongelado el tiempo, me di cuenta de que seguí fuera de mi casa. Entré corriendo en ella y vi las caras de mis padres y hermanos inundadas por la confusión, pero la más graciosa fue la de Cam.

-¡Chicos! - grité, haciendo que se diesen cuenta de que estaba allí -. ¡He parado el tiempo! ¡Puedo para el tiempo!

Comencé a dar saltitos y a apretar el cojín más cercano.

-Desde luego. También puedes quemar cosas y dominar el agua.

¿Cómo demonios sabían eso? Ellos no podían leerme el pensamiento, y estaba segura de que no había compartido aquella idea con ninguno de ellos. Les miré extrañada y después comencé a reír. Fuera estaba lloviendo. Parecía el diluvio universal, y eso que hacía apenas dos segundos el cielo estaba totalmente despejado. Además, el cojín que había estado sujetando había prendido en llamas. Fue un momento que jamás olvidaría.

La Reina Perdida [SC #1]Where stories live. Discover now