XXV

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Ver a Lucas todas las mañanas y que me salude con un frio "Hola" es lo más doloroso que hay. Y como soy media masoquista, me permito imaginar que hubiera pasado sino le hubiera pegado aquella vez.

Tal vez nuestros "Holas" serían más cariñosos rozando lo cursi.

Soñar es gratis. Dice una voz en mi cabeza. Ultimamente las voces cada vez son más claras y me recuerdan que están allí cada vez que pueden. Llega a ser insoportable, principalmente en la noche cuando intento dormir.

Vuelvo la vista a mi ordenador e intento encontrar las palabras corretas para recitar un mail en donde le digo al sujeto que debe venir al despacho por violar su libertad condicional.

Que irónico...

Esta vez estoy de acuerdo.

No se aleja mucho de como lo estoy pasando ahora. Se podría decir que tengo empatía por este sujeto.

— ¿Ya están las citas? — me interrumpe mi jefa. Von toda la vergüenza del mundo niego con la cabeza. Ella suspira irritada. — Tienes veinte minutos.— sentencia y vuelve a meterse en mi despacho.

***

— Si necesitas algo solo llamame, hablo en serio.— dice Lauren dandome un beso en la mejilla.

Hoy me reporté enferma en el trabajo.

Más bien enferma mental.

Ignoro ese comentario y me doy vuelta.

Escuchar la voz de mi jefa me hizo sentir peor de lo que ya estaba.

Últimamete no me siento bien. Estoy comiendo poco y las voces hacen comentarios hirientes. Incluso me hacen llorar, y eso tiene muy preocupada a mi compañera de piso.

***

— ¡Seraphina! — exclama mi jefa haciendome sobresaltar. Estoy sentada en la silla de mis escritorio repasando su agenda porque en estos días estoy olvidando todo.

— Si señora.— respondo mirandola apenas a los ojos.

— Este documento está mal, horroroso. Corrijelo y traelo de nuevo.— dice haciendome sentir una inútil — Te pago para que hagas bien tu trabajo.—

Una vez que termina de decirme eso, vuelve a entrar en su despacho y cierra la puerta de un golpe que me hace sobresaltar de nuevo. Resoplo y vuelvo hacer el documento que solo tenia cinco errores. Y eran de ortografía.

***

— Traéme un café Latte y luego pídele a Allen el caso que le dije que me envíe ayer.— me ordena la señora Morgan. Ya no hay "por favor" o "serías tan amable...", no. Ahora son todo ordenes y "largo" una vez que termina. Como me lo está diciendo ahora.

Todo va de mal en peor.

***

— ¡Seraphina! — grita mi gefa por millonesima vez en el día. Incluso hace que me sobresalte.

Suspiro y trato de no hablar más de lo necesario. Me pongo de pie y me aliso la falda antes de entrar en su despacho.

— ¿Necesita algo? — pregunto una vez que estoy frente a su escritorio.

La señora Morgan ve como a un insecto.

Lo que necesita es un puñetazo en el medio de su arrugado rostro.

Cierren la boca.

— No sé que pasa en esa cabeza tuya pero no es tan difícil recordar que debes avisarme de los cambios de mi agenda.

>> Para hoy tenía tres reuniones de las cuales me acabo de enterar que las tenía porque no asistí. — dice con los diente apretados. Supongo que para mo gritar. La tención en su cuerpo es muy notable.

Cierro los ojos con pesar y asiento.

Es verdad, me han adelantado tres juntas y olvide anotarlas por estar muy pendiente del secretario del señor Allen.

— Esta es la última vez que te la dejo pasar.— escupe y luego me vuelve a echar con su "largo".

Salgo a paso apresurado y cierro la puerta con los ojos llorosos.

Esto es una mierda.

¿Y hasta ahora te das cuenta?

Basta. —

— ¿Qué hice? —

Me sobresalto por la pregunta de Lucas.

Mierda.

— Lucas.— digo secandome los ojos con la mano de forma torpe y apresurada. Siento calor en las mejillas.

— ¿Estas bien? —me pregunta acercandose mas a mi.

Y exploto en lágrimas silenciosas.

— No.

>> Escuchame por favor. Se que he sido una mierda contigo y lo siento mucho. De verdad.

>> Pero me duele verte todos los días y no ser los mismos de antes. — digo con un nudo en la garganta — Me duele no volver a saludarnos, no encontrarnos en la fotocopiadora y charlar sobre tu numerosa familia.

>> Y más me duele es no poder explicarte todo por miedo a volver a perderte para siempre.—

Él pestanea. Es lo único que hace. En sus ojos puedo notar cierta confusión y no lo culpo.

— No hace falta que digas nada. — digo tomando unos papeles de mi escritorio. Tengo trabajo que hacer.

Ocultas por el sol Where stories live. Discover now