Capítulo 5

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  Le observé asustada. Respiré profundo y simplemente solté con liviandad al fin y al cabo el tipo sabría si yo le mintiera, era mejor no retardar lo inevitable.

- Quizás no vayas a creerme... - le observé y luego a mis manos – bueno... soñé con ella hace días. – cerré los ojos de lástima al ver el dolor reflejado en su rostro, cosa que en el era nuevo. – sé... cuánto dolor puede causarte esto.

- ¿Cómo? – Me estudió. Finalmente asintió girando. – Holland...

- Por favor, no vayas a lastimarlo. Lo hizo por insistencia mía...

- ¿Por qué lo lastimaría? Es un anciano, no soporta ni madrugar. – le resto importancia apretando su frente.

Respiré profundo, relajándome un poco más.

- Estaba muy angustiada, no pude dormir esa noche. – Miré a la pared fría

- El mar pudo haberte hecho travesuras... - insistió el.

- No lo sé, no me he mareado siquiera. Y el sueño resultó ser igual a... bueno, como ella desapareció...

Respiró profundo como si aguantara duramente una patada al estómago.

- Seguramente fueron los relatos de Holland, el mar hizo el resto. – Escupió con sorna.

- Holland no me había contado nada... - le objeté firmemente. – ni siquiera sabe como lo soñé y hasta según el, esa habitación estaba cerrada.

Alzó una mano mirándome incrédulo.

- ¿Habitación? ¿Su habitación?, no. Debieron ser... - parecía buscar una palabra lógica – no se, cosas del mar. Eso no puede ser posible.

- No estoy mintiendo. Yo no miento, pregúntale a Holland, el fue quién me encontró allá.

Ladeó el rostro,

- Holland... - llamó suavemente. - ¡Holland! – gritó fuerte.

Cerré los ojos de improviso. A los pocos segundos, Holland apareció en la puerta con un par de manteles en un carrito.

- Dígame, joven. – Negué ante la impaciencia del pirata y la tranquilidad absoluta del anciano.

Pero que falta de modales.

- ¿La habitación rosa se mantiene cerrada? – Holland miró hacía mi, y luego acomodó los lente en su lugar del puente.

- Estaba por preguntarle de ello. Debió haberse pasado, cosa de edad, supongo. – Carraspeó. - ¿Usted...? – sugirió.

- ¡¿Estás insinuando que la dejé abierta?! Sabes tan bien como yo lo que me provocaría entrar a esa habitación, ni siquiera me he asomado ahí al menos en cincuenta años. ¿Fuiste tú acaso?, para asearla, o lo que sea.

- No he entrado a tal lugar sin su permiso, y es el único con llave. ¿O me equivoco?

- No... - le miró fijamente. - ¿Entonces, qué? ¿Un fantasma?

Holland alzó los hombros.

- Ya sabe que no creo en ello, pero ciertamente no fui yo.

O'Malley le observó fijamente y luego aflojo su rostro.

- Sabe muy bien puede verificar si miento. No me angustia en lo absoluto.

- ¿Entonces lo que dice es cierto? – señaló hacía mí.

Saga Delucios: La Leyenda de O'MalleyWhere stories live. Discover now