Le observé asustada. Respiré profundo y simplemente solté con liviandad al fin y al cabo el tipo sabría si yo le mintiera, era mejor no retardar lo inevitable.
- Quizás no vayas a creerme... - le observé y luego a mis manos – bueno... soñé con ella hace días. – cerré los ojos de lástima al ver el dolor reflejado en su rostro, cosa que en el era nuevo. – sé... cuánto dolor puede causarte esto.
- ¿Cómo? – Me estudió. Finalmente asintió girando. – Holland...
- Por favor, no vayas a lastimarlo. Lo hizo por insistencia mía...
- ¿Por qué lo lastimaría? Es un anciano, no soporta ni madrugar. – le resto importancia apretando su frente.
Respiré profundo, relajándome un poco más.
- Estaba muy angustiada, no pude dormir esa noche. – Miré a la pared fría
- El mar pudo haberte hecho travesuras... - insistió el.
- No lo sé, no me he mareado siquiera. Y el sueño resultó ser igual a... bueno, como ella desapareció...
Respiró profundo como si aguantara duramente una patada al estómago.
- Seguramente fueron los relatos de Holland, el mar hizo el resto. – Escupió con sorna.
- Holland no me había contado nada... - le objeté firmemente. – ni siquiera sabe como lo soñé y hasta según el, esa habitación estaba cerrada.
Alzó una mano mirándome incrédulo.
- ¿Habitación? ¿Su habitación?, no. Debieron ser... - parecía buscar una palabra lógica – no se, cosas del mar. Eso no puede ser posible.
- No estoy mintiendo. Yo no miento, pregúntale a Holland, el fue quién me encontró allá.
Ladeó el rostro,
- Holland... - llamó suavemente. - ¡Holland! – gritó fuerte.
Cerré los ojos de improviso. A los pocos segundos, Holland apareció en la puerta con un par de manteles en un carrito.
- Dígame, joven. – Negué ante la impaciencia del pirata y la tranquilidad absoluta del anciano.
Pero que falta de modales.
- ¿La habitación rosa se mantiene cerrada? – Holland miró hacía mi, y luego acomodó los lente en su lugar del puente.
- Estaba por preguntarle de ello. Debió haberse pasado, cosa de edad, supongo. – Carraspeó. - ¿Usted...? – sugirió.
- ¡¿Estás insinuando que la dejé abierta?! Sabes tan bien como yo lo que me provocaría entrar a esa habitación, ni siquiera me he asomado ahí al menos en cincuenta años. ¿Fuiste tú acaso?, para asearla, o lo que sea.
- No he entrado a tal lugar sin su permiso, y es el único con llave. ¿O me equivoco?
- No... - le miró fijamente. - ¿Entonces, qué? ¿Un fantasma?
Holland alzó los hombros.
- Ya sabe que no creo en ello, pero ciertamente no fui yo.
O'Malley le observó fijamente y luego aflojo su rostro.
- Sabe muy bien puede verificar si miento. No me angustia en lo absoluto.
- ¿Entonces lo que dice es cierto? – señaló hacía mí.
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Saga Delucios: La Leyenda de O'Malley
Short StorySe cuenta una leyenda, se escucha un rumor, cuando se levanta la marea y se escuchan al fondo el aleteo de las velas. Cuidado en el puerto si hay una fémina. O'Malley regresa. Acude cada año a tierra vagando por conseguir a la presa indicada, ¡N...