Capítulo 2

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  El ambiente se aligeró, fui consciente por completo de mí alrededor, pasando la vista por toda la decoración, abrí y cerré los ojos un par de veces, tenía que estar soñando, este barco era como salido de una película de Piratas del Caribe o sí el mismísimo barba negra me diera un paseo por su flota. Coloqué la mano en el pomo de oro ornamentado que daba a la salida por la cual el hombre había ido, pensé si salir o no, finalmente, decidí hacerlo con el corazón atezándome la garganta.

Aquel chirrido me hizo cerrar los ojos, culpándome por el ruido. Al salir, vi una luz celeste y corrí en silencio hacia ella, subiendo los escalones que crepitaban bajo de mí, me deslicé apresuradamente rogando una salida pero al llegar al borde de la cubierta antes de saltar, me sostuve con fuerza de un poste de madera sofocando un grito del susto. Respiré con dificultad, recuperando el aliento lentamente mientras volvía a sentir mis extremidades.

En aquella oscuridad giré el rostro a todas partes y hasta donde mis ojos alcanzaban a ver todo era; agua.

Santo Dios...

- Adelante, intenta huir. – Rió sardónicamente el hombre a lo lejos con la espalda pegada a una pared de las escaleras, sentado en un barril con los pies estirados sobre algo, observando la luna a medida que expulsaba el humo de su pipa a media sonrisa.

Como si esto pudiese volverse aún más épico. – Pensé al ver la pipa humeante.

- Creí estarías arreglándote. – Soltó como si nada, aún inmerso en lo suyo.

- ¿Arreglarme para qué...? – Dije molesta, observándole a el y estudiando alguna forma creativa de huir de ese barco, si tenia que construirme un bote en silencio yo misma lo haría mientras el no estuviera viéndome.

- Para cenar, mujer. ¿Acaso no tienes hambre?

Tragué con fuerza, obviando el dolor de estomago por el hambre contenida, pero el nudo encima de mi estómago evitaba ideara cualquier cosa parecida.

- No... la verdad no. – Respiré profundo llenando mis pulmones del aire marino, cerré los ojos, tratando de calmar todas mis emociones, observé a lo lejos la luna violácea, entre el oleaje, dándome de lleno a mi rostro ya pálido de aquellas circunstancias.

Hubo un silencio perturbador, y giré lentamente mi rostro a el, que me vigilaba en silencio. Como si estuviese pensando alguna cosa rara, estudiando.

- ¿Qué...? – Preguntó molesto sin una pizca de culpabilidad.

Le miré con molestia, obviando lo anterior, observando al frente de mí de nuevo.

- ¿Por qué estoy acá...? – Negué con dificultad, con ojos empañados, pero controlándome. - ¿Qué es lo que necesita de mí?

El se levantó en silencio, limpiando su pipa, y guardándola en un bolsillo lateral, acercándose a mi espalda y juntándose a mi oído lo suficiente para susurrarme.

- Si realmente deseas conocer esos detalles, te sugiero arreglarte. Hace mucho no tengo una buena plática en una cena, y eso es una ventaja para ti. – Se fue alejando de nuevo en las escaleras por las cuales subí. – Holland, te ayudará en lo que necesites.

- ¿Qué? - Antes de seguir ya el había desaparecido.

Ese hombre, no era normal, aunque ni humano fuese, algo en el era demasiado oscuro.

Observé la proa, elevé la mirada a todos los amarres que mantenían las velas sujetadas, rodeando el barco examinándolas. Aquella situación me parecía de lo más confusa y épica a medida pasaban cosas. Ese barco era impresionante, eso no podía negarse. Cuando el frio fue más persistente y frotarme no servía de nada, miré de soslayo las escaleras entendiendo que quisiera o no, debía bajar de nuevo a mi ordenada prisión y tratar de comportarme, al menos hasta acercarnos a un puerto seguro. Irlanda, China, México, ¡Debía bajarme!

Saga Delucios: La Leyenda de O'MalleyWhere stories live. Discover now