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Una vez leí que el último capítulo debía ser siempre el más hermoso, porque era el fin de un ciclo, el fin de algo mágico; y sí una historia empieza bien, debería terminar de la misma forma.

A veces las personas creen que los finales felices no existen porque no les ha sucedido pero en realidad existen múltiples finales felices en la vida. Cada etapa, cada momento, se vuelve un final de algo.

Gastón sonrió al ver a Keyla llegar frente a él, se veía hermosa, más hermosa de lo que ya era, con sus pantalones de jeans y su camisa de a cuadros azul; Keyla no había hecho nada para lucir más hermosa y por esa razón logró cautivar al pelinegro.

La tomó por la cintura con su mano derecha y usó la izquierda para acariciar lentamente su rostro.

— ¿Vamos por un café? —le preguntó ella con una pequeña sonrisa en su rostro. Gastón asintió y la tomó de la mano para llevarla hasta el auto que su padre le había prestado.

—Cuando me gradúe, este bebé será mío—le dijo una vez dentro mientras tocaba el volante con esperanza—. ¿Café en la Clave de Sol o café en Venium?

—Venium, escuché que hacen muy buenas limonadas—respondió.

—Pero si a ti no te gusta la limonada.

—Pero escuché que hacen buenas—lo miró y Gastón se rió, asintió para luego encender el auto y manejar hasta el café nombrado.

Cuando llegaron, él se bajó primero para abrirle la puerta, Keyla se sintió un poco emocionada por el acto y tomó su mano para así entrar juntos al local.

Gastón se acercó a la barra y pidió dos cafés mientras que ella se sentó en una de las mesas a esperarlo; cuando él llegó, colocó las dos tazas en la mesa y se sentó al frente de ella

—Iba a pedirte limonada para que probaras que tan buenas son en realidad—ella se rió y negó.

—No podría tomarla completa.

—Lo sé—sonrió y le dio un sorbo al café—. Esto es lindo—tomó su mano.

— ¿Qué es lindo?

—Nosotros dos—respondió y subió la mirada—juntos—la miró y le sonrió. Estaba tan enamorado de ella que se le notaba.

—Me gusta eso, nunca había conocido a un chico como tú.

—Y yo nunca había conocido a alguien como tú—respondió y le dio un sorbo a su café—. Sabes Key, quizás sea muy pronto pero realmente has cambiado mi vida para bien.

—Digo lo mismo. Soy otra chica—él negó.

—Eres la misma chica que se acercó a preguntarme si aceptaría una cita de una chica que no me gustase físicamente—ella se echó a reír, se acordaba muy bien de ese momento.

—Estoy segura de que pensaste que estaba loca.

—Lo pensé—respondió—, pero me pareció muy original de iniciar una conversación.

—¿En serio?

—Lo fue, además, en ese momento fue como algo mágico, ¿no lo crees? Creo que por eso volviste

De cierta forma era cierto, había vuelto a buscarlo y pensó que si lo encontraba era algo del destino.

Cuando terminaron de tomar el café, ella le dijo para que fueran a su casa, cosa que Gastón aceptó sin problema, como su casa no quedaba tan lejos, tardaron sólo unos diez minutos en llegar.

—Mi papá debe estar en su cita, seguramente llegará más tarde—le dijo ella, el pelinegro asintió y ambos se bajaron del auto para entrar a la casa de la chica—. ¿Qué quieres hacer?

— ¿Vemos una película?

— ¿Qué tal en mi habitación?

—Me gustaría—le sonrió y Keyla tomó la mano del pelinegro para caminar hasta su cuarto. Una vez dentro se acercó a él para besarlo.

El cuerpo del chico se estremeció por su tacto, tenía las manos frías y se las tomó para continuar besándola.

—Keyla—susurró entre el beso—, te amo.

—Yo también te amo—le dijo entre besos.

Sus besos eran cálidos pero intensos, eran como una mezcla de adrenalina y dopamina que lograba que Gastón se exaltara. Él empezó dejando pequeños besos sobre el cuello de la chica y poco a poco iba bajando. Las manos de Keyla empezaron a temblar en un intento de subirle la franela al pelinegro, este se rió por la torpe jugada de su chica y terminó quitándosela para luego volver a besarla.

Gastón la llevó a la cama y se sentó con ella. La miró por un momento y se acercó a besar su mejilla, luego le dio un pequeño toquecito a su nariz.

—Me encantas, Key—susurró.

—Tú más a mí—volvió a besarlo.

Y así fue como Gastón poco a poco volvió a besarla, jugando con sus manos provocando reacciones en Keyla que nunca había sentido antes. De la misma forma ella intentó jugar un poco con él pero sus movimientos eran torpes haciendo que Gastón sonriera en cada acto que ella hacía. Cuando terminaron y quizás por el poco tiempo que podían tener solos, Keyla entró al baño luego de haberse vestido para acomodarse un poco y no levantar sospechas en su padre; al salir vio a Gastón también arreglado sentado en la cama esperándola. Le sonrió y se acercó a él.

— ¿Te digo algo curioso? —le preguntó, Gastón asintió—. Nos conocimos gracias a que quería salir con otro chico.

— ¿Te digo algo más curioso? La primera vez que te vi pensé que eras hermosa y agradecí que volvieras acercarte a mí—confesó—, aunque también me molestaba un poco verte, porque me gustabas.

—Sé que soy una persona muy intensa, pero quería tener consejos para hablarle a Evan.

—Y nunca los usaste.

—Los usé contigo—le dijo y sonrió—, aunque de cierto modo nunca supe qué era lo que quieren los chicos—Gastón la miró unos segundos para besarla.

—Los chicos quieren una chica como tú.

¿Fin?

Lo Que Quieren Los ChicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora