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LA VELA

Paso el tiempo y entraban y salían personas de la tiendecilla, siempre las mismas personas.
El hombre miró el reloj con un poco de cansancio, ya eran las siete de la tarde y llevaba trabajando desde las seis de la mañana.
Se sento en una butaca esperando que dieran las ocho para así poder irse a casa por fin, cuando entro una anciana, con muchas arrugas en la cara.
-¿Perdona me puedes dar una barra?
-claro señora, serán 10 libras.
- Disculpame pero no tengo dinero ...
Dijo la ancianita a la vez que agachaba la cabeza.
-Bueno, coja la barra de pan, será gratis, y ya me dará las libras algún día.
Dijo el hombre con una sonrisa muy poco sincera.
La viejecita saco de su cesta una vela negra y se la dejo en la mesa.
-Dilcupa ... pero ¿la vela?
La ancianita que estaba abriendo la puerta se giro levemente y le dijo:
- Cuando allá luna nueva enciende la vela, luego coge un papel y en el pon tu mayor deseo, luego quema el papel y deja que la vela se consuma.

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