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Nota: Para una mejor experiencia, escuchar la canción conforme las memorias de los chicos van apareciendo.


En cuanto quisieron pedir explicaciones de lo que estaba sucediendo, la Elizabeth que le sonreía de frente alzó la mano y al igual que aquella vez que Erin cayó al suelo inconsciente, todos lo hicieron esta vez. De eso, ya había pasado cerca de una hora.

Elizabeth y Caitlin fueron llevadas al sótano junto a Erin que también se encontraba inconsciente. Mientras que Estefa y Erik fueron encerrados en la cabaña. 

Estefa fue la primera en recuperar la consciencia. Volvió en si poco a poco y se levantó del suelo tambaleándose. Estaba segura de que la nevada pronto caería, el frío comenzaba a volverse insoportable. Se cruzó de brazos desorientada, tratando de calentarse cuando vio a Erik tirado cerca de una de las ventanas, con los labios morados a causa del frío. 

Se apresuró hacia el y le dio palmaditas en el rostro mientras lo zarandeaba tratando de hacerlo reaccionar. Cuando el chico comenzó a abrir los ojos, temblaba frenéticamente. 

-¿Te encuentras bien? -preguntó Tefa.

Erik asintió a duras penas.

-¿Dónde están las demás? -preguntó en cuanto se enderezó.

Ambos buscaron por todos los rincones de la habitación, sin encontrar una sola señal de vida. Se levantaron rápidamente del suelo, y entonces notaron que había unas escaleras que daban hacia una posible planta baja. 

Se pegaron a la pared como si se tratase de una segunda piel y se deslizaron sin hacer ruido. Bajaron escalón por escalón, tomados de la mano, por si algo salía mal no se quedaría atrás uno del otro. Estefa sintió esa conocida descarga eléctrica, al igual que Erik.

Estefa se fue por unos momentos...

-No me agradas, Erin -solté. La verdad es que me gustaba ayudar a la gente, pero no me gustaba la cercanía que tenía con Erik.

-¡Tefa! -Erik me regañó.

No quería decirlo pero terminé haciéndolo. Ya no había vuelta atrás.

Erin me miró directamente. El azul de sus ojos se torno más oscuro, podría jurarlo, aunque tal vez solo alucinaba.

-No quiero que estés cerca de Erik, me molesta -reconocí.

-Me parece ridículo -respondió Erin tajante-. Erik apenas si me habla, y cuando lo hace solo habla de ti.

Ahora si me sentía ridícula. Busqué la mirada de Erik.

-Es cierto -respondió-. ¿No crees que deberías confiar más en mi?

-Ya se que no me conoces -argumentó Erin-. Pero yo no soy esa clase de chica que va robando los novios.

Los miré a ambos.

-Lo lamento -dije-. Tatiana y Katina me llenan la cabeza de basura.

-Será mejor que me vaya -murmuró Erin-. Nos vemos.

-No, Erin... -traté de decir pero ya estaba fuera de la sala.

Erik me miró molesto y yo le devolví la mirada avergonzada.

-¿No te quedas a cenar? -oí la voz de mamá a lo lejos.

-Tengo mucha tarea, señora Winters -se disculpó Erin-. En otra ocasión con gusto.

-Encantada de conocerte, Erin -dijo después de unos segundos.

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