Capitulo VII

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Diciembre 25, 2017.

Me he quedado dormida, me despierto con la esperanza que solo ha sido un sueño, que no me encuentro encadenada en medio de un bosque frío y solo. Pero no, abro los ojos y la oscuridad me recibe, sé que ha anochecido, se siente más frío, más solo...

Me levanto del frío suelo y voy a la ventana, solo veo las formas de los pinos, la noche oscura, las noche en la profunda soledad, la falta de la luna hace que todo se vea solo...

Siento como mi cuerpo esta adolorido, siento lágrimas caer de mis ojos, siento como todo pasa frente a mis ojos... todo.

Enero 3, 2017.

Ya no siento mis manos, no siento mi rostro, mis dientes castañean, el frío se filtra por cada espacio de mi ropa. Un millón de recuerdos han pasado por mi mente, recuerdas que me hacen sonreír, sollozar, gritar, anhelar...

El sol empieza a salir, el día comienza. Me levanto de la nieve y camino hacia la cabina. No me despedí, no me gusta hacerlo, no me dieron en vida la oportunidad de despedirme y ahora no lo hago porque sé que los volveré a ver, no sé cuándo, ni dónde. Solo sé que los volveré a ver.

Al llegar mi estómago ruega por ese café, mi cuerpo por el calor, mi corazón por la liberación.

Me detengo en el marco de la puerta. Tim esta de espaldas a mí, viendo hacia la televisión. Su espalda es tan grande que abarca todo mi campo de visión.

― ¿piensas quedarte allí?-dice, al parecer me sintió llegar.

― Es más cómodo en la puerta-digo al tiempo que me acercaba al sillón de la esquina, quedaba frente a él, justo al lado de la televisión. -pero no pienso ser desagradecida, Tim. Así que me sentare en este sillón, con aspecto cálido, justo al lado del televisor-fruncí el ceño-¿es la repetición de la telenovela estelar?

Sonrió, pero luego su sonrisa se borró tan rápido como apareció al ver mi rostro, se puso de pie y camino hacia la mesita del café.

Recuerdo el día que lo conocí, el día del funeral de George. Él estaba cortando la maleza del cementerio, yo me aleje un poco para poder llorar, no quería que mi padre me viera llorar, yo tenía que ser su fuerte, yo debía ser su hombro donde llorar, yo quería abrazarlo, yo no quería verlo llorar pero quería que supiera que estaba allí para él.

Me senté en una banca, mis lágrimas salían como si fuese sangre de una herida, mis manos temblaban, mi corazón dolía, sentía como si tenía un vacío, como si millones de paredes invisibles pero reales me fueran a caer encima.

― No es malo llorar frente a tu padre-había dicho Tim, yo lo miré entre curiosa y temerosa-solo digo lo que veo, niña.

― El me necesita más de lo que yo a él.- susurré, mire las manos en mi rezago. Andaba la camisa negra de George, la camisa que usaba en casa, era como su pijama. En ella decía -G & A.

George y Alise.

― Tal vez se necesitan los dos-dijo el aun cortando la maleza.

― Puede ser-me puse de pie-gracias, señor.

― Tim-me corrigió.

― Yo soy Chesna-dije y le tendí la mano.

Levanto sus manos, ambas estaba repletas de tierras, sonrió.

― En la próxima estrechamos manos.

― Si. No vemos-y volví con mi padre.

Luego de eso lo volví a ver, pero fue cuando mi padre murió, desde entonces lo veo cada sábado y los últimos tres de enero, cumpleaños de papa, de George, de él y Nina.

Encadenada Oscuridad.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon