Capitulo 4

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Me desperté gritando y con la terrible sensación del cuchillo clavándose en mis costillas. Lleve ambas mano a mí torso y suspire aliviada al darme cuenta de que nada había sido real. Me levanté de la cama temblando y me dirigí al baño. Entre y me mire al espejo que había sobre el lavabo, tenía el rostro pálido, lo que era un fuerte contraste con mi cabello negro. Suspire y me pase agua por la cara. Peine mi pelo y lo ate en un rodete para que fuera más presentable. Me vestí y baje al segundo piso donde estaban todos esperando el desayuno.

-¡Jane! -dijo una voz masculina detrás de mí-

Voltee para ver a Connor caminando hasta donde estaba, el muchacho sonreía ampliamente.

-Hola Connor -intente sonreír, pero al verlo solo veía al chico que quiso matarme en mis sueños-. ¿Cómo dormiste?

-Como un Ángel -me sonrió y me tomo de la mano, me estremecí con su roce y deje que me guiara hacía la mesa, me escruto el rostro y su sonrisa desapareció- ¿Estás bien?

-Si -cree una sonrisa falsa y me senté a su lado frente a la mesa-

-¿Segura? -pregunto preocupado-

Lo mire a los ojos, esos hermosos ojos verde dorado. Él no me lastimaría, no lo haría. Le dediqué una sonrisa y asentí.

-Mejor que nunca.

-Me alegro por eso –sonrió y luego se acercó un poco a mí y susurro contra mi oído-. Te tengo una sorpresa está noche.

Lo mire de reojo y el muchacho me sonrió divertido. Rodé los ojos y le di un empujón amistoso.

-No es lo que piensas, pervertida. -dijo Connor riendo-

-Yo... no pensaba... -me sonroje violentamente- Cállate.

Connor soltó una fuerte carcajada y sentí que algunos nos miraban, noté  que Stephen nos miró, gire la cabeza un poco para verlo y le mantuve la mirada, él se acercó a dónde estábamos. Me toco el hombro y me obligo a levantarme. A regañadientes me puse en pie y camine con él a un sitio apartado.

-¿Alguna vez escuchas lo que te digo, Jane? -preguntó Stephen-

-Sí, lo hago. Pero no significa que deba hacerte caso. -me solté de su agarre-. No necesitó que me repitas lo de ayer, entiendo las cosas cuando me las dicen.

-Pues parece que no. -replicó él-

-Está bien. Me alejare de él. -lo mire y sonreí-. Y antes de irme le diré: No volveré a hablarte porque Stephen dice que eres malo. Disfruta de tu vida Blake, no me hables -le dedique una mueca irónica y solté un bufido-

-Jane -dijo él, note el enfado cruzando su voz-. Lo digo por tú propio bien.

-Cállate, Steph -le dije cortante-. Sólo déjame en paz y no me hables.

El muchacho frunció los labios y negó lentamente luego se fue, mire cómo se alejaba y después me dirigí a la mesa para sentarme al lado de Connor. Él me miro y negó divertido.

-¿Que te causa gracia? -pregunte-

-¿Te das cuenta de que tiene razón? Los chicos como yo solo causan problemas.

Lo mire incrédula -No, no tiene razón. Yo sé que eres bueno.

-No me conoces, dulzura. -replicó él, la palabra "dulzura" se sintió como una puñalada, y mi sueño recobró memoria-

-¿Me pides que dejemos de ser amigos?

Él no respondió y apartó la mirada, le puse una mano en la barbilla y lo obligue a mirarme. Le mantuve la mirada.

-Te haré daño, Jane -murmuró él-. Mis pensamientos sobre ti no son lo que tendría que tener un amigo.

Me sorprendió ese pequeño momento de sinceridad.

-Creo que ambos tenemos los mismos pensamientos -le sonreí y sus ojos verdes se iluminaron-

-¿Es enserio? -murmuro para que no nos escucharan-

-asentí- Es en serio. -le dedique una sonrisa y el me la devolvió-

Connor me tomo de la mano y me dio un pequeño apretón, me obligo a ponerme en pie y me llevó fuera del comedor, me arrastro con él por el pasillo y las escaleras hasta llegar a su habitación. Me miro a mí y luego a la puerta de su habitación. Note el nerviosismo en su mirada.

-¿Quieres entrar, linda? -pregunto él tímidamente-

-Me encantaría, Blake -sonreí y abrí la puerta de la habitación-

La habitación de Connor era acogedora, las paredes eran de un color naranja y el piso era de madera. En la pared derecha había unas grandes ventanas cubiertas por cortinas negras que no dejaban pasar la luz. En la pared de enfrente había un escritorio repleto de libros y algunas dagas esparcidas entre ellos. En el aire se sentía un lindo olor a menta.

Me estremecí cuándo las manos de Connor me tomaron por la cadera y me voltearon para que lo mirara. Nuestros ojos se encontraron y nuestras respiraciones se juntaron, su aliento olía a menta al igual que su cuarto.

No supe quién empezó ni quién lo seguía, pero sus labios estaban sobre los míos y los míos sobre los suyos. Sus labios eran suaves y dulces contra los míos, pero no me gustaba la dulzura, le mordí el labio inferior y él soltó un gemido. Me apretó contra él, me beso con fuerza y gemí contra sus labios; el muchacho me alzo del suelo, tomándome por los muslos y le rodee la cadera con las piernas para no caer, Connor me pegó contra la pared y un jadeo escapó de mis labios. El muchacho me beso con pasión y seguí el beso, nuestras lenguas chocaron la una contra la otra, y esta vez el me mordió el labio; gemí contra su boca pero no me aparte de él. No me importaba el aire, valdría la pena dejar de respirar por ese beso. Finalmente se apartó solo un poco para tomar aire, sin soltarme me llevo a la cama y me tumbo sobre ella, se puso sobre mi e intercambiamos sonrisas, estaba quitándose la camisa hasta que golpearon a la puerta repetidas veces.

-¿Quién es? -pregunto Connor molesto-

-¿Connor?, soy Marian.

Al escuchar la dulce voz de mi madre ahogue un grito y me levante de la cama, tirando a Connor al suelo.

-Lo siento -murmure y le ayude a levantarse-

El muchacho me miro divertido y fue a abrir la puerta. Me apoye contra la pared y use uno de mis dones, para volverme invisible. Mis ojos se pusieron completamente negros y ya no podían verme. Vi cómo Connor abría la puerta y dejaba entrar a mi madre.

-¿Sabes dónde está Jane? -preguntó Marian algo preocupada-

-No, no lo sé -respondió Connor en un tono normal-

Parecía tan confiado que si no hubiera sabido que mentía le habría creído. Me estremecí levemente ante el pensamiento que cruzo por mi cabeza y seguí escuchando.

-¿Sabes dónde puede estar?

-No. A todo esto... ¿Por qué preguntas? 

-Es que no la he visto en el comedor y tampoco está en su cuarto -sonaba preocupada-. Si la ves avísame por favor.

-Debe de estar en la biblioteca, es su lugar favorito –Connor le dedico una sonrisa tranquilizadora a mi madre.

-Iré a buscarla allí, pero si la vez, dime. Debo hablar con ella.

-Lo haré, Marian. -Connor sonrió e hiso salir a mi madre, cerró la puerta-

Corte mi don y me volví visible. Connor y yo intercambiamos miradas. Esto se volvería un problema. Si queríamos empezar a ser más que amigos no podríamos quedarnos aquí y ambos lo sabíamos.

CaídosWhere stories live. Discover now