Capítulo 1

1.1K 8 1
                                    

Llevaba una semana extraviada en el bosque. Mis músculos adoloridos apenas podían mantenerme en pie, cada pequeña caminata era una lucha para mis pulmones.
Los pocos minutos de sueño que me permitía no eran suficientes para recuperarme. Me había quedado sin comida el día anterior, los primeros síntomas de un desmayo eran cada vez más presentes y la cabeza me daba vueltas. Que tampoco encontrara un arroyo para ver agua no mejoraba la situación.

Había perdido el rastro de mis amigos hacía dos días y estaba perdiendo la esperanza. Probablemente moriría a manos de los guardias de Malcom, los cuales siempre hacían pequeñas expediciones para vigilar los alrededores de su base, me encontrarían, me torturarían y seguramente me matarían para después llevar mi cadáver a la Academia y mostrarlo como un trofeo. O podrí morir de cansancio y hambre. De una forma u otra moriría de eso no tenía duda.

Me paré en seco al oír ruidos, una pisada sobre hojas, el ruido de una rama al quebrarse, luego el ruido de varias pisadas seguidas. Me estaban persiguiendo. Empecé a correr, las hojas crujían bajo mis pies y ya no tenía armas para defenderme. Hacía un par de horas había huido de esos jodidos ruidos, no sabía que eran ni de donde provenían. Pero sabía que no viviría si intentaba averiguarlo. Cada vez corría más rápido, en un momento tropecé pero rápidamente seguí corriendo, algunas ramas azotaron mi rostro en el camino, dejando raspones y cortes en mis mejillas. Pero lo ignoré. No podían atraparme, no podía permitirlo.

Corrí por lo que parecieron horas y cuando deje de escuchar los ruidos, me frené. Observé el terreno frente a mí, mientras recuperaba el aire, lo único que había eran árboles y más árboles. Trepé uno y me coloqué con máximo cuidado sobre una rama gruesa. Intenté relajarme, pero como las veces anteriores, mi estómago comenzó a rujir pidiendo comida o agua. Sentía la brisa otoñal contra el rostro y el murmullo que las hojas hacían al rozar las unas con las otras. Sí no encontraba pronto un camino de salida, estaba segura de que me volvería loca. Por lo tanto, no me sorprendería que la voz que escuchaba en mi cabeza fuera imaginaria.

Mis ojos comenzaron a cerrarse y entonces la voz imaginaria se escuchó más fuerte.

–¡Jane! –Grito la voz.

Abrí los ojos de golpe y mire a mi alrededor, me incorporé, la voz era real. No estaba alucinando. Me quedé quieta por cinco minutos, escuchando el ruido de pasos y el sonido de mi nombre siendo pronunciado. Tenía que ser él. Tenía que ser Stephen.

–¿Steph? –Me arriesgué pero no me moví, no podía arriesgarme tanto. Sentía cómo una pequeña chispa de esperanza volvía a mí.

–¡Jane! –La voz del muchacho venía de mi derecha y voltee a ver. Era él.

Stephen caminaba con cautela, un cuchillo en mano. Sus pasos eran cortos pero firmes. Con cuidado me bajé de mi improvisado escondite, pero en ningún momento bajé la guardia.

–Steph –Murmuré, todo su cuerpo se tensó, pero al verme sus ojos se iluminaron, una sonrisa cruzó su rostro y corrió a mi encuentro.

–¡Por el Fuego Sagrado, Jane! ¿En qué rayos pensabas?

Ignoré su pregunta y me lancé a sus brazos. El muchacho me estrechó contra su pecho y beso mí cabeza. No llores Jane, no te atrevas a llorar. Me aferré a él como si mi vida dependiera de ello. No podía creer que estaba con él. Creía que lo había perdido.

–Jane, casi muero cuando desperté y no estabas. –Dijo contra mi oído.

El corazón me dio un vuelco, había tanto miedo en su voz...

–Enserio lo siento... –Murmuré contra su pecho, sus brazos me rodearon con más fuerza.

–No te lastimaron ¿verdad?

Negué con la cabeza lentamente y me separé de él.

–No, pero tuve suerte. –Dije tiñendo mi voz con más confianza de la que sentía–. Fui atacada por varios caídos, días atrás, y perdí mis armas en combate. ¿Tienes algo que puedas prestarme?

Stephen sacó un cuchillo de caza de su cinturón y vaciló antes de dármelo. El cuchillo estaba cubierto de sangre. Se lo quité y lo desenvaine, no pregunté de quien era. Él me miro de reojo.

–¿Dónde está el resto? –Pregunté mirándolo con preocupación.

Noté cómo el muchacho se tensaba a mi lado. Apartó la mirada. No necesitaba explicaciones, sabía que había pasado. Todos habían muerto. Trague saliva y sentí que el aire me faltaba. Los brazos de Stephen me volvieron a rodear y me apretó contra su pecho. Era difícil afrontar la idea de que por tu culpa habían muerto personas. Había matado antes, pero nunca antes había pasado el sentimiento de culpa.

–Cómo pasó? –Intente sonar fuerte pero mi voz se quebró.

–Nos atacaron los hombres de Malcom... Nos superaban en número, algunos de nosotros logramos escapar. Pero no sobrevivieron.

–Oh... –Fue lo único que logre decir, sentí un nudo en la garganta–. Debemos volver a la Academia, Steph. Antes de que nos encuentren y nos maten.

El muchacho asintió y me miró con la preocupación patente en sus hermosos ojos marrones, debajo de ellos había dos grandes medias lunas de un tono casi negro.

–¿Hace cuánto que no duermes? –Pregunté tocando las ojeras con mí pulgar, mi mano descendió y acaricié su rostro con dulzura.

–Hace una semana. –Murmuró el muchacho.

–Steph, seré mejor si duermes, por lo menos una hora. Haré guardia. —Le sonreí de lado con la esperanza de que me escuchara. No tuve tanta suerte.

–¿Y tú? ¿Hace cuánto que no duermes? –Inquirió.

–Eso no importa.

–Jane, no dormiré hasta saber que estés a salvo. –Me tomó de la mano y me estremecí, estaba helado— Vámonos.

El tono de su voz era firme, pero había una súplica debajo de él. Algo que hizo que me preocupara aún más. Pero la súplica de sus ojos me decía qué lo dejara estar y así lo hice. Confiaba en Stephen, sabía que nunca me haría daño. Jamás.

–¿Sabes cómo salir de aquí?

—Sí. —Respondió él y mientras comenzaba a caminar, agregó—. Sígueme.

•••

Espero que les guste. :)


CaídosWhere stories live. Discover now