XXXII - El Secuestro

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— ¡Phillip, está ocurriendo nuevamente! ¿Hay un fantasma por aquí? — preguntó Verena, asustada.

— No. Hay un espíritu de las sombras cerca de nosotros en este exacto momento. Por eso el gato está nervioso. Los felinos consiguen vivir en la línea que separa los vivos de los muertos. Creo que también tengo ese poder...

— Si eso es para dejarme menos preocupada, no lo estás consiguiendo... — comentó Verena, apartándose.

Viendo que ya no podía ocultarse más, el Doppelgänger apareció, asustando a Verena con sus ojos rojos que brillaban al caer la noche. Klaus lo acompañaba todo desde la caverna en las montañas viendo a través de los ojos de la criatura. Al darse cuenta de que la confrontación era inminente, inmediatamente creo un portal para llegar allí.

Verena, al depararse con el Doppelgänger rechinando los dientes hacia ella, se desmayó. El gato se quedó cerca de ella, erizado, nervioso, andando de un lado al otro, en la tentativa de protegerla. Phillip se puso frente a ellos, listo para la lucha.

— Entonces tú eres el amigo del mago Juan... — Dijo la criatura de las sombras con su voz espeluznante.

— No te conozco, monstruo de las tinieblas. Por eso estás engañado si esperas que te dé explicaciones — respondió el muchacho mientras sus ojos ardían en llamas.

— ¡Espera! — La criatura paró, mirándole — Ya he visto esos ojos antes. ¡Tú eres el niño que el mago cuidaba en la caverna, el hijo del rey de los magos! — Vociferó con la voz tenebrosa.

— No sé de lo que estás hablando.

La criatura no dijo nada más. Preparó las garras afiladas y se lanzó hacia Phillip, que desenvainó la espada que llevaba en la cintura. A cada golpe sufrido, el joven se defendía con destreza. Conforme la lucha se intensificaba, más los ojos de Phillip ardían, parecían aumentar de intensidad. Fue en ese instante que Klaus aparecía, viniendo de un misterioso portal.

La espada del príncipe tintineaba al enfrentar las garras afiladas de la criatura. Phillip fijó los ojos en el Doppelgänger y, sin saber cómo, las llamas de sus ojos parecieron explotar y alcanzar al demonio, que empezó a quemarse, soltando un grito estridente. En pocos minutos, el Doppelgänger era sólo una llamarada. Klaus atravesó el portal y lo primero que sintió fue el dolor de su gemelo sombrío. A fin de contener a Phillip, extendió el brazo y lanzó un rayo sobre el chico, lanzándole lejos.

El muchacho golpeó la cabeza en una roca, quedándose mareado. Todo parecía turbio, sus movimientos más lentos... Estaba seguro de que, en caso de que no se recuperase pronto, estaría perdido.

***

Juan sintió un temblor recorrer su cuerpo y se quedó preocupado. Sabía que la magia estaba siendo utilizada en gran escala allí cerca y pasó la mano sobre el aire para localizarla. Una visión apareció delante de él, dentro de su tienda. Vio a Klaus y su criatura, en llamas, enfrentando al príncipe. Se desesperó, pues sabía que Phillip aún no estaba listo. Por eso no se lo pensó dos veces: dijo algunas palabras mágicas y creó un pasaje para ayudar al muchacho.

***

Aun mareado, Phillip empuñó la espada y se levantó con dificultad. ¿De qué serviría un arma blanca contra el poder de Klaus? Si al menos fuese la Furia de la Noche, pero ésta aún no le había sido entregada.

El brujo sombrío lanzó otro ataque de magia hacia el chico que cayó al suelo, desmayado. Como si lo hubiesen acordado, Verena en ese momento despertó y se deparó con aquella escena trágica: un monstruo en llamas, su amado caído en el suelo y un viejo decrépito, mirándola con malas intenciones.

El Hombre FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora