Capitulo 4

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“Primer acto: la chica hace que el chico la desee”

--¿Quieres acompañarme a una recepción de artistas en el estudio Chesters Springs el lunes que viene por la noche?—Preguntó Ella, la madre de Aria.

Era jueves por la mañana y Ella estaba sentada frente a Aria en la mesa del desayuno, haciendo el crucigrama de The New York Times con un pringoso bolígrafo negro y tomándose un tazón de Cheerios. Acababan de devolverle su empelo de media jornada en la galería Davis de arte contemporáneo en la calle principal de Rosewood y estaba en la lista de correo de todos los eventos benéficos.

--¿No te va a acompañar papá?—Preguntó Aria.

Su madre frunció los labios.

--Está muy ocupado con las clases.

--Ah.-- Aria cogió una hebra de lana suelta de los mitones que había tejido durante  un largo viaje a Grecia en tren. ¿Acaso había detectado suspicacia en el tono de su madre? Siempre le había preocupado que Ella se enterase de lo de Meredith y no la perdonase nunca por haberlo mantenido en secreto.

Aria cerró los ojos con fuerza. Ni se te ocurra, se dijo. Se sirvió un poco de zumo de pomelo en un vaso.

--Ella, necesito un consejo amoroso.

--¿Un consejo amoroso?—se burló su madre, mientras se aseguraba el moño de color negro azabache con un palillo de comida china para llevar que había sobre la mesa.

--Sí—dijo Aria--Me gusta un chico, pero es un poco… inaccesible. Ya no sé qué hacer para gustarle.

--¡Se tú misma!—exclamo Ella.

Aria exhaló un gemido.

--Eso ya lo he intentado.

--Pues entonces ¡Sal con un chico accesible!

Aria hizo una mueca de desesperación. Dejo escapar algo de desesperación en sus ojos.

--¿Vas a ayudarme o no?

--¡Vaya, alguien está sensible!—sonrió Ella, y chasqueó los dedos--. Acabo de leer un estudio en el periódico. —Alzó el Times--. Es una encuesta sobre lo que los hombres encuentran más atractivo en las mujeres ¿Sabes lo que estaba en el número uno? La inteligencia. Mira, te lo voy a buscar…--Hojeó el periódico y le ofreció la página correspondiente.

--¿A Aria le gusta un chico?—Mike irrumpió en la cocina y cogió una rosquilla glaseada de una caja que había en la isla.

--¡No!—se apresuro a contestar Aria.

--Pues hay alguien al que sí le gustas tú—repuso Mike--. Por asqueroso que sea. —Imito el sonido de una arcada.

--¿A quién?—Pregunto Ella con entusiasmo.-

--A Calum Hood—respondió Mike, con una enorme porción de rosquilla desmenuzada en la boca. —Me ha preguntado por ti en el entrenamiento de lacrosse.

--¿Calum Hood?—repitió Ella, mirando sucesivamente a Mike y a Aria--. ¿Quién es? ¿Estaba aquí hace tres años? ¿Lo conozco?

Aria gimió dejando ver que ese tema le enervaba.

--No es nadie.

--¿Qué no es nadie?—Mike parecía disgustado--. Si es el tío más guay de tu curso.

--Me da igual—dijo Aria. Le dio un beso en la frente a su madre y se dirigió al pasillo, contemplando el recorte del periódico que tenía en la mano. De modo que a los hombres le gustan las chicas con cerebro. Pues Aria la islandesa podía ser un autentico cerebrito.

Pequeña Mentirosa || a.i ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora