Incertidumbre (Borrador)

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Una joven albina de dieciséis años iba caminando junto con una de sus amigas; Lauren, que iba a su izquierda.

Lauren tenía su edad, era levemente más baja que ella, poseía ojos claros y pelo café oscuro.

Lauren y Texas eran amigas desde hace un año o así, pues ambas eran nuevas en el instituto. Ahí también se hicieron amigas de otras diferentes personas con las que se encontrarían más tarde.

Lauren estaba nerviosa, su respiración se cortaba y sus latidos aumentaban paulatinamente. Su boca se abría y cerraba en vano, ya que aún no decía lo que tanto quería confesar.

―Texas, yo t-te quería decir algo. Es imp-importante. Necesit-necesito que me escuches. ―La albina asintió, un tanto confundida sobre qué podría ser. Lauren tomó una última larga respiración. ― So-soy... Uhm no. Me gustan las chicas; las mujeres.

―Ya. Eso está bien. Te entiendo, o sea no lo hago realmente y no te quitaré tu espacio en la comunidad, pero... Tú me entiendes a mí. ―Rió levemente.― Me da igual tu orientación, y a mi mamá también. En caso de problemas, eres bienvenida en mi casa. ¿Entendido?

Lauren asintió, con la nariz roja, los ojos cristalizados y un nudo en la garganta. Texas nunca le fallaría (Ni su madre, Georgia, quien la amaba).

Siguieron caminando destino a sus casas, que quedaban a unas tres calles de distancia.

―Lo veía venir, de cierta manera.

―Es obvio. Luzco como una lesbiana estereotipo.

―La verdad es que sí. Pero hay que admitir que muchas se ven así y les gustan los hombres. ―Se apuntó a sí misma durante toda la oración.― Espero que alguno me hable en alguna vida. ―Bromeó. Texas tenía un nuevo amor cada semana, y lo sabía, no le preocupaba.

Lauren tenía un grupo realmente diverso, tanto así que no entendía muy bien su amistad.

No eran perdedores, socializaban bastante alrededor de la ciudad, simplemente no se llevaban bien con los populares.

Los populares, según Lauren, eran un cliché demasiado trabajado para ser real. También suponía que tenía la suerte de que los populares en su instituto no movieran masas ni fueran relevantes.

Pero tenían ropa costosa y gran cantidad de likes en Facebook e Instagram. Parecía suficiente.

―Enorgullésete de él, irás al infierno de cualquier manera.

Lauren sonrió mucho. Desde ahí hasta su casa, de hecho.

Estaba tan feliz esa tarde que decidió apreciar que estaba sola y no contestó ninguna llamada o mensaje (exceptuando a los de su mamá) para intentar tocar alguna canción con su guitarra.

  Se sentía aliviada de haberlo hecho. Su corazón seguía latiendo rápido casi escapándosede su pecho por el orgullo que sentía de sí misma.

Y en ese momento entendió a qué se refería la comunidad LGBTQ+ con su orgullo. Porque ella era de la comunidad y lo sentía en su máximo esplendor.

Todas las marchas que veía, todos los arcoíris que se pintaban, todas las pancartas que se levantaban tenían sentido ahora.

Tomó su laptop, se sentó sobre la alfombra y en Tumblr escribió lo que sentía (no le digan a nadie pero también vio un par de vídeos motivadores que la hizo llorar levemente).

A veces me siento atrapada

No en una jaula,Más bien en un vidrio.Puedo ver y me venPero no puedo salir.Hoy rompí la primera astillami meñique está libre.

(...)

  Crave era otro de sus amigos, él y sus amigos cercanos no se llevaban bien. Pero, sin dudas, él era una buena persona.

―Ella es guapísima. ―Decía él mostrándole su  teléfono― No lo intentes negar.

― ¿Por qué lo haría? ―Respondió Lauren riendo―. Lo es, aunque no me gusta el pelo rubio. 

Había que admitirlo, Crave era el cliché de skater. Camisas de franela, beanie, cabello largo, zapatillas gastadas y jeans rotos (por sus caídas). De hecho tenía una personalidad que combinaba bastante con él: fiestero, parecía que estaba drogado todo el tiempo pero nunca lo estaba, se emocionaba fácil y era ruidoso.

No era sano.

―¿Has ido a una fiesta alguna vez, Laur? ―Ella negó― Tengo una el viernes, me gustaría que fueras, para pasar un momento agradable.

―¿Hay drogas, alcohol y sexo?

―Me gustaría decir que de los tres pero no, sólo drogas y alcohol. Nada de calidad, todos tienen mi edad, nadie ricachón.

―¿Te drogarás?

―Nah. Fumé hierba una que otra vez y nunca tuve una buena experiencia. 

―Quizás vaya. Siempre es bueno conocer gente y tus amigos alternativos son entretenidos. ¿Dónde es?

  ―No te preocupes yo te llevo. No es tan cerca, como a treinta minutos de tu casa, a treinta y dos de la mía.―Rieron. Eran vecinos.   

  Llegaron a la casa de Lauren, donde estaba su papá cocinando. Así que por el resto del día se quedaron con él.

(...)  

 Estaba en la escuela, con su grupo de amigos. Comiendo en el suelo mientras mantenían una conversación de sus vidas románticas.

―Conocí a un chico, se llama Reo.―Cuenta Texas. Lauren y Alejandro ríen, son los únicos que hablan español.

Alejandro era peruano. Se habían mudado a USA cuando él tenía nueve años. No hablaba mucho. Fanático de los cubos rubiks.

―Cariño, quizás cuántas cosas te ha robado y aún no te das ni cuenta.

―Como no entiendo el chiste seguimos. Next. ―Dijo Dion.

Dion también era interesante. De padres africanos. Negro. Siempre lucía hermoso. Nadie sabía su orientación sexual pero a nadie le importaba tampoco. Todo lo que hacía estaba bien, porque se esforzaba. Discutía con todos y todos eran sus amigos.

  ―Y tú, Ale, ¿Qué tal tu semana?  

  ―Bien. Elliot me regaló un cubo stickerless ayer. Era lindo, todos los lados eran azules, diferentes tonos.

Elliott tenía ansiedad casi todo el tiempo. Ella y Alejandro se habían conocido a los ocho. Tenían una química adorable. Ninguno necesitaba las palabras del otro para saber lo que querían decir. Eran en definitiva mejores amigos.

Elliot no pasaba mucho tiempo con ellos ya que sus padres eran extremadamente estrictos. Tanto así que eran ridículos. 

05 de Febrero, 2018
Twitter: @Falaguliwonga

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⏰ Last updated: Feb 05, 2018 ⏰

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