21. El secreto de Antuan

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Capítulo 21. El secreto de Antuan

Un dolor le recorrió la mejilla izquierda. Emma parpadeó con confusión, tenía la cara sobre el asfalto frío, los oídos pitaban con estruendo haciendo que todo le diera vueltas.

¿Qué había pasado?

Con las palmas de sus manos se trató de impulsar para levantarse y aunque le faltó el aire lo logró. El cielo estaba oscuro, el frío del otoño se colaba entre sus ropas penetrando hasta sus huesos. Emma se levantó y miró a su alrededor.

Había un muchacho con cabello color de fuego llorando sobre otro que tenía los ojos color esmeraldas. Cerró los ojos pues aquella visión que se mostraba delante de sus ojos parecía sacado de un sueño o, quizá de una pesadilla.

–¡Por favor!– gemía sobre su regazo el pelirrojo–, ¡Te lo ruego! ¡Antuan, por favor! Despierta.

Y entonces lo recordó todo.

Una sensación de abandono. La voz de un hombre que creía querer, un deseo pintado de vergüenza y las luces del final de un túnel, la muerte en vida.

Los ojos se le llenaron de lágrimas, ver aquella escena le rompió el corazón. No se atrevía ni a respirar y aunque quería caminar e ir a su lado las piernas le temblaba. Tenía miedo, no quería saber la verdad, se rehusaba a creer que había vuelto a perder a alguien.

– Despierta– Oscar tenía abrazando al chico de cabello castaño, le tocaba el rostro como si acariciará a un piano delicado con... amor–, por favor Antuan, despierta por favor.– Las lágrimas le rodaban las mejillas pero no se comparaban para nada a ese horror, a esa descorazonada voz que rogaba un milagro. – No me dejes, abre los ojos. Te lo ruego...

– Antuan– Oscar miró a la chica que los miraba sin comprender, que se había quedado estática en su lugar y por primera vez en la vida sintió rabia, por primera vez en todo lo que llevaba en vida se sintió tan enojado, furioso. Jamás había odiado tanto a una persona como estaba odiando a Emma en ese momento.

– ¡Es tu culpa!– rugió con la voz estrangulada– ¡ Es tu culpa! ¡Mira lo que has hecho! ¡¿Qué demonios estabas haciendo?!

¿Qué estaba haciendo?

¿Qué estaba pensando?

Pero sus pies se habían movido sólo, su mente había sido tomada lejos de su cuerpo y Emma sólo había podido caminar hacía la muerte. En algún punto de ese delirio había escuchado su voz.

La había llamado. Antuan había dicho que se detuviera.

Antuan la había salvado.
Y ahora...

– ¡Eres una estúpida! – lloró de nuevo el pelirrojo, abrazando protectoramente– No, Antuan... no, te lo ruego despierta..

– Me está aplastando, su alteza. – Oscar casi se ahoga con su propio llanto pero fue Emma quién abrió los ojos con amplitud. Oscar bajó la mirada y lo vio ahí, entre sus brazos mirándolo con esos ojos verdes que se habían vuelto su mundo entero.

Estaba vivo.

Estaba vivo.

Antuan le sonrió con los labios cerrados y el corazón de Oscar se detuvo un instante para después abrazar con emoción y un alivio arrasador a el chico que amaba.

– Osc... Oscar, me estas aplastando amigo.– Pero el chico de la miles de pecas no podía dejar de estrujarlo y apretarlo contra sí, sus lagrimas de alivio mojaron la camiseta de Antuan y no le importaba, no le importaba ni siquiera que a unos metros Emma los estuviese observando. Era simplemente que había visto morir a su razón de ser y ahora esta a salvo.

El Secreto de Antuan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora