Las llamas del infierno

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Otoño de 1993

Augusto Robles estaba tocando un Re en las cuerdas de su guitarra cuando Maggie, su madre, asomó su cabeza por la puerta de su dormitorio

– Te buscan– le dijo señalando su ventana con la mirada. Gus suspiró con fastidio y asintió en dirección a su madre que salía de su cuarto. El chico de diecisiete años dejó el instrumento en la cama y se acercó a la ventana de su cuarto que daba a los campos de cultivo. Abajo, estacionada había una camioneta de carga de color rojo y en el capo de esta había un muchacho sentado con las piernas al aire.

Augusto abrió su ventana y asomó la cabeza. –¡Oye!– le gritó al chico, André Moulian se volvió a la voz de su amigo, mirándolo con una sonrisa en esos enormes ojos verdes.– ¡ No puedes ser una persona normal y tocar la puerta!

André se rió con gracia haciendo que su cabello castaño se moviera por el viento y de un salto bajo del auto.

– ¡Entonces le quitaríamos lo divertido del asunto, Gus!– Augusto  sacudió la cabeza completamente en desacuerdo con su mejor amigo, se acomodó las gafas de pasta negra y metió sus manos en los bolsillos de su pantalón.– ¡Baja!– le dijo André –¡Tengo algo que enseñarte!

No iba a mentir, le divertía que André hiciera lo que quisiera. Era su marca, él era así, espontáneo y atrevido. Quizá debía copiarlo un poco porque él era todo lo contrario. Augusto cerró la ventana y corrió a buscar sus converses negros para después bajar las escaleras apresurado.

–¿A donde van a ir?– le preguntó Maggie desde la cocina, Gus se detuvo un instante en la escalera mientras se acomodaba la camisa azul que traía sobre una playera de Oasis una banda de rock británico de la época.

– Ni idea– le dijo con sinceridad–, André dice que me va a enseñar algo.

– Ese chico– dijo Maggie con una sonrisa mientras le entregaba algo envuelto a su hijo, Gus la miró con una ceja alzada. –, no se metan en problemas, dile a André que le de esto a su madre, es un pedazo de pastel de ayer.

Augusto asintió y tras darle un beso de despedida salió para encontrarse con su amigo. André estaba dentro de la camioneta cambiándole a la estación de la radio. Sin pedir permiso entró del lado del copiloto.

– Ten– le extendió el paquete de Maggie.

– Gracias amor– le contestó en broma–, no sabía que era nuestro aniversario.

Gus le golpeó el hombro con fuerza, haciendo que André se riera estrepitosamente.

– Cállate estúpido– contestó molesto–, no empieces con tus payasadas.

– Que literal te tomas las cosas– se quejó sobándose el hombro y encendiendo el auto–, ¿sabes que la homofobia es algo muy malo?

Gus rodó los ojos mientras le subía el volumen a la estación– No soy homofóbico– le dijo recostándose en el asiento–, ¿Y Lee?

Andre apretó los labios y sin despegar la vista del caminó habló.

– Dijo que nos vería más tarde, dijo que ayudaría a su padre en la tienda antes de venir.

El Secreto de Antuan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora