—Eres mi soldado, mi asociada, no tienes que ir a un lugar sin mí —estaba siendo un hombre de las cavernas, pero por alguna razón ni siquiera pensó en detenerse. Rubí como siempre sonrió sin preocuparse por la cercanía.

—Eso es estúpido cuando siempre me alejas, tú eres el que no me quiere a su lado, ¿Por qué ahora te molestas cuando estoy cumpliendo tus ordenes?

Rubí se movió intentando salir de las manos de Biago, pero en el mismo segundo sus ojos se hicieron más pesados hasta perder la consciencia. Biago la sostuvo en el instante que estuvo por estrellarse al suelo, por algún motivo desde que la había conocido siempre caía durmiendo en sus brazos y como todas las veces anteriores no pudo dejar de ver cada detalle de su rostro.

Señor, yo me encargo —pidió Rubén estirando sus brazos para que le entregara a Rubí, pero ni siquiera le tomó atención solo pudo detenerse a observarla, acomodarla como una princesa en sus brazos y comenzar a caminar hacia la mansión

—¿Qué le sucedió? —preguntó al cabo de unos segundos girando su mirada hacia Rubén.

Amh... estuvimos toda la noche, fuimos a tres subterráneos diferentes y si no fuera porque ya no habían más oponentes, seguramente no se hubiera detenido. Pero está cansada, es probable que solo este durmiendo, Señor.

Biago asintió volviendo su mirada a Rubí, se veía tranquila y respiraba con normalidad, no había rastro de algún daño o rasguño, así que no había razón para preocuparse, ella estaba bien dentro de lo que se podía.

¿Por qué quiso ir a las peleas? —preguntó cruzando la entrada principal dirigiéndose a las escaleras.

Ah, dijo que había sido algo sobre sus memorias, es decir, ella había estado un poco distante cuando salimos al trabajo y creo que fue su distracción.

—Gracias, Rubén.

Llegaron hasta la habitación de Rubí, Rubén abrió la puerta permitiéndole a Biago adentrarse con la muchacha aún en sus brazos, antes de que cerrara por completo se detuvo sosteniendo la perilla dirigiéndose al francés.

Puedes ir a descansar, solo a Roger puedes decirle donde estoy, nadie más ¿de acuerdo?

—Sí, señor —Rubén asintió alejándose mientras Biago cerraba la puerta y se dirigía a la cama depositando en ella a Rubí.

Su juicio gritaba porque saliera de ahí antes de que cualquier persona dentro de la casona pudiera enterarse, pero nada le preocupaba, ni siquiera el hecho de que su prometida estaba ahí. Ese día tenía muchas cosas por hacer, seguro Roger estaría buscándolo en ese mismo momento, pero luego de la llegada de Rubí ni siquiera podía pensar en la primera reunión que debía atender.

Se dirigió al baño personal del cuarto para darse una ducha, por sus propias ordenes había permitido que Rubí durmiera en una de las habitaciones de invitados, habitación que se encontraba a un pasillo de los cuartos de su familia, sabía que por el estatus que tenía Rubí en el lugar debía haber dormido con todos los otros soldados en alguna de las bodegas que se encontraban cerca de las salas de entrenamiento, pero no podía, no lo había permitido y no iba a cambiar de parecer.

Una vez se sintió completamente limpio salió del baño encontrando a Rubí todavía dormida en la cama, se veía tan tranquila que no pudo evitar acomodarse a su lado, nuevamente se preguntó qué estaba haciendo, pero incluso sin respuesta se mantuvo ahí observándola, detallándola hasta que sus ojos se hicieron pesados y el sueño lo venció

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Cuando volvió a abrir sus ojos no sabía si aún estaba soñando o realmente había hecho una cosa tan estúpida como dormir al lado de Rubí, pero no se movió ni un solo centímetro mientras los brillantes ojos negros de la muchacha lo observaban. Ahí podría haber de todo, asombro, confusión hasta un poco de dicha tal vez, pero no podía aventurarse a decidir por una. Definitivamente tendría que estar durmiendo, así que volvió a cerrar los ojos intentando despertar, cuando los volvió a abrir Rubí seguía ahí observándolo.

Rubí // Killer I: La Joya.Where stories live. Discover now