Interludio: Recuerdos

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Probablemente no fue muy rápido. O quizá sí tenía mala suerte, lo único cierto es que tenía una patrulla tras de el en los estacionamientos vacíos de un centro comercial. No había nadie en absoluto, imaginó que todos dormían plácidamente a diferencia de él que sentía estaba a punto de escupir los pulmones. Finalmente llegó a un punto cerrado, se dio la vuelta frustrado y la luz bicolor le cegó por un instante. Se dejó esposar y pensó que esta vez si la había liado. Damon se mantuvo tranquilo todo el trayecto, observando el paisaje desde el cristal polarizado hasta la demarcación más cercana. Al llegar fue registrador y despojado de todas sus pertenencias de valor, incluyendo las cintas de sus nuevos zapatos. Se sentía deprimido, algo estúpido pero tranquilo de cierta forma, eso pasaría a menudo en su vida, más valía acostumbrarse. El médico de guardia le hizo las clásicas preguntas de rutina hasta que llegó a una frase que lo congeló.

—Vale, ahora ponte de pie y retirate la ropa.

Damon se quedó pálido. El médico pareció comprender y con un gesto de obviedad terminó la orden. —Te puedes quedar en calzoncillos, no es necesario retirarlos.

Damon asintió y después de esa incómoda revisión decidió que jamás volvería a ser atrapado. De todas las revisiones médicas esa había sido la más traumatizante de su vida. En eso pensaba cuándo el oficial abrio una pequeña celda y le arrojó dentro, apenas iba a decir una palabra pero el guardia se había ido. Al girarse se encontró con caras cargadas de sociopatía y depredadores. Incluso recibió algunas burlas y piropos. Muchos cómo el sólo mantenían la vista baja y extrañamente estaban descalzos. Caminó hasta un espacio vacío y se dejó caer afligido, a su lado dos hombres comenzaron a pelear y todo se volvió peor, el sólo se arrinconaba más en su sitio. Salvajes, esa era la palabra que los describía. De un momento a otro un hombre alto y corpulento se detuvo a escasos metros de él, el rubio alzó la vista con preocupación y sí, lo miraba a él.

—Estoy muy aburrido aquí y veo que necesitas protección...

—No. —Damon se sorprendió ante la sequedad de sus palabras. La sonrisa amarilla se borró de inmediato.

—Dame tus putos zapatos, y después nos divertiremos un rato con tu sangre en mis manos. ¿Qué te parece?

Damon trago saliva, la había liado, este era el peor día de su vida y lo peor era que no se sentía preocupado, si no dolido, solo y melancólico. Antes de que el hombre lo sujetara un ruido sordo distrajo a la mayoría, el cuerpo voluminoso cayó justo a su lado y este vio frente a él al tipo más extraño y lunático que había visto en su vida. Le sonreía mientras en la mano sostenía aún una bota gruesa color marrón.
¿Lo había noqueado con una bota?

El sujeto tiró al hombre sin tacto al suelo y se sentó frente al rubio.

—Jamie, o Hewlett, cómo prefieras y de nada. La verdad me molestaba su cara así que, ya está —Lejos de la locura que irradiaba, era bastante atractivo y su sonrisa rara era sugestiva y linda. El rubio sintió una conexión bastante rápida que le sorprendió.

—Damon —pensó en decir su apellido pero lo evadió con una pregunta— ¿cómo diablos hiciste eso con tu bota? —Preguntó visiblemente confundido. La risa de Jamie era contagiosa y él también sonrió sin darse cuenta.

—No es sólo una "bota". Es pesada porque la he trabajo muy bien, tu sabes para que pase desapercibida por aquí, pero tiene algo dentro de la suela. —Le hizo un guiñó al rubio que asintió soprendido. Era bastante lindo, la razón por la que lo ayudó fue que desde que lo vio entrar, estúpido y aturdido supo que harían un buen equipo, sintió su vibra y aunque lo negará en su momento, una profunda ternura. —Mejor dime, ¿Que demonios hiciste para que te encerrarán con la escoria peligrosa?

Research (Jamion) (Gorillaz) Jamie Hewlett/Damon AlbarnWhere stories live. Discover now