T.R.E.S

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C.L.I.M.A.T.O.L.G.Í.A

El silencio perfora el vacío.

La presencia de dos individuos moldeados era lo único que descansaba en el infinito océano de esa realidad.

El contacto entre ellos era nulo y al mismo tiempo total.

Se respiraba la gran frialdad entre ambas conciencias, siendo invadidas por un cariño lleno de espinas.

- Hoy va a llover.

- ¿Qué cosa va a llover?

- ...Tal vez una tormenta.

- ¿Una tormenta de qué?

Sus labios púrpura se aplanaron con estrés.

Siempre que comentaba algo sobre el clima, Tord le preguntaba cosas que no sabía cómo interpretar y responder. Las consideraba tan estúpidas que no consideraba sentido alguno responderlas.

"¿Nublado?, ¿el cielo?"

"¿Por qué estará soleado?"

"... ¿El clima es realmente importante?"

No le gustaba que Tord le cuestionara o preguntara estupideces.

Pero lo deja pasar.

Le encanta mimarlo.

Lo deja hacer y decir lo que quiera, eso cree que lo deja satisfecho.

Y espera que las caricias que reparte en su cabello con una dulce delicadeza, sean tan placenteras como lo es tener su cabeza llena de todo y de nada en su regazo.

Sonrió ignorando su disgusto por las preguntas. Con tan sólo observar los párpados de Tord cerrar en descanso puede vivir lo suficientemente bien.

- ¿Por qué haces eso?

El frío hizo contacto con sus piernas cuando la calidez del noruego se esfumó cuando este se enderezó y dio media vuelta, quedando de rodillas a su lado.

- ¿Hacer qué? - preguntó, posando con capricho sus manos en el lugar en que estaba apoyado su acompañante anteriormente.

- Ya sabes, reprimirte.

El rostro de Tord ladeo a un lado interrogante, con ojos brillosos en pereza y su voz con disciplina.

El británico sufrió total sordera con sólo ver el rostro del noruego.

Le picaban los dedos, deseando tocar la piel ajena, y los labios, queriendo besar su mejilla hasta perder el tacto.

- ¿Tom? - murmuró el de cuernos al aire, ya que no recibió la ansiada respuesta.

Tord dejó escapar un suspiro confundido al sentir como su contrario acariciaba con distracción el dorso de su mano, que estaba a un lado de las rodillas cubiertas por el pijama azulado.

Entrecerró sus claros ojos con sospecha, hasta que chasqueó la lengua en señal de convencimiento y coquetería.

Tom se limitó a encogerse con timidez. Se moría por acercarse a Tord, pero no perdía su pudor, además de que ese mismo sujeto era su debilidad.

En cambio, el noruego se fue acercando de a poco y con lentitud, sin ser exactamente percibido por Tom. Como el cazador que era.

En un ágil movimiento, Tord atrapó una de las manos de Tom, entrelazando de forma demencial sus dedos.

Obviamente, el británico aceptó gustoso después de recuperarse de su sorpresa.

Ambos sonrieron al sentir la calidez de su contrario en las palmas de sus manos.

El noruego no pudo resistirse y mordió superficialmente el dorso de la mano de Tom tras acercarla a su rostro, haciendo que este soltara un suspiro y acariciara el cabello con forma de cuernos en gran debilidad.

En un movimiento feroz, el de cuernos se derrumbó sobre el cuerpo del de pijama, acorralándolo bajo suyo tras sujetarlo con fuerza de sus manos.

El de azul no se resistió, si mostraba intención de rechazo, Tord se enojaría con él. Además, tampoco era tan malo tener esos momentos bruscos entre sus muestras de afecto.

El de rojo empezó a rozar mejilla con mejilla, como un animal cariñoso, mientras mantenía los ojos cerrados por la sensación que producía ese roce. Sus labios barrieron los pómulos de Tom con aturdimiento, para después bajar por un camino siendo guiado por la barbilla y viajar hasta el cuello.

El británico sólo miraba el techo con los ojos adormilados, a consecuencia de las caricias que eran repartidas a su ser.

Tom movió un poco la cabeza al sentir un escalofrío invadir su quijada por las cosquillas que sentía tras la húmeda textura de la lengua de Tord saborear la piel de su cuello.

Gimoteó a labios cerrados, a la vez que sus ojos se cerraban con fuerza.

Como un desconcertante destello de un foco que interrumpe un sueño, el marco de la escena se rompió dejando a la vista a lo que este hacía ver más precioso

De manera inesperada, una presión dolorosa y picante se instaló en sus dos mejillas, por lo que abrió un poco sus ojos de manera confusa, encontrándose con la mirada seria y vidriosa de su acompañante.

Tord lo miraba en silencio. Le apretaba una mejilla con el dedo índice y la otra con el pulgar, sin moverse. Algo de fuerza fue aplicada a sus dedos atacantes, provocando que Tom soltara un quejido al sentir sus dientes chocar dolorosamente con los interiores de su mejilla.

Su rostro fue girado a un lado con gran brusquedad, a la vez que era soltado.

De inmediato llevó sus manos a ambas mejillas. Todavía sentía la presión de esos dedos maltratando su piel antes besada bajo la sombra de la gentileza.

El cuerpo de Tord se esfumó por completo, siendo un fuerte portazo lo que se escuchó de fondo.

Tom se encogió en el sofá, con sus manos sobre su rostro tratando de difuminar su dolor.

- Cruel... - murmuró al aire el único individuo presente entre las paredes, viendo como a lo lejos, desde una ventana, lo saludaba la lluvia y la oscuridad siendo estas unas inocentes acosadoras junto con el furioso viento que maltrataba todo lo que estuviera a su alcance.

Definitivamente tuvo razón cuando dijo que iba haber una tormenta, siendo que esta empezó con delicadas nubes, ligeras gotas, para después ser un salvaje viento hasta ser un feroz ataque natural.

Lamentablemente, no pudo haber previsto la tormenta que lo azotó directamente con crueldad.

Nunca sabría lo que sería de Tord, después de todo, para Tom es difícil la climatología.



¿Por qué eres tan cruel? [TordTom]Where stories live. Discover now