-Cuando mi padre murió, quería buscar un escape de la realidad, buscaba soledad y un día, huyendo de todo, me topé con este lugar. Venia siempre, todos los días, llego un punto en el que se volvió una necesidad venir aquí. Es muy importante para mí.

-Oh Elliot, me alegra tanto que hayas compartido tu lugar especial conmigo.

-Eres la única persona con la cual lo he compartido.

-¿Por qué conmigo? ¿Por qué no con otra?

-Porque tú eres especial Danielle. Desde que te vi, tu mirada me hizo sentir un millón de sensaciones. Es un sentimiento que hace que quiera abrazarte y no soltarte nunca. Capaz te suene tonto, pero es así.

-Elliot, que hermosas palabras –murmure conmovida. El tomo mis manos. Una brisa abrazadora trajo tras de sí, una pequeña llovizna.

-Solo digo la verdad –sonrió y me atrajo a él. Abrazándome. Era un momento tan perfecto, la suave llovizna, el sonido de las ramas de los arboles al moverse con la brisa, el lago, la hermosa luz de las luciérnagas. ¿Lo mejor de todo? Si, Elliot estaba ahí-. Danielle yo... te quiero.

Abrí la boca y procese lo que acababa de escuchar, las palabras retumbaban en mi cabeza. Era como un eco. "Danielle yo te quiero" "Te quiero" "Te quiero". ¿Me quería? Está bien que sintiera atracción por mí. Pero ¿Quererme? No sabía que decir, me congele, mis manos temblaron y, caí en cuenta, de que nunca había está en una situación así antes. Nunca nadie me había dicho esas palabras. Yo... no estaba acostumbrada al cariño. La lluvia se hizo más fuerte, las gotas caían con fuerza sobre nosotros dos. El agua del lago salpicaban y las luciérnagas empezaban a alejarse.

-Tú... ¿Me quieres? –preguntó, con duda, pero puedo apostar, que había un deje de tristeza.

-Elliot... yo... -pare en seco. Yo no podía quererlo, no debía quererlo, no quería quererlo. Estaba en contra de mi trabajo, en contra de mi profesionalismo, en contra de lo que hasta ahora, ha sido mi vida. Un sabor metalizado se hizo presente en mi boca, sangre. Esta venia de la fuerte presión de mis dientes, en mi labio inferior. Mire a Elliot por un último instante y, simplemente, corrí. Si, corrí, me aleje. Cada paso hacia la dirección contraria de Elliot, dolía. Inexplicablemente, dolía. No podía seguir ahí. Me aleje velozmente y, recordando el camino, llegue a mi auto. Arranque. No mire atrás ni un segundo. No quería encontrarme con el fantasma de haber dejado a Elliot ahí, solo, mostrándome su lugar especial, confesando que me quería. Cerré los ojos con fuerza y estacione en una calle alejada. Apoye mi frente del volante. Y preste atención a mis sentidos...

Escuchaba el sonido de las gotas salpicar contra el auto. Probaba el leve sabor de la sangre, proveniente de mi labio. Con respecto al tacto, sentía el frio intenso, recorrer mi cuerpo. Veía el volante. Tan gris como el cielo en estos momentos. Olía... olía... era leve, pero se podía olfatear en mi ropa. Al abrazarme, había quedado impactado, el aroma de Elliot. Y mi corazón... ¿Qué sentía mi corazón? ¿Qué sentía yo? Mi misión dictaba algo, pero, ¿Qué decía mi corazón?

Suspire y puse el auto en marcha. No quería pensar más en eso.

Llegue a mi casa. No me cambie. No me seque. No me arregle el maquillaje caído. No tenía ganas de nada. Subí pesadamente las escaleras.

-Bien Danielle, concéntrate en tu misión. No Elliot. No besos. No abrazos. No lugar especial. Es tiempo de Aischa y misión.

Agarre los papeles de Aischa, un sentimiento me abarco, al abrir la carpeta y empezar a leer. No supe reconocer tal sentimiento, pero lo pase por alto.

-Bien, Aischa Marucci... alumna de notas regulares...

Un sonido me interrumpio, lo deje pasar.

-Aislada de la sociedad, muchas veces se encontraba sola. No participo en ningún taller, no asistió a ningún festival escolar...

De nuevo el mismo sonido...

-Problemas de salud... carta médica. Sufre de... ¡Epilepsia! Solo si tienes epilepsia te recetan los fenobarbitales.

El sonido volvió, venia de mi celular.

-¡Tiene que ser ella! Sin duda, pero... no hay... dirección referente...

De nuevo el molesto sonido. Tire los papeles hacia un lado y tome el causante de mi distracción, mi celular. Cuatro llamadas pérdidas, de Elliot y un correo de voz. Lo escuche.

"Danielle, sé que tal vez te pareció muy apresurado, sin embargo, tenía que decírtelo. Está bien si no sientes lo mismo, lo entiendo y lo acepto. Pero no me dejes con la duda, me duele Danielle. No contestar mis llamadas no te servirá de nada, no puedes huir cada vez que te digo algo comprometedor. Te quiero, te quiero y no me cansare de decirlo. Pero duele el misterio que le pones a todo, al principio de agrado todo ese misterio, sin embargo, no puedo pasar todo el tiempo tratando de descifrarte..."

Tire el celular sobre la cama. Había sido una cobarde, ¡Debí haberle respondido! Pero... ¿Qué le iba a responder? Ni yo misma sabía lo que sentía. Él estaba molesto, su voz en el mensaje lo delataba. Y yo también estaba molesta conmigo misma, él me había confiado su mayor secreto, me había enseñado su lugar especial, me había hecho confesarle lo de mis padres, me sentía segura a su lado. Pero... ¡pero había un pero y eso nunca era bueno! Le había prometido no huir.

-Y por favor, nada de salir corriendo hoy, ¿Si? Es importante – Tranquilo Elliot, esta vez sin escapes.

Y fue lo primero que hice.

No era fácil para mi toda esta situación. Debí seguir las reglas al pie de la letra, establecer una relación con parte de tu trabajo, no es aceptable. ¡Mi trabajo es mi vida! No puedo dejar mi vida y arriesgar mi misión por Elliot.

Me acosté en mi cama y mire al vacío. Recordé todo el día de hoy. Su lugar especial era hermoso. Era perfecto. Pero de algo estaba muy segura, no importa cuan hermoso sea un lugar, una cosa o una persona. Los ojos de Elliot eran mucho más hermosos que cualquier otra cosa que mis ojos pudieran ver. Suspire... ¿Lo quería o... no? No lo sabía, lo único que sabía es que tenía que alejarme de él. Tanto como Danielle Abbadie, como Danielle Moon

AGENTE ESPECIAL -TERMINADA-Where stories live. Discover now