Pretencioso de mierda

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Los ojos de Kylie ya no se encuentran rojos y luego de cinco minutos de observarse en el pequeño espejo de la motocicleta, ha conseguido eliminar todo el rastro de maquillaje corrido luego de las pequeñas lágrimas de miedo que brotaron desde sus ojos. He intentado convencerme durante todo el camino a las fábricas abandonadas que no he sido un hijo de puta al haber apuntado su cabeza con el arma que ahora mismo se encuentra en mi espalda, sin embargo fallé en el intento. Conocía a la castaña hace menos de una semana, sin embargo habían hecho falta solo esos cortos días para darme cuenta que Kylie, era más la clase de chica que le gustaba verse ruda, pero por dentro era casi tan suave como un oso de felpa. Sus comentarios sarcásticos frente a Iozev no habían sido nada más que la prueba viviente de que, ella sabía que incluso cuando había recibido la paliza de su vida, seguía siendo una forastera dentro de nuestros negocios y por ende, necesitaba que la respetaran. Dentro de la literal y extrema cabeza de la americana, el respeto se conseguía demostrando que no eras alguien con quién pudiesen joder. 


Aún le faltaba mucho por aprender, pero iba por buen camino. 


La observo en completo silencio apoyado en una de las murallas de una fábrica que fue abandonada hace más de cinco años. Las paredes se encuentran llenas de graffitis y se puede observar en el medio de esta diferentes marcas de balas, la prueba viviente de que ese, era el lugar en donde solíamos hacer los entrenamientos de tiro. No he vuelto a dirigirle la palabra después de que ella pensara que iba a golpearla de la misma manera que habían hecho todos los hombres que conoció en su vida, pero la mirada de tranquilidad que me brinda una vez que nota que en su rostro no hay atisbo de debilidad, me hace entender que incluso cuando yo la tuve al borde de la muerte, confía en mi. Desde que había llegado a mi vida hace cortos cuatros días que lo único en lo que yo había podido pensar era en deshacerme de ella, pero ahora la observaba como lo que era, mi compañera y que alguien tan frívolo como la americana me brindara la ciega confianza en menos de una semana, era casi un logro. 


Casi me sentía culpable de no poder confiar en ella de la misma manera en que lo hacía conmigo, pero me hizo falta simplemente recorrer en mi mente la cantidad de veces que mis amigos habían sido traicionados para que la culpa abandonara mi sistema. Si quería ganarse la confianza y respeto, tenía que hacerlo por su propia cuenta, no solo porque fuese moralmente correcto dar lo mismo a cambio. 


—Bien, estoy lista — habla sin ninguna expresión en su voz y sin siquiera mencionar nada sobre el incidente que tuvimos una vez terminada la entrega, lo cual agradezco, no tenía ganas de lidiar con el mal humor de las mujeres, cuando se trataba de Kylie, eso se intensificaba al triple —¿Con qué vamos a comenzar? Tengo ganas de patear tu trasero — alardeó. Antes de que siquiera pueda decir algo más, alzo mi mano derecha y la muevo con rapidez dejando un suave golpe en su mandíbula. Mi ceja derecha se alzó mientras la observaba con diversión

—Comenzaremos con aprender a no escupir al cielo — la sonrisa de burla en mi rostro creció, ignorando la manera en como ella me fulminaba con la mirada. Estaba completamente seguro de que si las miradas mataran, yo estaría bajo tierra hace varios minutos —Nunca sabes cuanto te cae en la cara —. 

—Eres un pretencioso de mierda — insultó y de manera automática, llevé mi mano hasta el pecho mientras una "O" se formaba en mi boca, fingiendo sorpresa

—Oh ¿Enserio? — rodé mis ojos mientras me encogía de hombros acercándome a ella y sin ninguna suavidad, llevaba mi mano derecha hasta su cintura empujándola —Resulta que puedes ser pretencioso cuando eres el mejor — esta vez fui yo quién alardeó —Pero no dices que eres el mejor, lo demuestras — aclaré deteniendo su andar frente a la pared llena de orificios y sonreí —Nadie te va a tener miedo solo porque los insultes un poco, cuando estás moviendo la lengua otro ya te está apuntando la cabeza — murmuré burlándome de ella cuando mi pistola se poso por segunda vez en el día en su cráneo, esta vez sin que ella lo notara. Me observó con sorpresa cuando sintió el metal en su frente, cambiandola por una mirada de odio cuando encontró sus ojos con los míos. 

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⏰ Última actualización: Jul 27, 2017 ⏰

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