uno

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うちは サスケ
blind, capítulo uno  
«rastros de una lluvia ácida»



veinte de octubre




Cómo se vive después de morir. Cómo se aprende a vivir después de estar muerto. Cómo me acostumbro a vivir con la muerte, muerta.

—¿Disculpa?

—Su hija murió, madame. Mi alumna hizo todo lo posible, pero...

Sakura se detiene cuando los ojos furiosos de la mujer advenediza le recorren el cuerpo completo. Aguanta el aire un segundo y luego lo suelta. Es como un toro. Natsuki, la alumna, le responde la mirada y luego la aparta para verse a sí misma. Su ropa estaba blanca en la mañana y ahora mágicamente se ha teñido de rojo.

—No llegó con vida, madame... —se atreve a pronunciar Natsuki. De lo que no se atreve es de verle a la cara, así que no lo hace. Limpia sus manos en su guardapolvo. El rojo no va a desaparecer nunca—. Le aseguro que...

¡Zas! Suena como a pasado. Es tal vez porque ya ha sucedido antes. La bofetada la desequilibra un poco. No lo suficiente como para hacerle caer, pero sí para tambalearse frente a esa figura que la humillará a más no poder por los siguientes minutos. Antes de poder recuperarse del primer golpe, llega el segundo y vaticina un tercero, aunque este es detenido a medio camino por Sakura, una de sus tutoras. Sabe que la amenaza física ha terminado, pero sabe asimismo que la verbal llegará en su lugar y que las palabras soeces son muchísimo más duraderas que un golpe en la mejilla.

—¡Voy a hundirte, ¿me escuchaste, idiota?! ¡Voy a acabar con tu carrera! ¡Ni siquiera la tonta de tu tutora podrá ayudarte, asesina de porquería!

«Asesina...». Natsuki guarda silencio. Si tiene un plan para defenderse, lo descarta por temor a atizar la ira de la dama que arrebató contra ella. No es que defienda sus métodos y esté a favor de la violencia, pero sabe que no puede tranquilizarla por la muerte de su hija. La ve con lástima. «Yo la he matado... —piensa, llevándose una mano hacia la zona afectada para acariciarla con lentitud bajo la mirada afilada de su agresora. Quiere esconderse, mas ella la busca incluso antes de proponérselo—, intenté salvarla y...». Las manos le empiezan a temblar, pero no se atreve a llorar. Debe existir alguien que se mantenga firme o todo se desplomará. Ha pasado esto antes. Sucede casi a diario en un hospital.

—Mi alumna intentó salvarla, pero no había mucho que hacer de todos modos. —Sakura se planta frente a ella e intenta cubrirla para que no reciba más de esa mirada furibunda—. Su hija llegó muerta, madame. Lo siento.

Sin embargo, la señora no va a detenerse hasta encontrar a alguien culpable. Y si no lo encuentra, entonces inventará uno. Es, bajo sus ojos, imposible que alguien no sea responsable por la muerte de su hija. Debe haber alguien que no hizo bien su trabajo, alguien que no calculó bien algo o que dejó pasar mucho tiempo para actuar. La ofuscada mujer no piensa en que si va a jugar a encontrar culpables, su nombre también debe estar incluido. Regresa la mirada hacia Natsuki y la apunta con el dedo.

—¡Esa muchacha la atendió fuera del hospital! —grita. Esta vez no se controla y deja caer algunas lágrimas traicioneras que desvelan asimismo que empieza a aceptar que su hija no volverá jamás. De la muerte nadie regresa; de la ira, puede ser—. Me... me la quitó de las manos y la revisó... ¡seguro ahí hizo algo! ¡¿te pagaron por matar a mi hija, niña?! ¡¿quién te pagó por hacer esto?!

BLIND | SASUKEWhere stories live. Discover now