Chapitre 5.

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Gerard había pasado los últimos 27 minutos viendo el techo y contando todas las grietas y las marcas de disparos que habían. Era una locura que alguien disparara al techo y cuando Frank lo vio, le dijo "Ah es que habían hormigas en el techo, las odio."

De verdad estaba loco y Ryan un poco más porque se reía de todo lo que Frank decía. Quizá era que estaba loco, quizá que todo el tiempo estaba drogado.

Sin embargo, todos los días le daban de comer y eso era bastante mejor que la situación que tenía en casa; allá comía sólo cuando era posible y aunque la comida que Frank le daba era horrible; insípida, desabrida e insalubre, era mejor que sufrir hambre.

Entendía que él como secuestrado no comiera nada apetecible pero sus secuestradores comían lo mismo que él.

De verdad estaban locos.

Escuchó a Ryan reír cuando Frank le disparó a 5 botellas de cerveza.
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Ryan salía en ocasiones y regresaba muy borracho sólo para dormir en uno de los sofás y no despertar hasta, muy tarde, el otro día.

Pero, esa noche, Ryan no sólo regresó con perfume de mujer impregnado en la piel; regresó casi desmayándose, con una herida grande en el brazo izquierdo.

Frank estaba durmiendo cuando escuchó los quejidos de Ryan, haciéndolo despertar.

Ryan se dejó caer en el sofá y siguió quejándose casi inconsciente, Gerard también había despertado y los observaba curioso.

-¡¿Pero qué carajos te pasó?!-Le preguntó Frank cuando estuvo lo suficientemente cerca.

Ryan balbuceó algo sobre una chica muy bonita y un novio muy celoso y finalizó con "la bala sigue ahí dentro".

Frank no sabía qué hacer, a él siempre le curaban las heridas, no era su trabajo curar así que no tenía idea alguna de siquiera qué hacer cuando te cortas sin querer con un cuchillo.

Gerard desde su lugar, con voz baja y los ojos bien abiertos les dijo "yo sé curar eso"

A pesar de su preocupación Frank rió a carcajadas; Gerard tenía que estar mintiendo.

Y Ryan en medio de su agonía, no tuvo más remedio que creer.

-¿Cómo es que sabes?-Cuestionó Ryan con un hilo de voz.

-Uh, mi... mi hermano una vez, eh, regresó a casa con un disparo en la pierna y vi cómo mi madre lo curaba... ¡yo aprendo muy rápido! ¡Sólo con ver!-Gerard estaba, hasta cierto punto, feliz de que Ryan le hablara como a cualquier persona y no como a una víctima.

Y le entristecía tanto saber que precisamente en eso se había convertido; en víctima. Ya no era Gerard, el favorito de Vladimir, ni Gerard, el curioso al que Margaret constantemente regañaba, mucho menos Gerard, el que Mikey más extrañaba.

Se había reducido a víctima.

Frank seguía sin poder creerle pero él mismo no era capaz de ayudar a Ryan y dios sabe que no podía llevarlo a un hospital, no con sus apariencias.

Así que optó por sacar su pistola y con su mano libre desamarró a Gerard, apuntándole directo a la cabeza y entre dientes le preguntó "¿qué necesitas?"

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Ryan estaba acostado en el sofá, drogado a más no poder con los sedantes y antibióticos que Frank había robado de la farmacia.

Resultó que Gerard de verdad sabía curar la herida y a pesar de que dejó una terrible cicatriz en la blanca piel de Ryan, todo parecía haber salido bien.

-Lamento mucho que quede una cicatriz tan grande.-Se disculpó Gerard con un gran sonrojo en las mejillas y los ojos cargados de culpa.

Ryan lo vio muy serio y después se encogió de hombros.

Frank no había vuelto a amarrar a Gerard porque era el único que sabía qué hacer para evitar una infección y, para el encanto de Frank, también sabía cocinar.

Esa tarde, cuando Gerard les hizo carne con verduras bien cocidas, Frank se sintió en el paraíso y en son de burla, pasó sus dedos por el cabello de Gerard y le dijo "Qué rica está la cena, cariño".

Las mejillas de Gerard se tornaron carmín en dos segundos y la risa de Frank fue estridente.

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Ryan estaba furioso, su brazo no dejaba de dolerle ni con sedantes y eso minimizaba la paciencia que le tenía a Frank.

-Explicame otra vez porqué carajos el niño está desamarrado.

-No sé si no te haz dado cuenta pero no soy enfermera.-Contestó Frank con sorna y antes de seguir, tomó un gran trago de cerveza. -¡Si él no te hubiera curado, ya no tendrías brazo Ryan!

-Ya sé, idiota eso lo entiendo. Lo que quiero que me expliques es porqué juegas con él a la casita. -Ryan alzó las cejas y se recostó en el sofá.

-Si lo vamos a cuidar dos meses que al menos se gane la comida ¿no crees?

Ryan se levantó del sofá y se acercó a Gerard que estaba haciendo una olla de arroz. Ryan ni siquiera sabía que Frank tenía ollas, o cualquier utensilio que no fuese desechable.

-A ver, niño no me hagas volver a amarrarte.-Le dijo Ryan, severo. -Y no me hagas poner una bala en tu bonita frente ¿de acuerdo?

Gerard asintió muy rápido, abrazándose con fuerza como intento de protegerse.

-No intentes escapar, los dos sabemos que nunca lo logarías, puede que tenga herido un brazo pero ten por seguro que con el otro puedo matarte.

Gerard volvió a asentir y cuando Ryan se fue, se dio permiso de volver a respirar con normalidad.

Ryan le aterraba, de verdad. Frank era raro, siempre viéndolo con ojos serios y sonrisa lasciva pero de alguna manera, le daba más confianza que Ryan.

Aunque Frank disparara al techo y a botellas de cerveza y rompiera todo cuando algo lo molestaba en lo más mínimo, Gerard sabía que si alguien iba a matarle ahí era Ryan.

Movió la cabeza de lado a lado para limpiar sus pensamientos y siguió cocinando.

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¡Muchas gracias por leer, preciosxs! espero les haya gustado el cap.

-Émil.♡

St. Mort [frerard, ryden]Where stories live. Discover now