Capitulo 5

3.5K 123 4
                                    

- Tú nunca fuiste mi hijo.

- Basta, por favor. – rogó Luisa, colocándose de pie de la misma manera. 

- ¿Quieres saber por qué estoy aquí? – Justin caminó a pasos seguros. Los centímetros entre su padre y él desaparecían cada vez más. Y las cosas iban poniéndose más tensas. - ¿De verdad crees que quiero unirme de nuevo a tu mafia de mierda?

- No me sorprendería pensarlo.

- Ya no te tengo miedo, Nickolas. Y estando aquí, solo, y sin ninguno de esos cabrones que disparan por ti, te vez como un completo idiota. 

Un silencio se hizo en la habitación cuando una bofetada volteó el rostro de Justin hacia la izquierda.
Un golpe fuerte. Que lo hizo reaccionar después de varios segundos. 

- Luzco como un completo idiota, sí, está bien. 
Pero he jodido tu vida lo suficiente, como para tenerte aquí a punto de ponerte de rodillas para que deje a tu chica y a tu hija en paz ¿no es así? 

Justin endureció los pómulos. Sus manos se convirtieron en puños y sus impulsos volvieron a gobernar en él como hace tiempo no pasaba. Y de pronto se sintió de nuevo el viejo Justin. Y no se arrepentía de haber aprendido a golpear y a disparar en tiempos pasados. Pero a la vez, tratando de ser tan duro y fuerte, quiso llorar. Quiso llorar por el monstruo que tenía al frente. Por la forma en la que por fin admitía que tenía a Elisabeth secuestrada y que había estado persiguiendo a __________ todo este tiempo, solo para joderlo a él y lastimarlo a él. Y lo había logrado. Pero juraba, que esta sería la última vez que ese hombre le hacía daño. 

- ¿Piensas que voy a rogarte?

- Quiero que te arrodilles. Hazlo, si quieres ver a tu hija.

- ¿Cómo la has encontrado? – preguntó un Justin que de pronto estaba desesperado por ver a Elisabeth.

- Contactar a tu ex fue la cosa más sencilla. Una mujer despechada es un peligro. – Nick sonrió mostrando los dientes. – la rubia nos dijo dónde podíamos encontrar a tu hija, y trabajó bien por un tiempo, pero luego se me hizo aburrido tenerla jodiendo todos los malditos días para que la sacáramos de aquí. 

Justin abrió los ojos… Mierda… no podía ser cierto. Marie…¿Marie estaba aquí?

- ¿Dónde está ella?

- Pudriéndose en algún cementerio de Paris. – ladeó la cabeza y se volteó, caminando en dirección contraria a Justin. – no me servía en lo absoluto. – Nick encendió un cigarrillo y se lo puso en la boca. 
Y Justin se quedó perplejo. El aliento empezó a faltarle. Empezaba a darse cuenta de que ese hombre de verdad estaba dispuesto a todo. Pero solo le quedaba una pregunta, antes de empezar con todo el operativo y verlo rendirse ante sus pies.

- ¿Por qué me odias tanto? – susurró, bajando la mirada hasta el suelo. Luisa se cubrió la cara y Sebastián parecía incomodo en aquel lugar. El único que parecía pensar bien la respuesta era Nickolas, que votaba el humo hacia arriba. Aquella pregunta era la esencial para definir el rencor que le tenía. Y aunque él todavía no sabía con exactitud lo que sentía por Justin, sabía que lo odiaría hasta el último día de su vida. 

- Porque eres tan parecido a mí. Me recuerdas de todas las maneras. Y lo único que quiero hacer contigo es matarte. Porque uno más como yo, no es bueno para este mundo. Porque nunca debiste nacer. Porque jamás te quise. Y porque ahora, piensas que con solo irte y desaparecer con una familia nueva vas a olvidarte de mí. Pero no es así. Siempre voy a estar presente en tus malditos recuerdos. 

Se quedó callado. Y sin querer, sus ojos se habían humedecido al decir esas palabras. Y los ojos de Justin habían reaccionado de la misma manera al escucharlas. No había nada más que decir. Nada más que hacer. Todo estaba dicho, y ahora solo quedaba actuar.

- Lo siento mucho, papá. – Justin presionó el pequeño botón que sobresalía dentro del borde su camiseta. De inmediato, supo que el infierno estaba a punto de comenzar. – siento mucho no haber sido lo que quisiste. Pero que sepas, que siempre hice todo por complacerte. Me convertí en un maldito drogadicto, un maldito criminal, un completo hijo de puta por ti. Y ni siquiera así me aceptaste. 

- Solo hay una forma en la que podría aceptarte. – ambos volvieron a mirarse. – estando muerto. 
Fue entonces, cuando varios disparos se escucharon en el primer piso del edificio. Varios gritos. Personas corriendo. Insultos. Y varias sirenas provenientes de afuera del edificio. Luisa corrió hacia la mampara de la habitación y sus ojos no podían creer lo que estaba mirando. Se tapó la boca. Y cuando quiso hablar, Sean abrió la puerta de la habitación.

- Señor, tiene que salir de aquí… - un disparo, procedente del pasillo, atravesó su cuerpo. Pronto se hicieron dos, tres y cuatro en diferentes partes de su cuerpo hasta dar en su corazón. Sean cayó sobre el suelo, formando un gran charco de sangre saliendo de su boca. 

Luisa gritó horrorizada. Corrió a ocultarse tras Nick, cuando observó que varios hombres con el mismo uniforme se formaban en el pasillo. Y supo que todo estaba perdido. 

- Te lo voy a preguntar por última vez, Nickolas Bieber ¿Dónde está mi hija? – ahora era Justin quien hablaba. Y tenía una Glock entre las manos, 
apuntando directamente hacia la frente de Nick. 
- ¿Quieres saberlo? – él sonrió. Todavía plácido. Miró a los oficiales entrar a la habitación y se rio por un rato, terminando de fumar su último cigarrillo. – está muerta Justin, está muerta al igual que Peterson. Pero me alegro que al menos vayas a cobrar venganza por ello. Aquí estoy, ven y mátame, hijo.
El mundo pareció desvanecerse a los ojos de Justin. Y supo, que ni siquiera matándolo mil veces lograría superar lo que acababa de escuchar. Que ni siquiera eso podría reconfortarlo. Porque ahora nada tenía sentido. Y de pronto no tenía noción de las cosas. De donde estaba. De la vida. De nada. Todo había desaparecido en un instante. 

- Mátame, oh gran hijo de puta.

Y eso fue exactamente lo que Justin hizo.

Tentation... (Cuarta Temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora