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-¡Erik!

El chico se giró hacia Caitlin y le sonrió mientras ella lo alcanzaba.

-¡Hey! -la saludó cuando se posó a un lado de él.

Caitlin le sonrió de vuelta y se abrochó los botones del suéter lila conforme avanzaban. Todos los alumnos se dirigían al comedor, pero especialmente ellos iban hacia las mesas del exterior. Tenían esa costumbre desde hace meses, aunque lloviera o hiciera frío. Elizabeth y Estefa los saludaron desde la mesa de los populares, se habían hecho mejores amigas y como Elizabeth era bonita, eran las mas codiciadas de la preparatoria.

-Nuestro último año antes de la universidad -murmuró Caitlin sentándose-. ¡Qué emoción!

-No estoy listo para dejar Bibury -aceptó Erik.

-¿Es por la carta?

Erik asintió.

-¿Cómo vas con la terapia? -preguntó Caitlin.

-La dejé ayer -contestó Erik sentándose a un lado de ella.

Caitlin asintió no muy convencida.

-Se que no estas de acuerdo, pero el maldito psicólogo estaba empeñado en que tengo depresión severa.

-¿Y no? -Caitlin enarcó una ceja.

-¡No! -exclamó Erik.

-Despiertas llorando todas las noches, y de pronto tu animo baja al suelo como si recordaras algo.

-El problema es que no lo recuerdo -respondió-. Y se que quien me envió esa carta es la clave.

-Ha pasado casi un año, Erik. Ya déjalo. Piensa que irás a la universidad y todo estará bien.

Erik asintió tratando de sonreír.

Estefa y Elizabeth salieron por la puerta y se sentaron frente a los chicos con unas bolsas de papitas y unos jugos de cajita.

-Come aunque sea chatarra, Erik -pidió Estefa acercándole una bolsa y un jugo.

Erik agradeció con un ademán y abrió la bolsa.

-Como saben, Elizabeth y yo estamos organizando el baile de bienvenida y este año será en la recepción de un hotel -avisó Estefa-. Se que no tienen ánimos de asistir pero es muy importante para nosotras.

-Lo pensaré -respondió Erik.

-Y yo, si Erik va yo voy con él como hace un año -dijo Caitlin dándole un codo en broma a Erik.

-¿Qué pasó con las fotos del baile pasado? -preguntó Erik recordándolo de pronto-. Nunca las revelamos.

-¡Cierto! -exclamó Estefa-. Buscaré la cámara y las llevaré a revelar.

-Nos das una copia, por favor -pidió Caitlin.

-¡Por supuesto! -respondió Estefa.

-Espero que este año se tomen muchas fotos conmigo -comentó Elizabeth.

-¡Claro que si! -respondió Caitlin-. Bueno, si es que vamos.

En el pueblo, pocas cosas han cambiado. El río esta descongelado y los pajarillos cantan en el parque. La librería ha desparecido y ninguno de los chicos recuerda que paso exactamente. La casa Wood y la casa de herramientas esta descuidada. Estefa y Adam terminan y regresan todo el tiempo. Caitlin y Erik se han vuelto inseparables al igual que Elizabeth y Estefa. Nicholas y Erik volvieron a ser amigos y Lena sigue atendiendo en el café Bittersweet. 

* * *

-¡Mamá!

Erin corrió escaleras arriba con el teléfono en mano. Entró al cuarto de Holly y ella le cuestionó con la mirada dejando de doblar la ropa.

-¡Es Gary! 

-¿Ha pasado algo? -pregunta mientras avanza para tomar el teléfono. Erin se encoge de hombros en respuesta-. ¿Oficial Gary?

Erin observa a su madre mientras habla y contesta con una que otra palabra. Después Erin observa su reflejo en el espejo y ve la expresión de su madre. La mandíbula se tensa, los ojos se le llenan de lágrimas y niega repetidas veces.

-¿Esta seguro? ¿Es el?

Erin comienza a asustarse, le cuestiona con la mirada pero no recibe respuesta.

-¿Cómo pasó? -hay una larga espera en la bocina-. ¡Dios mío! ¡No lo puedo creer!

Erin se sienta en la cama esperando.

-Entiendo, iré para allá. Gracias oficial -dice antes de colgar.

-¿Mamá?

La llama cuando su madre avienta el teléfono y se dirige a su armario para sacar la maleta.

-¿Pasa algo? -insiste siguiéndola por la habitación.

-Tengo que ir a Bibury unos días -avisa dejando caer unas cuantas lágrimas.

-¿Qué? ¿A qué? 

-Tengo que planear un funeral -responde-. Dios mío, no lo creo.

-¿Funeral? -pregunta desorbitada.

La sigue por la habitación nuevamente mientras Holly toma sus cosas.

-¡Mamá!

La mujer por fin se para y se sienta en la cama dejando escapar el llanto. Eri no sabe que pasa, pero la abraza con fuerza y le acaricia la espalda.

-Es Patrick -responde por fin-. Lo encontraron muerto en la carretera cerca de los campos.

-No lo puedo creer -responde Erin-. Habías estado en contacto con el, ¿no?

-Hasta hace dos meses que dejo de llamar -respondió sorbiendo por la nariz-. Pensé que se había cansado de esto.

-Debiste quedarte con el, yo pude venir sola. Ya lo había hecho antes.

-No podía dejarte sola otra vez -respondió Holly.

-A pesar de todo lo que me hizo, nunca deseé nada malo para él -admitió Erin.

-Me iré hoy mismo en el auto de la abuela, volveré en una semana.

-Iré contigo -se ofreció Erin.

-De ninguna manera -respondió inmediatamente-. No debes volver.

-Pero mamá...

-Pero nada -respondió-. Vuelvo en una semana.

Terminó de hacer la maleta y después de explicarle a la abuela lo sucedido se marchó en el auto al cabo de dos horas, antes de que oscureciera. Erin terminó de hacer los deberes de la casa y le ayudó a la abuela a preparar la cena.

Mientras acomodaba los cubiertos, la abuela le preguntó:

-¿Por qué no has ido con Holly?

Erin guardó silencio unos segundos mientras terminaba de servir café en las dos tazas.

-Mamá tiene miedo de que me pase algo si vuelvo -respondió.

-La vida se trata de tomar riesgos -respondió la abuela sentándose seguida por Erin.

-Deseo volver, apenas si he aguantado este año. Tengo que saber de ellos, saber que ha pasado.

-Entonces ve.

-No puedo.

-¿Por qué? -le cuestionó-. ¿Por qué tu madre lo dice?

Erin asintió.

-Cuando estés ahí, ya no podrá hacer nada. Además, ¿qué podría salir mal? Ninguno te recuerda.

-Es cierto.

-Sólo asegúrate de que estén bien y entonces vuelve.

-¿Y si no quiero volver? -preguntó.

-Entonces quédate -la abuela le dedicó una sonrisa-. Te dejaré dinero en la mesa por la mañana, haz tus maletas, toma un autobús y después, si es que quieres, vuelve mi niña.

Erin se levantó de la mesa y le dio un fuerte abrazo.

-Gracias abuela.

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