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La mujer solía pararse frente a la casa y mirar. Sólo miraba y, de vez en cuando, reconocía un destello de cabellos rubios en alguna ventana. La quería de vuelta con ella. La quería. La puerta se abrió y ella se sentó en la escalerita de la entrada mientras Louis Tomlinson entraba nuevamente en la casa. No tenía mucho tiempo y ella ya la había visto.
La saludó con la mano y Bonnie respondió al gesto, así que se animó a tender un paquete en su dirección. La nena miró adentro y luego a la mujer. No parecía muy convencida, pero el vestido lila ya cruzaba todo el jardín delantero.
-No puedo cruzar.-dijo ella, parada detrás del cordón de la calle.
-No viene nadie.-dijo la mujer conteniendo las ganas de correr hacia ella.
-Mis papis no me dejan. Es peligroso.
-Entonces voy a tener que llevarme el regalo.-dijo ella.
-Me gusta el moño.-murmuró Bonnie y miró hacia la casa.-Parece un corazón.
-Me gusta hacer moños. Tengo muchos en casa.-dijo y sonrió de lado.-¿Queres verlos?
-Tengo que esperar a papá.-murmuró la nena viendo sus zapatos mientras los rizos rubios le llenaban el rostro.
-Pero él va a tardar mucho. Podemos ir nosotras.
-No voy a ir sin papá.-dijo ella y la mujer cruzó y la tomó por el brazo.-Papá.-se asustó ella y quiso correr hacia la casa, pero esa mujer no la soltaba.-¡Papi! ¡Papá!-comenzó a llorar sin escuchar a aquella mujer.
-Prin...-dijo Louis saliendo y se detuvo.-Suelte a mi hija.
Alzó a Bonnie y la mujer retrocedió un paso. Tenía el rostro enrojecido por las lágrimas y la mirada turbada.
- Por favor...
-Nada. Váyase. No vuelva a acercarse a mi hija.-dijo Louis y la juntó más a su pecho.- Por el amor de Dios, señora, ¿cómo pudo asustarla así? ¿Está loca? Voy a llamar a la policía. Voy a poner una orden de restricción. Váyase.
Se encaminó a la casa. Bonnie se escondió en su hombro y la mujer vio como aquella pequeña la rechazaba al igual que todos los hijos que había tenido. Pero ella era diferente, porque a ella no la había abandonado, a ella se la arrebataron.
Louis cerró las ventanas y las cortinas y se sentó en el sillón con ella. Bonnie temblaba.
-Bonnie, no quiero que nunca te vayas sin mí o tu papi o tus tíos o James. No quiero que te acerques a la calle ni que te dejes engañar. Te pedí que te quedaras en la escalera.
-Pensé que era la amiga de la abuela Anne.-murmuró y bajó la mirada.
-No lo es. Esa mujer es mala y no quiero que vuelvas a hablarle nunca.-dijo y le tomó el rostro.-Prometémelo.
-Lo prometo, papá.
-Ahora tranquilizate, hijita. Estás conmigo. Todo está bien.
-¿Podemos ir con papi?-preguntó ella.
-Necesito calmarme para poder manejar. -dijo él y le acarició el rostro.-Si algo te pasa yo me muero. Te amo más que a nadie en este mundo. ¿Sabes?
Ella abrió su saco y se metió dentro. Lo rodeó con ambos brazos y cerró los ojos. No quería volver a salir de la casa.
-Te amo, papá. Tengo miedo. Ella quería que fuéramos a su casa y le dije que yo iba a esperarte, pero ella dijo que no podíamos porque ibas a tardar mucho. Ella quería que yo cruzara. Yo no quería hacerlo, pero ella quería.
-Nadie va a obligarte a hacer algo que no quieras.-dijo él.-Y yo nunca voy a tardar mucho. Siempre voy a estar ahí cuando me necesites.
-Me ayudaste.
-Vos me necesitabas. Nunca voy a dejar que nada te pase.- la apartó y besó su frente.-No le podemos contar a papi, porque él se va a asustar mucho.
Ella asintió y volvió a juntarse a su pecho. Pocas veces Louis la había visto tan asustada. La puerta se abrió y entró James. Bonnie no saltó a sus brazos, cerró los ojos, fingió dormir. Era la primera vez que veía a Bonnie romper su propia regla: no hay que mentir.

Entraron en el edificio por la puerta de atrás. Los paparazzis parecían no cansarse nunca. Harry ya había hablado con lo abogados y ahora era el momento de firmar todos los papeles. Habían ganado el juicio por la tutoría de Bonnie, aunque Harry nunca hubiese estado al tanto.
- Papi.-dijo Bonnie, aún tomada del cuello de Louis.
-¿Qué pasó que tardaron tanto?-preguntó y la alzó a ella.-Hola, amor.
-Fui por el camino largo. Estoy harto de los paparazzis.-mintió y Harry le besó la mejilla a modo de saludo.-Creo que Bonnie también.
-Ay, mi chiquitita. Estás con nosotros. Nada nunca va a pasarte.
-Te amo hasta la luna y de vuelta.-dijo ella.
-Yo te amo todavía más. Ahora va a venir un señor para que papá y yo firmemos unos papeles. Hay que portarse muy bien.
-¿Puedo quedarme con ustedes?
-No pensaba dejar que te fueras.-rió Harry y le besó la frente.- Mmm. Alguien se está enfermando.
Ella se recostó en su pecho y cerró los ojos. Louis suspiró. Harry lo notaría. Bonnie seguía asustada.
-No quiero que te alteres.-dijo y puso una mano en su hombro.-Esa mujer estuvo hoy afuera de la casa y asustó a Bonnie. Por eso ella... Por eso está tan asustada. Voy a pedir que le pongan una orden de restricción ahora mismo y James va a avisarnos si vuelve.-lo vio cerrar los brazos con más fuerza en torno a Bonnie y lo abrazó.-Escuchame, está asustada, no la asustes más.
-Estás con papi.-musitó él y la meció con suavidad.-Mi bebita hermosa. ¿Vos le pusiste este vestido?- Louis asintió.-Papá te dejó hecha una princesita.
-¿De verdad?-preguntó ella y se apartó un poco para mirarse.
- La princesa más hermosa.-dijo Louis.
Ella sonrió y bajó de los brazos de Harry para luego sentarse en su silla frente al gran escritorio. Se acomodó los anteojos que tanto se había negado a usar y juntó las manos.
-Ahora soy una princesa jefa.-dijo.-¿Puedo?
-Claro que podes, amor.-dijo Harry y la puerta se abrió.-Buenos días, señor Peperments. Tenemos un tema serio del que hablar.

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