Juramento

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Esperanza... es lo único que tenemos.–¿Crees que me perdone?–Nicolás me mira sin entender.–Cassandra.–la expresión de su rostro se relaja.

–No fue tu culpa.

–Pero si yo hubiera dicho mi ubicación tal vez...

–No.–me interrumpe negando con suavidad, sus ojos se ven apagados.–Ella lo iba hacer.

Me separo unos centímetros de él, me cuesta asimilar la idea de que mi propia hermana ha sido capaz de matar a alguien inocente.–¿Crees que tenga salvación?–pregunto refiriéndome a Sophie.

El vigilante me vuelve a regalar una pequeña sonrisa.–Mientras haya esperanza todo es posible.

Todo es posible.–Te amo Nicolás Dalton.

–También te amo Phoebe González.–responde este.



Aunque Bastián, Vincent y Nicolás no me lo digan, lo sé. La distancia que ha tomado Cassandra de mí es muy notoria, solo han pasado cuatro días desde la muerte de su madre. La rubia no me dado ni una mirada desde entonces, pero no la culpo no podría...

Nicolás ha enfocado toda su atención en intentar contactar a Valent Hills, pero parece que no ha habido mucho éxito. Por otra parte Bastián y Vincent me han ayudado a entrenar a los elfos y a mí, Marlena ha enviado mensajes en el viento a varias razas de mitológicos, la respuesta no ha sido la que hemos esperado.

Cuatro días, cero resultados. Un Dios vivo, una hermana psicótica.

Tomo una bocanada de aire y me detengo, he estado corriendo por varios minutos, el bosque es bastante grande, lo más intrigante de todo es que no he visto ningún solo animal desde que llegamos.

El aspecto positivo sería mi velocidad, soy mucho más rápida que antes.

Me acerco a un árbol y me acomodo espaldas a el tronco, me dejo caer hasta abajo y tomo una bocanada de aire. Cuarenta minutos corriendo por el bosque, necesito tomar un descanso, mi mano viaja hasta el llamado que reposa en mi pecho no había notado hasta ahora cuan detallado está, las cuerdas del violín se pueden apreciar perfectamente entre la clave sol que va cubierta de pequeñas piedras parecidas a diamantes, inmediatamente recuerdo a Artemisa, últimamente no ha vuelto aparecer en mis sueños.

Me doy cuenta cuanta falta me ha hecho, de alguna manera sus consejos y advertencias me hacían sentir segura. Artemisa, una mujer que nació en la época errónea de haber nacido en este siglo habría logrado cosas enormes. Diosa de la caza y la nueva vida...

Un sentimiento de nostalgia me inunda, extraño a Tía Fiore, extraño a Megan, extraño a Thomas y... extraño a Sophie. Su nombre me produce dolor, de saber la verdad tal vez habría prevenido esto.

¿Qué habría sido de mí y Sophie de haber crecido juntas desde niñas con mis padres?

Sujeto el llamado y tomo una respiración profunda, necesito verla, necesito entender por qué es así, mi hermana no puede estar perdida.

Cierro los ojos y repito el nombre de Sophie varias veces, su rostro llega a mi mente, pero no solo por obra de mi imaginación, sino en este momento. La rubia se ata el cabello en un moño, está en un pequeño baño, al parecer no ha notado mi presencia.

Lo que más me sorprende es la falta de emociones en su mirada, se ve totalmente seria. La rubia se voltea y se da una mirada en el espejo y lo veo, por una fracción de segundo apareció, tristeza que ha sido suplantada por su expresión vacía.

–Phoebe.–abro los ojos al instante, Vincent está frente a unos metros de mí, el pelirrojo me ha sacado del trance en el que estaba.

–Dime una buena noticia.–prácticamente pido, este me da una pequeña sonrisa de medio lado.

–Encontramos a Valent Hills, pero eso no es todo, tienes que regresar a verlo.–frunzo el ceño y él se acerca, me extiende su mano y la tomo para ponerme de pie.

Transcendence la Profecía(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora