¿Prostíbulo?

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Una vez adentro y con la cortina de metal abajo, la chica nos hace un recorrido por el lugar, hay varias mesas con tubos en ellas, no quiero ni pensar qué clase de lugar es este. Nos señala una mesa y los demás se sientan ahí, menos el vigilante y yo, ella nos conduce hacia una puerta en donde dice "solo personal autorizado" la abre y en el interior hay una pequeña oficina, la chica toma asiento al otro lado del escritorio y nos señala dos pequeñas sillas, miro a Nicolás con duda, pero este asiente y nos sentamos en las sillas. Madelyn me observa de una manera que no me gusta, me siento como una vaca dentro de un lugar de caníbales.

–Pregunta. –suelta la morena.

–Sé que has estado en Roma.–comenta Nicolás de manera casual, la chica asiente lentamente.–¿Qué has escuchado?

–De todo un poco.

–¿Cómo qué?

La chica pone sus codos en la mesa y me mira.–Como ella.

–¿Qué saben de ella?–pregunta Nicolás.

–Que existe, la están buscando, por cielo mar y tierra,la última musa viva, la reencarnación de Euterpe, pero...–sus ojos se vuelven acentrar en Nicolás.–Hay dos, ¿por qué?

–Las preguntas las hago yo Madelyn.–la morena ruedalos ojos.–Vamos linda.–el vigilante le dio una sonrisa que detecté como seductora.–Dime.

–En la calle se dicen muchas cosas Nicolás, pero heescuchado algunas cosas en los bares, los bares concurridos por oscuros, sedice que hay alguien que está reclutando mitológicos, alguien que no tienenombre ni cara, porque usa mucho intermediaros.–miré de reojo a Nicolás quienahora tenía el ceño fruncido en su frente.–Se rumora que alguien busca loselementos de Apolo, pero necesita la sangre de una musa. La ultima musa convida murió hace cuarenta y ocho años, Marisol Winter. Pensé que era broma, perouna noche en Verona fui a pasar un rato al bar de un amigo oscuro, Alejandro,un sujeto entró, no era un sujeto cualquiera, era un vigilante. Se sentó en unamesa y noté como una súcuba se sentaba frente a él, parecía que nada másconversaban hasta que él tomó su mano y después de un rato se fue, seguí a lachica y bueno.–los ojos de Madelyn brillaron diversión y relamió suslabios.–Pasamos una buena noche las dos, pero cuando dormía noté que en suspantalones había un papel con unas letras escritas, griego antiguo, decía queel manto había sido encontrado, pero la musa no. Sin embargo, había otra cosaescrita, "América Central". Saben que está aquí, pero no saben quién es.


–Significa que aún tenemos ventaja.–dijo Nicolás yella asintió, ladeo su cabeza y poso sus ojos en mí.

–Es muy bella, idéntica a Euterpe.–la vigilante puso sus codos en el escritorioy empujo su cuerpo hacia adelante, casi que estaba encima del escritorio.–Tanhermosa...–la chica se relamió nuevamente los labios.–Tu ancestro y yo tenemoshistoria lindura.

–Y se acabó.–Dijo Nicolás poniéndose en pie, lo imité y rápidamente me coloquédetrás de él.–Madelyn, cariño, ya sabes que tienes que guardar silencio.

Ella se rio.–Por ti, haría lo que fuera guapo.–comentó dándole un guiño ylanzándole un beso.–Pero...–el vigilante se detuvo en medio camino hacia lapuerta y se dio la vuelta, al igual que yo.–Cualquiera que haya visto aEuterpe, va reconocerla. A ambas.

Nicolás y yo salimos de la oficina, tenía un mar de dudas en mi cabeza peroantes de llegar a los demás el vigilante se detuvo y me tomo del brazo, lo miréextrañada y este me dio una pequeña sonrisa.–Sé que cada vez esto es más y másraro Phoebe, sé que ahorita deseas que solo sea un sueño y pero... esta es turealidad, eso que llevas en el cuello es una gran ventaja para nosotros, podráocultar tu aura y según he leído podría ayudarte a controlar esa gran fuerzaque llevas dentro de ti, ¿me dirías quién te lo dio?

Asentí lentamente.–He estado soñando con alguien, conuna Diosa, Artemisa. Ella... se ha estado comunicando conmigo a través de sueños,pero es amable, ella dice que no confié en nadie.

–Está ayudándote. –susurró Nicolás con la vista en el suelo, como si estuvierapensando en algo.–Bien, salgamos de aquí.

Llegamos con los demás, Megan tenía a un Thomas dormido en sus brazos mientrasque Sophie mantenía su cabeza mentida en sus manos, Bastián miraba la puerta yla chica nueva tenía la vista puesta en su reloj.

–Hay que salir de aquí.

Todos se alertaron y sus ojos se pusieron en nosotros. Nicolás no dijo ni unapalabra más, ni yo tampoco. Caminamos por las calles de San José en silencio, alo lejos se escuchaban sirenas de ambulancia combinadas con el viento, aúnestaba oscuro y no sabía con exactitud qué hora era ni adonde íbamos, mi menteestaba exhausta. Lo que sea que pasara cada vez que dormía y veía a Artemisa medejaba en un estado de cansancio extremo, no podía pensar con claridad. Tantoera el cansancio que no supe con exactitud a qué lugar llegamos, pero cuandosubí unas escaleras y vi una cama me dejé caer sin pensarlo dos veces,necesitaba dormir, más que nunca.


Abrí los ojos y la habitación estaba a oscuras meestiré sobra la cama y bostecé, no sé qué hora es, pero tengo que ir a clases,siento algo incomodándome el cuello llevo mi mano hasta este y toco un pequeñocollar, frunzo el ceño y los recuerdos me golpean como una ola. Vigilantes, musas, Dioses, Artemisa. Esreal.

Estiro mi cuerpo y observo lo que hay a mi alrededor, una gran cama en la cualestoy acostada, una habitación que parece que no ha sido ocupada en años. Mesiento en la cama y observo con más detalle el lugar, las paredes son grisessin ningún tapizado, hay una puerta del baño en frente de la cama y salida estáal lado de una pared izquierda, al otro lado de la cama hay una gran ventanacubierta por unas cortinas de color gris y vino. Y no hay nada más. Quitó lassabanas que hay encima de mí y dejó mis pies en el suelo, me pongo en pie conlentitud y camino hasta el baño, abro la puerta y la cierro al entrar y loprimero que veo es mi reflejo. Luzco como yo, solo que más sombría. Tengoalgunas ojeras debajo de mis ojos, mi cara luce muy pálida y mis ojos... mis ojosse ven opacos, hasta mi cabello se ve opaco y tieso, intento peinarlo con losdedos pero es una enredadera, miro el lavabo, tiene algunas puertas y gavetasdebajo de el, las abro y sonrío al encontrar un poco de pasta dental y un viejocepillo de cabello, me deshago del desastre de cabello y unto un poco de pastaen mi dedo. Lo paso por mis dientes y cuando ya he acabado escupo la espuma,abro el grifo y tomo agua para enjuagarme la boca. Una vez lista salgo del bañoy camino con cuidado hacia la puerta de salida.

Llego a un pasillo, puedo escuchar algunas vocesabajo, varias de hecho. Las sigo en silencio y cuando llego al inicio de laescalera me detengo.

–... es que ustedes son unos incompetentes.–exclama una voz femenina rabiosa queconozco demasiado bien.–¡Por todo lo celestial!–Megan.

–¡Entonces deberías haberte echo cargo tú!–estallaNicolás.

–Creo que deberíamos calmarnos...

Pero la voz de Bastián es oprimida–¡Calla!

Me acerco más a la escalera, asomo mi cabeza y desdeaquí puedo ver la espada de Nicolás, Megan está en frente de él y Bastián enmedio de ambos.–La... enviada solocritica pero no actúa.–sisea Nicolás.

–¿Y es que creen que tengo que hacerme cargo yo? ¿Por su incompetencia? ¡Túresponsabilidad era proteger a Phoebe desde las sombras! ¡No salir gritando queeres un vigilante!

Megan intenta acercarse a Nicolás pero Bastián la toma de los hombros.–Megs,basta. Podrían escucharlos.

La morena se aleja del tacto de Bastián y le da una mirada furiosa.–Iré acaminar.

Y sin decir más sale de mi campo de visión, unossegundos después se escuchar una puerta ser azotada.

La voz de Megan, no era ella. Bueno, ,pero... tiene algo más. Poder, firmeza, determinación. Una voz que nunca habíaescuchado.

Salgo de mis pensamientos y bajo las escaleras lentamente, los ojos de Bastiánse abren notablemente al verme pero rápidamente intenta disimularlo y mira aNicolás.–Ha despertado.

Nicolás se gira con un ceño fruncido en su rostro, su rostro... es hermoso. ¿Qué? Siento mis mejillas un pococalientes pero rápidamente aparto la mirada cuando llego al final de las escaleras.

–Es muy temprano Phoebe.–murmura Nicolás, ahora entiendo porque no he visto alos demás.–Deberías seguir durmiendo, solo han pasado cinco horas desde quellegamos.

Me encojo de hombros y camino lentamente por lo queparece ser un vestíbulo, todo es muy elegante, hay una mesa a la par de lapuerta por la que supongo salió Megan, y un par de ventanas al lado de esta,luego hay un arco que da vista a un comedor, me asomo por el comedor y noto queal final de este pasando otro arco hay una cocina último modelo. Me giro sobremis talones y observo a Nicolás fijamente, está vestido con una camisa blanca yunos pantalones negros, en su cadera lleva un cinturón con varios objetos, omás bien armas, al igual que Bastián.

–En donde estamos.–demando saber, no pregunto, demando.Mi voz ha salido más firme de lo que había pensado.

–En Valle Esperanza.–comenta el vigilante que haestado discutiendo con Megan, su tono es pasivo pero a la vez analítico, aligual que su mirada café.

–¿El residencial de ricos?–pregunto descolocada.

–Así es.–responde Bastián y me da una pequeñasonrisa.–La novia de Nick gana bastante bien, eh.–puedo ver como la mandíbularefinada de Nicolás se remarca.–Creo que iré hacer algo de comer, tu familiaseguramente despertara con hambre.

Y dicho esto pasa primero por el lado de Nicolás yluego me hago a un lado para dejarlo pasar hacia el comedor.

Camino lentamente por el vestíbulo pero no tengo intención de ir hacia laescalera, miro con atención a Nicolás, hay algo que me cuesta entender. Meganhablaba con él como... si fuera su superior.Y él le respondía como si fuera... repugnante.

–¿Qué estás haciendo Phoebe?

–Pienso.–respondí bruscamente, sin haberlo notado.

El vigilante rueda los ojos y suspirapesadamente.–¿Qué has escuchado?–pregunta levantando una ceja, me detengo justoen frente de él y ladeo la cabeza.

Poco. Pero las palabras no salen demi boca.–Nada.–miento.

–Entonces ve a ducharte, te llevare un cambio de ropay...

Un ruido en las escaleras nos hace a ambos mirar haciaarriba, la chica de anoche baja perezosamente las escaleras con solo una camisaenorme puesta, un bostezo sale de su boca y cuando llega al final de laescaleras se lanza con una sonrisa hacia Nicolás, aparto la mirada un pocoincomoda mientras escucho como ambos se besan.

–Buenos días mi amor.–alcanzo a escucharla decir. Me aclaro la garganta y losvuelvo a mirar.–Oh.–dice ella, pero algo me dice que ya me había visto.–No tehe visto.–dice y después de esto me da una sonrisa que se podría decirencantadora.–Creo que no nos hemos presentado bien, mi nombre es Meils.

Asiento y muevo mis ojos por todo el recibidor.–Iré a ducharme.–informo ycamino con rapidez hasta llegar hasta arriba de las escaleras, pero logroescuchar algo de la voz de la chica "Es un poco rara"

Rara. Unarisa amarga sale de mis labios. Rara,raro el mundo en el que estoy metida ahora.

Cuando salgo de la ducha, veo la ropa que Nicolás ha dejado para mí, negro. Esoes todo lo que veo, parece una mezcla entre emo con metalero, a regañadientesme coloco las prendas con olor a jazmín, estornudo, soy alérgica al jazmín.Suspiro pesadamente y me coloco la ropa que milagrosamente me ha entrado, unpoco ajustada, pero me ha entrado. Hasta hay un par de zapatos, o más bienzancos.
Termino de cerrar el zipper de las botas con tacón ydoy un paso hacia adelante, intento equilibrarme con las manos en el aire.

Puedohacer esto. Doy otro paso y con una mueca logro encontrar elequilibro en estas cosas, pero eso no quita el dolor. Camino por un par deminutos hasta la puerta se abre y casi caigo al suelo de no ser por la cortinade la ventana. Thomas mira la escena con diversión.–Pareces una estrella deRock.–murmura intentando no reír.

–¿Horrible no?–digo mirando mi vestimenta.

–Sip.–responde, noto que aún lleva la ropa blanca.–Megan me ha dicho queestabas aquí, hace un rato que el desayuno está servido, te estamos esperando.

Asiento y vacilo un poco en ir hacia él, tomo una bocanada de aire y camino conun poco de torpeza hacia la puerta, Thomas me hace un espacio para salir y lacierra. Ambos caminamos en silencio por el pasillo, llegamos a las escaleras yme aferro a la barandilla mientras bajo, una vez abajo ambos caminamos hacia elcomedor. Cuando llego a la mesa todas las miradas recaen en mí, noto que no soyla única con apariencia de estrella de rock. Sophie lleva una chaqueta de cueroy una camisa blanca puesta y Megan usa un vestido negro pegado al cuerpo.

Veo una silla libre al lado de Thomas-quien ha tomado asiento- y lo imito.

–Veo que las tres tienen una excelente figura.–comenta Meils con una sonrisa enel rostro.–No pensé que mi ropa pudiera entrarles.

–Si bueno.–comenta Sophie.–Cualquiera es tallacinco.–dice restándole importancia.–Aunque.–la rubia alza la mirada y mira aMeils.–No cualquiera viste como una mujer de la calle.

Ahogo una risa, veo como Megan intenta hacer lo mismo, todos los ojos de lamesa están puestos en Meils quien ha dejado de sonreír y ahora tiene una miradafuriosa sobre Sophie.

–¡Bueno familia Johnson-Gonzales!–exclama Bastián con una sonrisa totalmentefalsa.–Espero que les guste mi sazón.

Miro el plato que está servido en la mesa, cereal. Unasonrisa se me escapa y lo miro.–Eres todo un chef.

Comemos con una tranquila conversación, Megan lucecomo la normal Megan, habla animadamente con Thomas, la mesa está distribuidade la siguiente forma, Megan está en la cabecera y frente a ella está Nicolásquién no ha dicho nada, frente a mí está Sophie y a un lado de ella Bastián,Meils está frente a Bastián, Thomas en medio de ella y yo al lado de Megan. Eldesayuno termina y el mismo chef se ofrece a lavar los platos, todos nosponemos en pie y Megan nos lanza una mirada a mí y a los demás.

Sophie, Thomas y yo la seguimos arriba de las escaleras, entramos a unahabitación detrás de ella y la morena cierra la puerta cuando la rubia es laúltima en entrar.

–¿Qué vamos hacer?–pregunta inmediatamente Sophie.–No podemos seguir con estaspersonas.
–Megs quiero ir a casa.–protesta Thomas.–Extraño amami.

La hermana mayor de Thomas lo mira con unos ojostristes.–Esta mañana he ido a casa...

–¿Enserio?–le interrumpe Sophie pero al darse cuentase disculpa.–Sigue.

–Si... bueno, yo diría que no es seguro.–frunzo el ceño, Megan peina su cabellonegro y lo deja a un lado de su hombro.–Toqué la puerta y mamá no me hareconocido, me ha echado y amenazado con llamar a la policía.

–¿Qué? .... Pero, mi mami no haría eso.–Thomas la miracon los ojos cristalizados y algo se me encoje en el interior.–Ella nos ama.

Megan le da una pequeña sonrisa y camina hacia élhasta agacharse y abrazarlo.–Por supuesto que sí, pero le han hecho que nosolvidara.

–¿Entonces? ¿Tenemos que seguir aquí usando ropa de prostituta?–preguntaconsternada la rubia, Megan le da una mirada.–Megan, yo, al igual que tú, aligual que Phoebe y Thomas, tenemos una vida. Clases, deberes, C L A S E S. Estagente... no me agradan.

–Lo sé, a mí tampoco me agradan. Nos iremos.

Trago con fuerza.–¿A dónde?–digo hablando por primeravez.

–Yo...–la morena vacila un poco pero finalmente habla.–Hablécon Joe.

Frunzo el ceño, el padre de ella y Thomas no vive conellos desde hace ocho años.–¿Papá?–murmura Sophie. Le doy una rápida mirada, mipropia hermana no sabe que es solo un tío político.

–Sí, le he dicho una que otra mentira, pero se ha alegradopor mi llamada entonces nos está esperando con ansias.

Doy un paso hacia atrás, es claro que la invitación es para los tres. Para elpadre de mis primos no soy más que la sobrina de Fiore Gonzales. Aunque megustaría irme con ellos, no debo no puedo.

–¿Phoebe?–pregunta atentamente Megan. Salgo de mis pensamientos y muerdo elinterior de mis mejillas.–¿Vendrás con nosotros?

–Claro sí.–responde Thomas por mí.–¿Verdad Phoe?

Cierro los ojos lentamente y niego.–Losiento.–susurro.

–¿Pero.... Somos tu familia?–contesta Thomas con un tonotriste.–Tu familia.

Levanto la mirada y observo su rostro.–Lo sé, pero...hay cosas que tengo que resolver.

Un toque en la puerta nos alerta a los cuatro,aprovecho la oportunidad y abro la puerta saliendo inmediatamente de lahabitación. Nicolás me mira con algo que creo que es curiosidad pero me encojode hombros.

–¿Hablamos?–asiento, y lo sigo por el pasillo hastallegar abajo, salimos de la casa y me abstengo de hacer un silbido al observarel exterior de la casa. Es... cara.

Noto que todas las casas alrededor son total ycompletamente diferentes, pero todas tienen aspecto de riqueza, el vigilantecamina por la acerca sin decir una palabra hasta que llegamos a un pequeñoparque para niños desierto. Valle Esperanza es un lugar muy exclusivo y alejadode la capital, me sorprende que esté aquí, aunque... hay muchas cosassorprendentes.

–¿Qué quieres saber?–pregunto con curiosidad, me alejoun poco de él y me siento en una de los columpios. Nicolás me mira con una cejaalzada y después de pensarlo por unos segundos se sienta a mi lado.

–El collar.

–Me lo dio Artemisa.­–respondo al instante.

Nicolás se queda callado, no dice nada, no se mueve y en un momento laspalabras salen de su boca.–Quiero entender cómo es que Artemisa te ha dado esellamado si ella está muerta.

Observo su perfil, se ve pensativo.–Para pertenecer aeste mundo, tienes muy poca imaginación.–respondo y poso mis ojos en elcielo.–¿El más allá?

–Seguramente.–responde este.–¿Qué te ha dicho?

Tuerzo la bocay lo miro indecisa.–Yo bueno... ella, la veo en sueños...–comienzo a relatarle condetalle cómo ha sido ver a la Diosa de la caza en mis sueños, como me haavisado del ataque y como me ha dado el llamado.

–No sabía que aún después de la muerte, podías conectartecon alguien a través de sus sueños.–comenta Nicolás con un tono pensativo.

–Si bueno, no exactamente, Morfeo le debe favores. Aunque no sé cuálesson.–termino por agregar.

Nicolás se pone en pie y camina en círculos frente amí, tiene una mano puesta debajo de su barbilla, observo como la camisa lequeda un poco ajustada en la parte de sus brazos, desvío rápidamente la miraday me concentro en sus pies.–Entonces.–él se detiene y observo su rostro.–Ellate está protegiendo.

Asiento.

–Bueno, tenemos algo de suerte.–el vigilante parecehaberse relajado por unos segundos pero su postura recta vuelve casi alinstante.–No le debes de decir sobre esto a nadie.

–Lo sé.–susurro. El sol comienza a moverse y calentar más la mañana.–Deberíamosvolver.

–Una cosa más dijiste que...

La voz de Nicolás se hace más lejana, mi cuerpoliviano y mis ojos se cierran dejando paso a la oscuridad. Un olor a flores mehace abrir los ojos, el corazón me late con fuerza, con tanta fuerza que sientoque se me va salir del pecho. Me levanto del suelo y miro con desesperación ami alrededor.

A lo lejos puedo ver una cascada, todo parece salidode cuentos de hadas, arbustos llenos de flores, árboles gigantes que cierran loque prácticamente parece un clero. Me pongo en pie lentamente.

–Phoebe.–la voz me asusta y me hace dar un pequeño brinco desde mi lugar. Giromi cabeza en dirección de la voz y suspiro con tranquilidad al ver a la Diosade la Caza.–Lamento haberos hecho esta interrupción, pero es urgente, un mortalestá intentado revivir a mi hermano, no puedo detenerlo porque al igual que élestá muerto. Influencia al mortal por medio de sueños, al igual que yo lo hagocontigo. Tienes que detenerlo.

¿Yo? Yo ni siquiera sé que tengo quehacer. Niego lentamente y noto que los ojos de Artemisa se vuelven más oscuros.

–Puedo sentir tu miedo pequeña musa, no lo tengas.

–Es fácil decirlo cuando estás muerta.–susurro, pero al parecer no losuficientemente bajo.

Una pequeña sonrisa se asoma en los labios de la chicacon cabellos rizados, no había notado que su color castaño tenía ciertosreflejos rubios. Su rostro parecía ser el de una muñeca de porcelana parece unaprincesa de cuento de hadas.


–Ten fe Phoebe, ese llamado que llevas en el cuello no solo te protege a lavista de otros, te ayuda a controlar toda esa energía. Solo necesitas...canalizarla.

Llevo mi mano inconscientemente al collar que ella llama "llamado"–¿Por qué lollaman así?

Artemisa mira atentamente una mariposa que ha aparecidofrente a ella.–El tiempo se acaba Phoebe, cree.

–Pero...

Oscuridad. De nuevo, al abrir los ojos retrocedo degolpe al ver a Nicolás tan cerca de mí, su mirada se relaja al verme.Lentamente y sin decir nada me ayuda a ponerme en pie, no había notado queestaba en el suelo, el césped para ser más exactos. Siento un pequeño dolor decabeza en la parte trasera de esta, no creo que haya sido por un golpe, encierta parte me siento adormilada. Doy un paso hacia adelante, pero pierdo elequilibrio, Nicolás me sujeta y le agradezco con una sonrisa.

–He recibido un mensaje de Bastián, hablaremos de loque sea que acaba de pasar después.–asiento sin rechistar, ciertamente noquiero mencionarle nada aún.

El camino se me hace particularmente lento, varios pensamientos comienzan ainvadir mi cabeza entre ellos se cuela uno en particular, Megan. Hay algo queno he entendido del todo, su actitud, la forma de hablar, algo en ella no estábien. ¿Ocultará algo? Nos detenemos en la entrada de la puerta, pero antes deabrirla esta se abre revelando a un Bastián muy serio.

–Tenemos problemas.

Transcendence la Profecía(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora