Capítulo 2.

21 2 0
                                    

Ya me encontraba en el auto, con destino hacia mi nuevo hogar.

Mi pierna se agitaba sola ante el hecho de que hoy comienzo a vivir sola. Bueno... no completamente sola, ya que voy a estar en compañía de mi mejor amiga, pero sí voy a tener que cumplir con responsabilidades que antes no, por lo que en ése sentido me las voy a arreglar sola. Y éso me tiene bastante nerviosa, ya que tengo miedo de ciertas cosas que no estoy segura de sí me van a salir bien o no, de que no me alcancen los horarios para hacer otras cosas, de no ser lo suficientemente responsable y madura para cumplir con mis nuevos retos en ésta etapa de adultez que estoy pisando.

Mis padres se ofrecieron a ayudarme en todo lo que les sea posible. Estoy completamente agradecida por todo el apoyo que me han brindado a lo largo de toda mi vida, y que seguramente me van a seguir brindando en el transcurso de éste tiempo. Pero, a partir de ahora, quiero arreglármelas solas, en lo posible sin molestarlos demasiado. Es obvio que habrá situaciones en las que necesite de la ayuda de alguno de los dos, o incluso de ambos, pero espero que sean pocas.

Ellos me ayudaron en prácticamente todo en mi vida, y es hora de compensarles con un descanso de mis responsabilidades que ambos bien merecido lo tienen.

Ahora mismo soy la responsable de mi propia vida. Todo comenzará a correr por mi cuenta en el mismísimo momento en que cumpla mis dieciocho años de edad, por lo que tendré que ser sumamente cuidadosa con las decisiones que tome a partir de ése momento. Pero, a pesar de que todavía no cumplí con la mayoría de edad, y mis padres tengan que correr con la responsabilidad de algunos actos que yo efectúe, en el momento en que pise con el primer pie el piso del departamento en donde voy a vivir, ahí es donde yo seré la dueña de mi vida.

—¿Quieres dejar de agitar tu pierna? —escuché la voz de papá a mi lado, sacándome de mis pensamientos— Me pones nervioso.

Gracias papá por arruinarme la inspiración.

—¿Tú estás nervioso? —le dije, incrédula, sonriéndole— ¿Y cómo debo estar yo, entonces?

—Feliz —respondió—.

—¿Y por qué crees que estoy feliz?

—Porque te vas a vivir sola, capaz.

Solté una risa, cruzándome de brazos.

—Ahora mismo, estoy deseando volver a nacer.

—Yo no —dijo papá—. Es más, por dentro, estoy celebrando porque te vas.

—Por dentro, sí.

—Pues obvio. Si lo demuestro por fuera, ahora mismo nos estrellaríamos contra ése cartel de Alto.

—Nos estrellaríamos igual si no lo respetas, papá.

—No viene nadie. Por lo tanto, sería completamente en vano que frene. Éso sí —agregó rápidamente, señalándome con su dedo—. No hagas lo mismo que yo. Cuando tengas tu propio auto, respeta todas y cada una de las señales de tránsito.

Asentí.

—Lo tendré en cuenta.

—Bien. ¿En qué estábamos? Ah, sí. Estoy completamente feliz de que te vayas.

—Y yo estoy completamente feliz de irme.

—Por supuesto. Es más, ya debo sospechar lo que debes estar pensando. Al fin me voy a librar de éstos viejos de mierda tan pesados —imitó mi voz chillona a la perfección—.

Solté una carcajada ante éso.

—¡No estoy pensando en éso!

—¡Que no! Te conozco como a la palma de mi mano.

Mentiras Piadosas. «Muda 4».Where stories live. Discover now