CUARENTA: Caudal

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Cuatro años.

Habían condenado a Micaela a cuatro años de prisión por ocultar evidencia a la justicia. Estaba desolada, no tenía a nadie a su lado. Con sus padres muertos, no le quedaba familia. Y no quería llamar a Matt, molestarlo no era una opción. Años atrás ella fue quien lo sacó de su vida, ahora no tenía derecho a llamarlo por esto. 

Los Nayar estaban ayudándola para su sorpresa. Fueron compañeros toda la vida, y tuvo un amorío esporádico con Ramiro, pero era Nacho quien más estaba haciendo por ella. Como se dice, a veces te ayuda quién menos uno espera.

Micaela sabía que Ignacio estuvo de juzgado en juzgado buscando una manera de liberarla de tal castigo. Además la visitaba todos los días en retiradas ocasiones y había conseguido que la dejaran en una celda individual en una comisaría. 

La rubia ya llevaba 4 días, que se le hicieron una eternidad. Esa mañana había ido a verla Ramiro, quién le llevó un café y un muffin de Starbucks. Y le comentó que al parecer su hermano había logrado algo bueno, que a la tarde seguro recibía noticias. Así que estaba muy ansiosa esperando por el otro mellizo Nayar. 

- Todo sigue su caudal Micaela - fue lo primero que le dijo Nacho cuando un policía lo acompañó hasta la celda y la abría. - Dale, salí. 

Mica le sonrió, e hizo algo que nunca antes había hecho con nadie, lo abrazó. Ella dio el primer paso. Ella lo abrazo agradecida. 

Le dieron todas sus pertenencias que le habían retenido cuando la encarcelaron e Ignacio la guío hasta su auto. 

- Voy a llevarte a tu casa - le aviso él. - Seguro morís por darte una ducha y estar en tu espacio personal. 

-Correcto - coincidió ella. - ¿Cómo lograste sacarme? 

- Conseguí una fianza por tu libertad. Seguro vas a tener que hacer tareas comunitarias, nada grave. Te prometo que no vas a volver a ese lugar. 

- Gracias Nacho - le sonrió ella. 

- Es mi trabajo - le resto importancia el fiscal.

- Tu trabajo es encarcelar gente, no liberarla - señalo la rubia.

- Touché - rió él haciendo que ella se le uniera. 

- ¿Alguna novedad del caso? ¿Algún avance? - preguntó ella con ansiedad.

- Sabes que no puedo contarte eso, es confidencial. - apuntó el mellizo y ella rodó los ojos haciendo caso omiso a sus palabras.

- Por favor - puchereó Micaela aprovechando que él había parado en un semáforo y podía verla.

- Bien - suspiró derrotado Ignacio. - Creemos que ya tenemos al culpable del accidente. 

- ¿En serio? - repreguntó haciendo que el fiscal afirme con la cabeza.

- Paulina Soler, la mamá de la hija de Víctor - anunció Nacho causando sorpresa en su acompañante.

- ¿La mamá de Dalila? ¿Ella estaba intentando matar a mi tío? - exclamó con asombro Micaela. - ¿Ella provoco el accidente que acabo con su vida y con la de mis padres?

Dueña de mi silencio, esclava de mis palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora