Todos sus esfuerzos de entablar una conversación conmigo eran en vano. Yo era un ente en ese momento. No podía pensar en nada más que en las oraciones que repetía mentalmente para  que Matías volviera a caminar, y su situación no empeorara aún más; sabía perfectamente todas las infecciones que puedes contraer estando internado en la UCI, lo que finalmente puede matarte, por mucho que tus lesiones no sean mortales.

Faltaban quince minutos para la hora de visita, cuando sentí un abrazo de alguien más alto y más fuerte que yo. Vi que Antonio me hablaba pero no presté atención a lo que decía. Sus palabras eran como el sonido de la lluvia, difuso pero relajante.

Noté que Lily lo tomó del brazo y se lo llevó hacia un lado para hablar con él a solas. Ambos volteaban a verme de vez en cuando.

—Sofi, voy a traerte algo de comer antes de que entres a ver a Matías ¿Okey? —Lily se acercó a mí con preocupación.

—Okey.

Mi amiga salió de la sala de espera y Antonio se sentó a mi lado.

—¿Cómo te sientes?

Quise matarlo en ese momento.

—Okey, okey, es una pregunta estúpida, de acuerdo —reconoció—. Escucha, sé que no es el momento para esto pero tengo que preguntarte ¿Qué pasó en San Andrés?

—¿Qué pasó de qué?

—Me siento mal por estar hablando del tema, pero tengo que hacerlo ¿por qué no le contaste a Lily lo de mi matrimonio?

Con el impacto de la noticia del accidente de Matías, ese tema quedó en segundo plano. Yo casi me desmayo, en una mezcla de sentimientos encontrados tras la sucesión de revelaciones de esa noche. Primero el enfrentamiento con Claudia, luego tener que decidirme a contarle todo a Lily y por último, el accidente. Lily gritó como loca pidiendo ayuda, era claro que no podía sostenerme, así que Thor y algunos empleados del hotel fueron inmediatamente a socorrerla. Me tomaron en brazos y me llevaron a nuestra habitación en el hostal.

Mi mente se puso en blanco inmediatamente y lo único que pude hacer fue contemplar el techo de la habitación desde mi cama. Lily se encargó de todo. Llamó a la aerolínea, empacó las maletas, fue a la recepción a cancelar la cuenta, llamó a la clínica para preguntar por Matías, coordinó el transporte.

No recordaba haber pronunciado una sola palabra durante el vuelo o en el Uber desde el aeropuerto hasta la clínica, así que la revelación que tenía que hacerle a mi compañera quedó en el olvido.

—Claro que deberías sentirte mal por preguntarme eso ahora.

—Lo siento.

—¿Lo siento? —El estrés que estaba acumulando desde el enfrentamiento con su esposa pasó de mi estómago a mi boca como una bola de fuego hasta convertirse en una bomba verbal— No lo sientas. No deberías sentirlo. Lo único que deberías sentir es engañar a una hermosa y buena mujer como Lily, sin olvidar a tu esposa, que claramente ha tenido que soportar demasiado. Siente el haberme involucrado en tus decisiones irresponsables. Siente no hacerte cargo de tu adicción al sexo. Siente...

—Yo no soy adicto al sexo.

—¡No me interrumpas! —Empecé a levantar la voz y algunos pacientes voltearon a mirarnos. Si había algo en la vida que me hacía enojar era que interrumpieran mis diatribas cuando estaba a punto de decir algo importante—. Eres una mala persona, Antonio. Le haces daño a gente buena que no se lo merece.

—¡Lo sé! ¿Crees que no lo sé?

—¿¡Por qué no dejas de hacerlo, entonces!?

—¡No puedo! —Ahora era él quien levantaba la voz.

Justo en ese momento llegó Lily con una bandeja de comida que no se veía muy sabrosa.

—¿Por qué discuten ustedes dos? Todo el mundo los está mirando raro.

Las puertas de la sala de espera se abrieron para dar paso a una alta mujer, elegante e imponente, a la que al principio no presté atención.

La mujer se acercó a Antonio y le dio un beso en la boca.

—Tú debes ser Sofia. Matías me ha hablado mucho de ti y ahora veo por qué. Eres hermosa, linda. Siento mucho que tengamos que conocernos en estas circustancias —Me extendió su mano, la cual estreché por puro reflejo—. Soy Claudia, la esposa de Antonio.

Mi estómago se revolvió en seguida, pero logré controlar las náuseas. Eso no terminaría bien, lo sabía. Pobre Lily, qué manera horrible de enterarse que su novio es casado. Nos iba a odiar para toda la vida. Inmediatamente enfoqué la mirada en el rostro de mi amiga, el cual estaba extrañamente inmóvil y sereno.

—Y tu bella acompañante ¿es?

—Soy Lily, su mejor amiga. Mucho gusto, señora Villa —Le extendió la mano y la estrechó sonriendo ampliamente.

Antonio y yo nos miramos sin entender nada.

Hola :)

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Hola :)

Les agradezco mucho por leer, por sus votos y sus lindos comentarios :) Me encanta que mi historia les guste.

¡Estamos llegando a la parte emocionante! Espero la disfruten.

Un abrazo y un beso para todos ¡Mua!

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No Quise Vengarme De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora