11. Charla con el diablo.

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—Demian... ¿Estás enojado conmigo?

—No, esposo mío ¿Qué te hace pensar eso?

—La muralla de almohadas que has construido entre nosotros.

Miro a Blaze sobre mi hombro, él se asoma por encima de la gran almohada que puse entre nosotros en la cama. Yo alzo las cejas, meneo mi cuerpo hasta estar de frente a él y con mi mano bajo un poco el volumen de la almohada para que podamos hablar mirándonos a la cara.

—Esto es solo protección —digo encogiéndome de hombros—. No sé de qué hablas.

—¿Protección de qué? ¿Tengo varicela o algo?

Parece muy ofendido, pero ¿Estoy arrepentido? Por supuesto que no.

—Bueno, ayer llegaste borracho y los dos sabemos lo cachondo que te pones cuando estás borracho, ya te he dicho muchas veces que tienes que estar despierto y en todos tus sentidos si quieres acostarte conmigo o siquiera tocarme, así que solo me aseguro —le digo mientras acomodo las almohadas despreocupadamente—. Si te molesta, puedes bien avisar cuando volverás malditamente tarde a casa y no me molestaré en tomar precauciones todos los jodidos días.

—Me encanta cuando eres pasivo-agresivo, porque nadie lo esperaría de ti y yo solo conozco esa parte del adorable Demian.

—Te encantaré durante toda tu vida, Blaze, porque voy a estar jodidamente enojado contigo el resto de ella.

—Te dije muchas veces que lo siento.

—Ugh.

Sacudo las sabanas lejos y me levanto de la cama. Si seguimos discutiendo en la habitación, Rose despertará, así que le hago una seña para que me siga hacia la sala. Él hace lo que le pido. Se cruza de brazos en cuanto me tiene en frente. Es difícil concentrarme cuando está medio desnudo pero una vez más, como he estado haciendo durante todas las semanas desde que llegó la estúpida Nicola a la ciudad, debo mantenerme firme en mi posición.

—Escucha, no he hablado contigo de esto muy bien, pero aprovecharé este momento, ya que mágicamente llegaste temprano a casa hoy —digo y me siento en el sofá—. Mira Blaze, realmente no me importa que hagas con quien te dé la gana en tu tiempo libre pero debes entender que desde las ocho de la noche ya no tienes tiempo libre, no todos los jodidos días; ese tiempo es de Rose ¿Y por qué no? Mío, sé que no me amas pero soy tu esposo de todas maneras y quiero verte... ¡Y no estoy exagerando! Ha pasado un mes y en todo lo que va de ese mes han sido más las noches en las que has llegado tarde de las que has estado en casa... de verdad me asquea sonar como una esposa engañada, pero como nuestro matrimonio es falso, supongo que no importa... solo... llega temprano a casa, puedes tener un día para tu amiga pero las noches son para Rose ¿Sí?

—Lo siento muchísimo —él se sienta a mi lado y baja la cabeza hasta ponerla entre sus manos—. Es solo que... me dejé llevar por lo que Nicola decía, ella la está pasando mal y estoy acostumbrado a que ella me necesita y yo la consuelo y verla feliz me hace sentir bien... solo nos quedamos a hablar y bebemos, no es nada del otro mundo.

—Entiendo que quieras a tu amiga, Blaze, pero no puedes seguir dándole tanta atención porque sé lo que está buscando... tú mismo me lo dijiste... que ella prácticamente te usa para subir su ánimo y luego se pierde por un par de años —pongo mi mano sobre su hombro—. No quiero que te vuelva a lastimar... porque te aseguro que no me importan los años que tengan de amistad, la voy a destruir.

—Demian... —él suelta una risa.

—No te rías, hablo en serio, eres el padre de mi hija, eres mi familia y no me gusta cuando la gente se mete con mi familia... voy a poner todo lo que soy en asegurarme de que no quiera volver a pisar Nueva York.

Blaze | Cavalcanti 2 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora