1. Como llegamos a esto.

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—Demian Penn-Kowalsky ¿Aceptas a Bernardo Ivan Cavalcanti como tu esposo? ¿Prometes serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?

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—Demian Penn-Kowalsky ¿Aceptas a Bernardo Ivan Cavalcanti como tu esposo? ¿Prometes serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?

Miro hacia el piso me muerdo el labio, todo el mundo espera por mi respuesta, todo el mundo me mira... yo tengo dudas pero lo que siento en más fuerte que eso así que alzo la cabeza y digo—: Acepto —fuerte y claro.

Los ojos azules electrizantes frente a mí se arrugan en las esquinas debido a la sonrisa que se extiende en el rostro del dueño de esos bellos ojos indicando que esa era la respuesta que esperaba y que no dudó ni un segundo en que así sería.

¿Que como llegué hasta aquí? Déjenme empezar por el principio.

Exactamente once meses atrás conocí a Blaze —Bernardo, para su familia— Cavalcanti, el hombre con el que hoy me estoy casando. Recuerdo que en ese momento, la estaba pasando mal porque quería salir del dormitorio de la universidad y no tenía dinero suficiente para rentar un departamento ni tiempo suficiente para trabajar horas extras. Entonces, como caída del cielo, llegó Thalis, mi compañera de clases, cuyo hermano mayor era uno de los mejores amigos de un chico muy malhumorado con una habitación libre en su departamento, que no le diría que no a ella, según Thalis. Ella quería ayudarme a como diera lugar, porque yo había sido muy bueno en pasarle las clases y hacerle notas cuando ella se enfermó y dejó de asistir, así que estaba empeñada en devolverme el favor.

La primera vez que vi a Blaze, no le di mi mejor impresión.

Acababa de llegar frente al restaurante donde Thalis, aquel hombre y yo nos reuniríamos para discutir acerca de rentarme una habitación de su departamento, pero como llevaba una mala suerte que para que les cuento, me tropecé en la entrada y empujé un bote de basura que al parecer cayó hacia atrás y golpeó una motocicleta que estaba estacionada justo detrás, arrancándole uno de los retrovisores.

Lo curioso es que yo no noté esto porque no me molesté en mirar, porque soy sordo, no completamente pero no escucho nada sin mis aparatos y ese día no los llevaba porque, sorpresa, salí de casa sin ellos y luego se me hizo tarde para volver a casa, el metro estaba repleto de gente y ni loco pagaría un taxi. Entonces, yo estaba dispuesto a entrar al restaurante de una buena vez y justo cuando puse un pie dentro, alguien me tomó el hombro y me arrastro hasta afuera de nuevo, luego me giro y colocó ambas manos sobre los hombros cuando me tuvo enfrentándolo; tenía estos ojos azules electrizantes bellísimos y las facciones más perfectas y definidas que jamás hubiese visto. Y era un chico, el sujeto frente a mi me estaba gritando con la cara más bella del mundo y yo no podía decir nada.

No porque no quisiera, yo movía mis manos y sacudía la cabeza, sabía hablar desde luego pero... hablar se me hace difícil cuando no escucho nada y realmente no me gusta hacerlo, menos estando nervioso.

De pronto, Thalis entró en la escena, apenas estaba llegando y tomó a aquel chico de los hombros para alejarlo de mí. Me miró y luego miró al chico, ella le dijo algo y alcancé a leer sus labios.

Blaze | Cavalcanti 2 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora