2. El banquete.

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Hay una voz muy lejana que me llama

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Hay una voz muy lejana que me llama.

Me recuerda a algo.

Cuando tenía cinco años y estaba a punto de desmayarme del hambre y de pronto dos ángeles entraron derribando la puerta.

Las únicas voces que siempre pude escuchar sin mis aparatos... tal vez vibran en una frecuencia diferente. Más que oirlas, las siento.

Ah, ... mami.

—Demian, Demian, cariño, despierta... —las suaves y gentiles manos de mi madre me acarician la cara y me sacuden lentamente trayendome de vuelta a la realidad—. Wanda, ya abrió los ojos, trae un poco de agua.

Má me ayuda a levantarme mientras que mami me acerca un vaso de agua a la boca y con cuidado me da de beber. Lo agradezco, porque mi garganta está muy seca, parece que me tragué un montón de algodón. Probablemente es porque no comí en el desayuno ni cené anoche tampoco porque estaba muy nervioso. Cuando estoy nervioso, no puedo pensar en comer.

—¿Está bien? —la voz de Blaze hace que mi piel se erice cuando entra en la habitación.

Me doy cuenta de que me encuentro en una habitación de la casa donde se está celebrando nuestra boda. Los invitados deben seguir en el jardín.

—Está bien, cariño —Má alarga su brazo y toma la mano de Blaze—. Demian estaba nervioso y te puedo asegurar que no comió nada, es normal que haga esto cuando no estoy ahí para vigilarlo... —ella resopla y se levanta para darle el asiento a Blaze y hacer que me sostenga en sus brazos—. Cuida de él, nosotros le conseguiremos algo de comer —má se acerca una vez más a mi y me da un beso en la frente—. Felicidades por tu boda, pequeño mío, estoy muy orgullosa de ti.

—Gracias —susurro.

—De ti también —mami mira a Blaze y le da una sonrisa mientras má le pone las manos sobre los hombros, él sonríe con sinceridad—. Bienvenido a la familia.

—Es un placer pertenecer a su familia —Blaze asiente, casi como una reverencia.

Mis madres dejan la habitación y es entonces cuando mi cuerpo se calienta al notar que estoy entre los brazos de Blaze, a él no parece afectarle. Sigue acariciando mi espalda suavemente, tratando de reconfortarme.

—¿Fue por el beso? —pregunta de repente.

Sacudo la cabeza casi de inmediato.

—Lo siento —dice, aún así.

—No lo sientas —digo—. No es tu culpa.

—¿Aun crees que esto es buena idea? —pregunta Blaze, suena mortificado—. Cuando quise echar para atrás, ya estábamos casados y tú estabas desmayado.

—No quieres esto...

Entro de repente en pánico.

—No, no... —él mueve su mano más rápido por mi espalda, intentando incrementar el éxito de su consolación—. Hablo de... por tu bien, a mi ya no me importa nada, Dem, pero siento que te robo muchas cosas.

Blaze | Cavalcanti 2 |Where stories live. Discover now