Capítulo 13

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Aure

Así como los sentí pasar, sentí cómo el laberinto se destruía. Pasó una semana que se me hizo interminable. Estaba deprimida y tan preocupada… Vi con tristeza mis hojas… Habían tomado un color amarillento y mis ramas se veían débiles. Intenté animarme pero no podía. Entonces lo vi: bajo la ventana apareció un mensaje Iris. Me separé de mi árbol y me acerqué.

-Quirón –murmuré.

-Aure –sonrió -¿No te va muy bien verdad? – se le fue la sonrisa mientras señalaba mi laurel.

Negué con la cabeza.

-Tengo dos cosas para ti –me dijo –la primera, una pregunta: ¿Cómo enviaste el mensaje Iris? La diosa solo responde a dioses o semidioses. Tengo curiosidad.

-Recé. Confié en que la diosa me ayudara, total, un semidiós dependía de la llamada.

-Fuiste muy valiente. Lo segundo… -se apartó dejándome ver a un chico medio echado en un sofá que se notaba algo débil.

-¡Andreas! –chillé.

-¡Aure!

-Los dejo… -susurró Quirón sonriente y tiró otro dracma al vapor para alargar la duración del mensaje.

-Estas herido…. –murmuré apenada sintiendo que se me detenía la respiración.

-Y tú tampoco estás tan bien… -miró, al igual que Quirón, mi árbol.

-Ya lo sabes…

-¿Por qué no me lo dijiste?

-No me hubieras creído –protesté.

-Sí te… No vale la pena discutir… ¿Qué te pasó?

-Nada… solo estaba preocupada.

Era la verdad. El alivio que sentía al saber que estaba vivo… era indescriptible. Por primera vez en una semana no sentía una angustia imparable.

Sonrió.

-Yo también estaba preocupado, pensé que los monstruos te podrían…

-A ti ¿Qué te pasó?

Si seguíamos hablando de mí me iba a dar vergüenza (no me gusta ser el centro de atención) o terminaría llorando, había estado verdaderamente nerviosa y temía explotar después de todas las emociones que me habían perseguido esa semana.

-Una lanza –contestó relajado –desperté hace tres días por primera vez y hoy me dejan salir de la enfermería. Por lo visto tenía algún tipo de veneno bastante fuerte. Por suerte los hijos de Apolo son grandes médicos… somos –se corrigió tras unos instantes frunciendo un poco el ceño.

-¡Eres hijo de Apolo! ¡Ya te reconoció! ¡Me alegro tanto por ti!

-Gracias –me sonrió y no pude evitar pensar que su sonrisa era perfecta –todos me dicen que tengo suerte, que a veces demoran mucho o que no lo hacen y que te quedas estancado eternamente en la cabaña de Hermes.

-Si… los dioses pueden ser… -busqué una palabra apropiada –un poquito… olvidadizos.

-Tal vez… pero eso no significa que sus hijos lo seamos, yo no he olvidado mi promesa…

AureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora