Día Setenta y nueve
Creo que se ha vuelto una rutina diaria, el visitar tu tumba. Prometo traerte una rosa todos los días, así al menos podré comparase con todas esas hermosas flores que te rodean. Hay margaritas y lirios. Tú siempre has amado los lirios.
Me senté y te canté hoy; espero que lo hayas oído donde sea que estés. Se cuanto amas esa canción. Trae memorias flotando de vuelta a mi cabeza, y recuerdo ese día en la casa de los jueces cuando cantaste con todo tu corazón solo para impresionarlos. Nunca olvidaré tu voz en esa canción, o en cualquiera.
Pero yo canté por otra razón, Harry.
Estoy destrozado. Realmente lo estoy. Ya no sé qué hacer… y solamente necesito que tú me envíes algo, realmente cualquier cosa.
Necesito un signo que me diga si estoy haciendo lo correcto o no.
