Se aproximó hacia su padre con total lentitud, manteniendo una expresión indiferente, tenía en su mano derecha una pistola y temblaba un poco, no se sabía si era por el frío o el miedo, tal vez ambos. Llevó su mano izquierda hacia la cabellera de su padre e hizo caricias allí, poniendo sus labios en forma de puchero. Todos se mantenían atentos a lo que Jimin hacía.

—Padre... ¿Qué tienes para decir ahora? Estoy con tus enemigos —soltó eso con total ironía—. ¿Qué me vas a hacer? ¿Me golpearás?

—Jiminie —lo observó—. Yo...

Un golpe seco en su estómago lo hizo callar.

—No me digas así —murmuró con furia, presionando muy fuerte sus dientes.

Suga observó con tristeza cómo Jimin soltaba el seguro del arma y apuntaba hacia la frente de su padre mientras temblaba, tal vez no iba a poder asesinarlo, aunque ese fuera su más grande deseo. R.M. comenzó a acercarse hacia ellos, pero la voz ajena lo detuvo...

—Le dije que me permitiera matar a mi padre y no me dejó —le habló, casi al punto de llorar—. Le dije que yo sabía todo y no me creyó, ¿qué debo hacer?

—Park... —habló R.M.—. Suelta el arma, este no es asunto tuyo.

—La organización de mi padre quiere a Jin —informó—. Bueno, siempre lo estuvo buscando, pero hace poco supo que se encontraba oculto entre ustedes.

Todos abrieron sus ojos con sorpresa y algunos empezaron a susurrar cosas. Suga posó su vista en R.M., quien, demasiado inquieto, se aproximó con rapidez hacia Jimin, el cual jugaba con el arma sobre la cabeza de su padre, ansioso de apretar el gatillo.

—Park, ¿de qué...?

—Le diré todo, solo déjeme acabar con el monstruo debajo de mi cama —habló.

El líder no respondió y eso le dio el pase libre al joven de cabello rosa pastel para empezar a golpear a su padre, a la persona que alguna vez le había enseñado sobre la vida, a quien debía amar y respetar, quien en realidad debió estar con él todo el tiempo..., pero que fue el responsable de volverlo loco y romper su espíritu.

El ambiente estaba ahogado en intranquilidad, la mayoría de los presentes evitaron ver aquella escena grotesca a pesar de que habían presenciado cosas peores en sus vidas, pues, más que impresión, provocaba agonía. Jimin golpeaba el rostro de Park Jung Hae de forma incesante, preocupándole muy poco si este perdía la consciencia, temblando y gritando insultos mientras se descosía en lágrimas. Y Suga, un simple espectador de esa escena, sentía escalofríos recorrer su cuerpo, quería ir y contener al débil niño que sus ojos percibían, abrazarlo, detener aquello que estaba haciendo; sin embargo, sabía muy bien que eso era lo que Jimin más quería desde que entró en la mafia y no iba a quitarle la oportunidad de descargar su ira.

—¡Esto es por mis siete años! —sollozó, dándole un gran golpe que salpicó sangre.

«¿Siete...?», pensó Suga, sintiendo su cuerpo hervir.

El joven de cabello rosado continuó golpeando cada vez más fuerte mientras su voz exclamaba: "¡Esto es por mis nueve años!", luego "¡esto por mis once, doce y trece!". Uno tras otro, los golpes impactaban contra diferentes zonas del cuerpo de aquel hombre, un golpe por cada abuso, dejando su rostro deformado e irreconocible. Finalmente, luego de haberle propinado tanto daño casi al punto de dejarlo inconsciente, tragó en seco y apuntó con su arma hacia la frente ajena.

—¿Tienes algo que decir?

Jung Hae, con un ojo cerrado por los golpes y sangre por todo su rostro, sonrió de lado como pudo.

Pinky Hair Boy - YoonMin [+18] EN FÍSICO DISPONIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora