❀Yamaguchi Tadashi.

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Era una semana cualquiera, menos para el pobre pecoso que tenía mucho que hacer

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Era una semana cualquiera, menos para el pobre pecoso que tenía mucho que hacer.

¿La razón? La planeación de una cita.

¿Con quién? Contigo, por supuesto.

(...)

Suspiró al término de la práctica, estaba listo —mejor dicho, menos inseguro— para hacer esa vergonzosa petición hacia sus senpais.

Caminó hacia ambos y discretamente dijo:

-Disculpen, ¿p-pueden aconsejarme sobre u-una primera cita?—Se inclinó ante ellos.

Ambos chicos se miraron desconcertados por menos de diez segundos, ya que después mostraron una felicidad tremenda.

-¡Pero claro!—Exclamó el más bajo de estatura realmente entusiasmado.

-¡Deja esto en mano de tus senpais!

Alzó la vista con los ojos desbordantes de alegría, de verdad necesitaba la ayuda.

-¡M-Muchas gracias!—Agradeció más calmado.

Quedaron en casa de Tanaka para platicar a detalle y analizar las opciones adecuadas para que aceptaras sin duda —como dijo él mismo—.

-Entonces la ves a los ojos y le dices...—Hizo una pose ridícula. -Nena, tú y yo en una cita, piénsalo.

-Entonces ella dirá.—Aclaró su garganta. -¡Oh, Tadashi-kun! Claro que quiero.—Pestañeó exageradamente.

La cara del pecoso se sonrojó levemente al imaginarte a ti diciendo tales palabras.

Tadashi-kun, ¡claro que acepto salir contigo!

-¿Yamaguchi?—Sacudieron una mano sobre su vista, la cual se encontraba perdida.

También me gustas, incluso... ¡te amo!

El pobre chico seguía fantaseando sin darse cuenta del escándalo que tenían los otros chicos.

-¡RYŪ!—Entró una rubia a la habitación. -¡Guarda silencio!

-¡Saeko nee-san!—El pequeñín sonrió ampliamente.

-¿Qué tanto hacen, niños?—Se recargó en el marco de la puerta. -Escuché a Tanaka hablar como mujer, pensé que solo lo hacía cuando creía estar solo.

Nishinoya estalló en risas, mientras que la cara de Tanaka se enojeció y con el ceño fruncido dijo:

-A ver, dime.—Se cruzó de brazos. -¿Cuál es la mejor manera de pedirle una cita a una chica?

Los ojos de la mayor se llenaron de sorpresa, pero contestó al instante.

-En lo personal me gustaría un chico rudo.—Yamagucho hizo una mueca de preocupación. -Aunque algo romántico sería lindo.

El pobre estaba confundido, pues no sabía que era lo mejor para ti, incluso dudaba si era suficiente para alguien como tú.

(...)

Estaba decicido, después de aquella tarde en casa del pelón, Yamaguchi se había montado un plan mental para aquél día.

-______-chan.—Te llamó suavemente.

Volteaste de inmediato al escuchar su dulce voz y le saludaste con un beso en la mejilla.

-Buen día, Tadashi-kun.—Sonreíste.

Aquella sonrisa hizo que la valentía que tanto tiempo le costó obtener se destruyera en un segundo, dejándolo completamente en blanco.

-Eh... yo...—Balbuceaba.

-¿Sí?—Le animaste a continuar.

-N-Nena... tú y y-yo en una cita, p-piénsalo.—Hizo un intento por guiñar un ojo, lo cual falló rotundamente.

No pudiste evitar reír a carcajada limpia ante la acción fallida del pecoso, el cual se desanimó al instante.

-Eres tan gracioso.—Golpeaste levemente su hombro. -Claro que quiero.

-¿Enserio?—Te miró sorprendido. -¡Gracias!

Ambos sonrieron a la vez, transmitiendo sus cálidos sentimientos.

(...)

Aquél día se pusieron de acuerdo para salir la próxima semana, el sábado para ser exactos.

La —aún no oficial— pareja caminaba por el parque de diversiones que justo se inauguraba ese día.

¿Lindo, no? Pues sí wey, no mames.

Caminaron por todos los puestos existentes, desde el juego de disparos donde Yamaguchi ganó un peluche de tu animal favorito, las montañas rusas donde se mantuvieron aferrados en uno al otro —al igual que la casa embrujada—, etc.

Pero faltaba algo. Así es, la famosa rueda de la fortuna.

-¡Woow, está muy alto!—Exclamaste viendo por el vidrio.

El chico estaba muy nervioso, incluso sudaba un poco. Ésta era su oportunidad.

-_______-chan.—Tomó una de tus manos con la suya, entrelazándolas levemente.

-¿Qué pasa?—Preguntaste con el corazón al mil.

-V-Verás.—Inhaló y exhaló profundamente. -Me gustas mucho, e-estoy enamorado de ti.

Bajó la mirada después de la declaración tan patética que había hecho —como creía él—.

-¡Tadashi!—Le llamaste con pequeñas lágrimas. -¡También me gustas, te amo!

Te lanzaste a sus brazos, formando un abrazo que ninguno de los dos quería romper nunca.

Pero había algo más importante que hacer; el beso.

Se separaron solo un poco, lo necesario para estar cara a cara.

-¿P-Puedo?—Te miró inseguro.

Le besaste levemente, procurando no parecer una inexperta, aunque mucho no podías hacer.

-¿Eso responde tu pregunta?—Reíste.

-No.—Dijo serio. -Pero ésto sí.

Tomó tu mentón y volvió a juntar sua labios en un beso más necesitado, más largo, más... apasionado.

.
.
.

¿Quién dijo que lo rebelde no quedaba con él? Sólo hay que saber pulirlo.

Fin.

𝚟𝚘𝚕𝚎𝚢 𝚕𝚘𝚟𝚎| hq!!Where stories live. Discover now