En cuanto al mago corrupto, las ganas de ir tras lo que siempre anheló fueron mayores que cualquier tipo de prudencia y, sin pestañear, llamó a su amigo espiritual para luchar a su lado contra aquellos soldados.

— ¡Ven, niebla oscura de la muerte! Ayúdame a exterminar a mis enemigos. — Instó a su siervo.

El monstruo se puso a su lado, con su capuz negro y los ojos rojos, llenos de odio. En ese instante, Klaus lucharía contra los inquisidores y se convertiría en enemigo de toda la sociedad, un criminal declarado. ¿Pero, quien dice que eso le importaba? Pronto tendría poder suficiente para transformarles a todos en sus esclavos. Que todos allí adentro huyesen, si no quisieran ser víctimas de su sed de sangre. Al ver a la criatura tenebrosa materializarse un escalofrío erizó sus cabellos y la adrenalina que disparó los diversos corazones tal vez no fuera suficiente para salvarles. El tabernero salto hacia atrás del mostrador temiendo la muerte.

El Doppelgänger les miraba a todos y voló por la taberna, acariciando las caras de sus enemigos, enseñando sus dientes puntiagudos, haciéndoles sentir el toque de la muerte. Aquellos que no tenían nada que ver con el combate, salieron disparados del recinto como flechas para intentar alcanzar la salvación.

Los inquisidores desenvainaron las espadas, mandaron a los soldados adelante para prenderle y obligarle a hacer lo que ellos querían. Klaus dejó que se aproximasen; cogió una jarra grande llena de cerveza que estaba sobre una mesa y le dio en la cabeza a un soldado. Varios de ellos se abalanzaron sobre él con las espadas en ristre y el brujo, sacando su hoja, empezó a luchar con ellos. El toque de las espadas soltaba chispas en el ambiente cerrado y el Doppelgänger pasaba como un humo oscuro cortando a los soldados sin perdón. Garras afiladas salieron de sus dedos yendo al encuentro de las yugulares de sus víctimas. Klaus se abalanzó sobre los inquisidores. El sonido del chocar de las espadas resonaba por el establecimiento. Era la oportunidad perfecta para la venganza que el niño dentro de sí clamaba al ver a sus padres muertos por aquellos malditos.

— Por favor, perdónanos. Puedes irte que no te haremos mal — dijo uno de ellos después de ver a todos sus hombres muertos, despedazados por el salón.

— Creo que vosotros ya no estáis en posición de causar ningún mal.

En ese instante, el espíritu errante ya estaba con sus garras en el cuello del inquisidor. Klaus clavó la espada en el cuerpo trémulo del otro, mientras su sombra ya sujetaba la cabeza arrancada del inquisidor en la mano derecha.

— No sobró nadie. Creo que podemos viajar y, con el tesoro que vamos a buscar, nunca más volveremos a este lugar miserable — dijo Klaus, soltando una carcajada.

El Doppelgänger asumió su forma espiritual, parecida con un vapor oscuro, y desapareció como en un pase de magia.

Klaus cogió toda la comida y bebida que necesitaba para viajar. Lo puso todo en una bolsa, cogió un par de botas nuevas de uno de los cuerpos que estaba allí, chocó una contra la otra y las olió.

— Creo que este cuero aguantará bien el viaje.

Llenó una cantimplora de ron y otra de agua fresca y las colocó en otra bolsa. El dueño del establecimiento le miró, aterrorizado, no entendiendo como un hombre podía haber hecho aquello. Le vio luchar con una tropa entera de soldados y salir nada más que con algunos arañazos en el rostro. ¿Y la criatura asesina? El comerciante se escondió detrás del mostrador, pero por un espejo pudo ver las gargantas siendo degolladas sin piedad. Cuando miró al ser asombroso, casi tuvo un infarto de tanto miedo y resbaló nuevamente a su posición en el refugio. Fue así como sobrevivió.

Al ver al brujo salir, el negociante corrió para avisar a los soldados sobre la matanza que hubiera en su casa de comercio.

***

Klaus había ido a casa para coger sus armas y preparar el portal mágico. Antes de partir, buscó a los brujos del clan de las Tauneses que compartían su maldad, con los cuales conspiraba para que fuesen los hombres más poderosos del mundo. Él ya ocupaba una posición de liderazgo entre la parte sombría del clan y dijo:

— Mis hermanos que estáis reunidos conmigo esta noche, insto a todos a encontrarse conmigo en el Castillo de los Ausentes, nuestro centro de reuniones. Haré un viaje en busca del mayor tesoro de este mundo, el Libro de las Almas, y con él gobernaremos este mundo. Matad a todos los Tauneses que no sigan nuestras ideas y juntos seremos los regentes victoriosos del nuevo mundo que está por venir. Giovanni, mientras yo esté fuera tú estarás al mando de nuestro grupo. Vincenzo, tú serás el brazo derecho de Giovanni. Después de lo que he hecho en el mercado de la ciudad, mi cabeza debe estar a premio. Ayudadme a despistarles diciendo que viajé a Francia. En breve, nos encontraremos en el Casillo de los Ausentes para trazar los planes y acabar de una vez por todas con los brujos de este mundo. Seremos los únicos detentores de la magia.

— Pero Klaus, ¿cómo encontrarás ese libro? — Preguntó uno de los magos.

— Quédate tranquilo, pues ya sé cómo encontrarlo.

— Mi Señor, acabaremos con todos los que se pongan en nuestro camino. Seremos una sola fuerza y aquellos que no se unan a nosotros serán exterminados de la faz de la Tierra.

Klaus se despidió de sus hermanos asesinos y se preparó para partir. En cuanto salió de allí la sonrisa falsa desapareció de su rostro. La ambición le dejaba tan ciego que pretendía matar a todos los seres mágicos, inclusive a sus amigos Tauneses, después de que adquiriese el poder necesario.

"Fui yo quien planeó acabar con los brujos de los otros clanes. Hice todo prácticamente solo. ¿Entonces, por qué repartiría el poder con otras personas? ¡No! ¡Todo será mío... el libro... el poder! Seré el único brujo vivo en este mundo. Mientras haya un mago, brujo o hechicero vivo yo estaré listo para acabar con él. Y absorberé todo el poder de la magia que se desvanecerá de sus cuerpos cuando acabe con sus vidas. Aprovechad mientras tenéis utilidad para mí. Ya me siento mucho más fuerte con la energía mágica de todos los que aniquilé. Falta muy poco..." — Pensó Klaus, conteniendo una carcajada.

Ahora era hora de ir tras su mayor objetivo.

Ahora era hora de ir tras su mayor objetivo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El Hombre FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora